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Los vallisoletanos que han convertido su cuerpo en un «gimnasio andante»Tu cuerpo es un gimnasio andante», dice Alejandra Pastora justo antes de tensar los brazos y colgarse de las barras paralelas instaladas en Las Moreras, muy cerquita del Puente Mayor. A su lado, Víctor hace dominadas. Pablo, flexiones. Cristina calienta las muñecas y Josmar se adentra en un mundo en el que empieza a dar sus primeros pasos.Son cinco de los integrantes de Sons of bars, un colectivo formado por quince personas, amantes del ejercicio físico, que practican calistenia en Valladolid.«Es un deporte en el que la prioridad es conocer tu cuerpo, saber hasta dónde llega, cuáles son tus límites y trabajar para superarlos», asegura Diego Carnicero, presidente de una asociación nacida hace nueve años, cuando «cinco locos» comenzaron a practicar al aire libre con las «cuatro barras contadas» que había repartidas por Valladolid.
Hace nueve años, un grupo de cinco amigos de Parquesol comenzó a practicar calistenia, una serie de ejercicios físicos que tienen el peso del cuerpo como principal instrumento y que habitualmente se practica al aire libre.De aquella red inicial se pasó hace nueve años a constituir una asociación, Sons of bars, que hoy es una de las más activas de la capital en esta disciplina. Formada por quince personas, ha contribuido a que el Ayuntamiento instale barras y aparatos de calistenia en varios barrios y promueve un campeonato nacional que se celebra en mayo, junto al polideportivo Pisuerga.
El quinteto estaba formado por Diego, por Nacho, Rodrigo, Simba y Pablo. Pablo Posadas cuenta que comenzó a practicar calistenia con 17 años. «Era muy joven para entrar al gimnasio y necesitaba hacer algo más allá de los deportes que ya practicaba». Venía del rugby, del judo, las artes marciales y buscaba una disciplina que le ayudara a moverse con más soltura, a controlar mejor sus movimientos, a dominar su cuerpo de una forma más eficaz.
Y fue así como conoció la calistenia, un deporte en el que el cuerpo es la principal herramienta. «Por eso, si te fijas, la mayor parte de quienes lo practican son personas pequeñas, bajitas. Cuanto más pesas, más te lastra para hacer ejercicios», explica Pablo, quien enumera algunas de las rutinas con las que se suele empezar: sentadillas, flexiones, dominadas, fondos, 'muscle ups'. Y a partir de ahí, todo es un camino de mejora.
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En ese sendero lleva mucho transitado Víctor de León. Tanto, que se ha convertido en el campeón amateur vallisoletano y ahora entrena para optar al campeonato nacional, ya desde un punto de vista más profesional. «Aunque hay mucho nivel», admite. «Yo empecé hace doce años, pero hay gente que viene de la gimnasia artística y que se prepara desde que tenía cinco». Víctor se aficionó a la calistenia después de dar largos paseos por Youtube y encontrarse con unos vídeos en los que descubrió un tipo de entrenamiento que se ajustaba a sus gustos y necesidades.
«Es un deporte muy funcional, en el que ganas capacidad de movimientos, flexibilidad, control corporal... pero no coges mucho peso», asegura antes de quitarse los playeros y encaramarse a una barra desde la que empieza a hacer figuras, algunas con el único agarre de su mano izquierda. «Sí, hay que tener disciplina y capacidad de sufrimiento», reconoce, pero todo avance merece la pena. Sobre todo, cuando comparte sus consejos con aquellos que están empezando.
Es el caso de Josmar Alexandra, quien se unió al grupo en enero, hace tan solo unas semanas. «En esto de la calistenia soy un bebé. Apenas estoy empezando a andar».Josmar es profesora de baile (da clases en Simancas)y además practica 'pole dance'. En uno de esos talleres, vio cómo una de sus compañeras subía por la barra con una fuerza extraordinaria, sin que apenas le costara esfuerzo. Le preguntó y le dijo que el truco estaba en la calistenia, en esos ejercicios que practicaba en las barras y aparatos que hay instalados en diversos barrios de la ciudad (Los Santos Pilarica, Covaresa, Parquesol o el parque de la Paz).
«Yo todavía no he hecho mi primera dominada, pero voy ganando fuerza poco a poco», confiesa. Aquella compañera que le animó a probar con la calistenia es Cristina Pérez Cabezudo, con tres años de experiencia en un mundillo que le tiene atrapada. Ella también viene de la curiosidad despertada en Youtube.«Empecé hace tres años con una amiga, en Covaresa.Es un parque que nos gustaba mucho porque casi no iba nadie.Y mejor».
¿Por qué? «Porque cuando eres chica a veces te encuentras con miradas de desprecio o de coqueteo. No puedes entrenar a gusto». Dice Cristina que ese en parte es el motivo por el que tan solo una vez en la vida ha pisado un gimnasio.«No me gusta. Prefiero entrenar así, al aire libre». Su gran cambio de rutinas llegó durante el confinamiento. «Fue cuando empecé a hacer abdominales en casa, a coger las mancuernas de mi padre (de cuatro kilos), que levantaba mientras veía la televisión.Lo intenté con las flexiones, pero se me resistieron un poco más».
Y luego llegaron las telas aéreas, los aros, la 'pole dance', una serie de disciplinas circenses que descubrió durante una de las sesiones de Vallanoche. «Lo que más ganas con todo esto, además de lo físico, es autoestima. Te sientes mejor con tu cuerpo, físicamente, pero también con tu mente. Con la calistenia asumes unos desafíos físicos que, cuando los consigues, te convierten en más poderosa», dice Cristina, quien encuentra en estos entrenamiento al aire libre una vitamina cotidiana para superar las ocho horas diarias de oficina.
Lo de entrenar al aire libre no siempre es tan idílico como parece.«Hay días en los que hace mucho frío... y yo todavía no estoy acostumbrada», asegura Alejandra Pastora, una vallisoletana llegada de Nicaragua, «donde hace mejor tiempo». Cuenta que siempre le gustó la gimnasia olímpica y que, trasteando por Internet, descubrió un 'coach' en línea que le dio claves para fortalecer su cuerpo. Se apuntó también a clases de 'pole dance' y de ahí, como varias en el grupo, pasó a la calistenia.
«Y he encontrado lo que de verdad me gusta. Yo levantaba pesas en el gimnasio, pero esto es mucho más amplio y diversificado. Ahora me siento con más fuerza, resistencia y flexibilidad. Incluso he mejorado una lesión que tenía en el hombro y que me hice cuando trabajaba en una residencia de ancianos».
No es habitual que los integrantes de Sons of bars se reúnan. «Al final, muchos practicamos por nuestra cuenta, de forma individual. Pero nos gusta juntarnos de vez en cuando para entrenar», cuenta Carnicero. Y también para preparar competiciones y citas como la que desde el año pasado tiene lugar en mayo, una competición nacional de calistenia (con sus vertientes de resistencia, 'freestyle' y 'power free') para demostrar que también en Valladolid hay grandes apasionados a ella.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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