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«Ni frío ni calor». Como si nada hubiera ocurrido y el Gobierno no permitiera desde ayer que los negocios de menos de 400 metros cuadrados pudieran reabrir tras siete semanas con la persiana bajada. El inicio de la fase 0 de la desescalada ... no varió en exceso la estampa de las calles de Valladolid. Los mensajes en papel que los propietarios dejaron sobre la fachada de sus establecimientos a sus clientes habituales antes de que la pandemia por la covid-19 les obligara a echar la llave aún permanecían fijados sobre verjas y escaparates. Emblemáticas vías comerciales como Mantería, Santiago o Teresa Gil lucían ayer de una forma similar a las últimas semanas.
La «gran mayoría» de los pequeños comercios de la capital optaron por no levantar el telón ante las dudas e «incertidumbre» existentes. Pero también por la escasez de demanda. Así al menos lo justificaron los presidentes de la Asociación Vallisoletana del Comercio (Avadeco) y la Federación de Comercio y Servicios de Valladolid y Provincia (Fecosva), Alejandro García y Jesús Herreras, respectivamente, quienes coincidieron en el hecho de que, mientras no se «flexibilicen los ERTE» y el movimiento de personas continúe restringido, «la gente no va a comprar». «Había muchas dudas sobre qué hacer y cómo, y también nos han manifestado que mientras no haya movilidad y sigan las franjas horarias, la gente todavía no va a comprar», lamentó Herreras, quien atribuyó además esta situación al hecho de que la atención deba realizarse con cita previa. «Entendemos que el establecimiento no puede estar abierto si no es con cita previa, y no siempre puede darse esta situación. Si los clientes no saben que estamos abiertos, no llaman».
Coronavirus en Valladolid
Este mismo planteamiento lo defendió el representante de Avadeco, quien consideró que, en la actualidad, «no existe esa necesidad». «A muchos comercios no les llama nadie para abrir. Algunos autónomos, de manera personal, se acercan al establecimiento, ¿pero vas a cancelar el ERTE de tus empleados para atender una o dos ventas? ¿O un cliente tiene tanta necesidad de comprar algo, sobre todo ropa, para pedir cita previa e ir específicamente a por algo? Creo que no hay demanda suficiente y por eso no hemos detectado nuevas aperturas», sentenció García.
De ropa «nada». Tampoco reabrió el sector del mueble, ni perfumerías ni autorrepuestos de automoción -«se esperarán a la semana que viene», confirmó García-. Esta semana, y a la espera de que Valladolid dé el salto a la Fase 1, la «gran mayoría» de negocios se dedicará a adaptar y preparar sus instalaciones en base a una guía de recomendaciones de la actividad distribuida por el Gobierno. No obstante, quienes sí lo harán, previsiblemente «en los próximos días», son las tiendas de ropa infantil. Esa «necesidad existe» y, de acuerdo al comportamiento manifestado en países como Italia, el presidente de Fecosva indicó que en España será «parecido». «Vimos que mayoritariamente han optado por abrir y que se va a intentar dar ese servicio», apostilló Herreras.
Pero también hubo sectores que sí pudieron volver al trabajo, como el de la peluquería y los centros de belleza. Lo hicieron a pleno rendimiento, con la agenda «a rebosar» y con listas de espera que ya se prolongan hasta dentro de quince días. El ruido de los secadores y el sonido de las tijeras volvió a escucharse en el 85% de los establecimientos (en la capital existe medio millar y en la provincia, unos 800). Quienes no lo hicieron es fundamentalmente porque están «poniendo a punto» y ultimando la adaptación del local, aunque lo harán en las próximas horas. El presidente de la Asociación de Empresas de Imagen Personal de Valladolid (Aseimpeva), Mariano Castaño, explicó asimismo que cada propietario ha realizado una inversión de «entre 1.000 y 1.500 euros» para acondicionar los espacios con mamparas de metacrilato y materiales desechables.
A Alberto Pura, dueño de Peluquería Velázquez, no dejó de sonarle el teléfono «en toda la mañana». Fue levantar la persiana y recibir la primera llamada. «Es increíble, está sonando todo el rato; son clientes que nos piden hora, pero esta semana ya la tenemos completa, hasta la que viene nada», sostuvo, al tiempo que apretó el botón de su auricular inalámbrico para cerrar otra cita. «Llevamos cogiendo citas desde el viernes, pero hoy -en referencia a ayer- está siendo espectacular; si no llevamos 25 llamadas, no llevamos ninguna», comentó. Para poder abrir, ha tenido que incorporar pantallas de separación, un desinfectante en la entrada para el calzado y «en los próximos días» llegarán unas batas desechables para cubrir la ropa que los clientes dejen a la entrada, cuando lleguen.
Para Marisol y Raquel Labajo, de Peluquería Mayra, la vuelta al trabajo fue «horrible». No solo por el trabajo -«estamos saturadas, tenemos la semana completita, hemos vuelto con fuerza»-, reconoció Marisol-, sino por los materiales de protección. Llevan mascarillas, guantes y pantallas de protección, estas últimas «incomodísimas». «Es imposible teñir bien, con las gafas se nos empañan las pantallas... Hasta que nos hagamos...», incidió.
Además de negocios de estética e imagen, también regresaron ferreterías, tiendas de bricolaje y de deporte, de estas últimas muy pocas. Francisco Vega, de Central de Afilados, puso en marcha su máquina de duplicar llaves y de reparación de calzado porque «los gastos siguen llegando». Sin embargo, puso en duda la rentabilidad de su reapertura. «Estoy yo solo, casi no han venido clientes. El día no ha ido ni bien ni mal; mientras no haya normalidad esto no va a funcionar porque no hay gente por la calle», subrayó. Por su parte, Óscar Cuéllar volvió a subir la persiana de su ferretería, Puertas Cuéllar, porque «nuestros clientes necesitan los productos que vendemos».
Son la «moda». La cuarentena ha puesto sobre la mesa un cambio en la movilidad urbana, y las pedaladas han pasado a ser una «muy buena opción». Gerentes de tiendas de bicicletas como Fernando Sánchez, de Samarbike, y Jorge Real, de Carril Bici, confiaron en que las ventas se «disparen» en los próximos días. Ayer fue una primera toma de contacto, de tú a tú con el cliente, pero dejó entrever las semanas que les esperan. Acudió gente a sus negocios en busca de una nueva, pero «sobre todo» fueron aquellos que querían reparar una antigua. «Hace buen tiempo y se están animando a desempolvar sus bicicletas, están viendo que es el medio más sostenible», indicó Real. «Mientras las grandes superficies estén cerradas, prevemos un aumento considerable de las ventas», prosiguió Sánchez.
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