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El túnel de Padre Claret abre con críticas del Gobierno local y la aceptación de los primeros usuariosQue es una nueva alternativa para la movilidad peatonal entre ambas márgenes de las vías es innegable. Que otra solución, para muchos el soterramiento, sería la ideal puede que también. Y que lo que se ha ejecutado se aleja de las siempre atractivas infografías con ... las que se presentan este tipo de proyectos es evidente. Valladolid ha estrenado este miércoles el nuevo paso para viandantes y ciclistas que acerca el barrio de Las Delicias, a la altura de su mercado municipal, a la plaza de la Circular con división de opiniones. Era de esperar.
De un lado, están los que quieren enterrar el canal ferroviario y crear un gran bulevar, que acabe con el muro del tren y con los que denominan como «túneles del miedo». Este de Padre Claret, «uno más», según subrayaban los portavoces de la Plataforma del Soterramiento, los más madrugadores para expresar su rechazo al subterráneo. De otro, los que consideran que no se puede esperar más después de treinta años de promesas incumplidas y que hay que ofrecer soluciones a corto o medio plazo para mejorar la permeabilidad entre el este de la capital y el grueso de la trama urbana.
Y entre estas dos facciones, se sitúan los primeros vecinos que lo han utilizado, cuya primera valoración, como puede usted comprobar en el vídeo que acompaña a esta información, fue satisfactoria. ¿Por qué? Principalmente, porque les acerca a la zona central de la ciudad. Hay una unión donde antes había una tapia. Y eso siempre se agradece. Lo subrayaba Andreia Moreira, residente en Delicias. «Esta muy bien, vivimos aquí cerca y mi hijo va estudiar enfrente, en el colegio San Fernando, en Padre Claret, y el paso nos viene perfecto», valoraba.
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Antonio G. Encinas
Rebeca, vecina de la calle Cigüeña, también lo puntuaba de forma positiva, aunque matizaba que serían necesarias algunas «correcciones». «Está muy bien, pero las escaleras no las va a poder subir todo el mundo y las rampas las van a utilizar más las bicis y los patinetes», recalcaba. Podrían generarse conflictos, según consideraba. Alfonso González lo veía «quizá un poco bajo», pero le viene «estupendo, porque me pilla a dos minutos de casa y el de San Isidro está más lejos». Y esta fue, en general, la tónica de los primeros testimonios recogidos por El Norte en este cajón bajo el tren. Eso sí, no se parece a los dibujos que vieron hace tiempo en la prensa, aunque comparado con el de San Isidro, por ejemplo, la mejora es considerable, según apuntaba un matrimonio que asegura que le dará «mucho uso». «Es amplio», acotaba ella.
Un dato. Una redactora de este periódico ha tardado a paso normal -no de urgencia ni de paseo- un total de dos minutos y 57 segundos en completar el trayecto desde el inicio de la rampa en la calle Gipúzcoa, en la parte trasera del mercado municipal del barrio del este, hasta la misma plaza Circular. Desde este miércoles, Estación y el Mercado de Delicias se sitúan a una distancia de unos 27 metros, veinte de ellos bajo tierra.
Eran las dos menos diez de la tarde, cuando los operarios de la empresa que ha ejecutado esta obra, OHLA, rompían las cintas que impedían el tránsito por el subterráneo hasta entonces. A esta hora, llegaba Antonio Gato, director de la Sociedad Valladolid Alta Velocidad, acompañado de los responsables de la constructora para supervisar el resultado final. El gerente de la entidad que gestiona este plan de integración lo tiene claro. «Es un motivo de satisfacción ver cómo se cumplen estos hitos y ver el resultado de este paso. No hay más que compararlo con los que había en la ciudad hasta que se inició este plan. Se gana en luminosidad, en amplitud, en movilidad para todas las personas, como hemos podido comprobar al ver pasar a una mujer en silla de ruedas, y cumple con los estándares de la calidad», subrayaba, además de considerar que es una solución óptima dado el espacio disponible, con una zona amplia en la franja de Delicias.
El equipo de Gobierno municipal no hacía acto de presencia en este estreno. A cambio, a través del chat con el que ofrece información a los periodistas, enviaba un audio grabado por el concejal de Urbanismo, Ignacio Zarandona. Nada positivo, todo negativo. También como era de esperar, porque PP y Vox mantienen que no hay otra alternativa que la de soterrar. Zarandona invitaba a los vallisoletanos a visitar esta nueva infraestructura para que juzguen «de manera sosegada» el resultado y analizar si da solución a los «problemas y desigualdades a ambos lados de las vías». «No voy a decir nada que no se pueda comprobar; el paso es un nuevo túnel del miedo. Su accesibilidad es tremendamente precaria, no solo para las personas con dificultades de movilidad, sino también para las personas mayores e incluso para los ciclistas, que lo tienen que atravesar desmontados antes las prolongadas rampas y los giros a 90 grados», valoraba, además de destacar que no cuenta con ascensores ante el reducido espacio disponible.
El concejal añadía los problemas que genera esta nueva infraestructura en la calle de la Estación, ya que para encajar las prolongadas rampas paralelas de entrada y salida ha habido que urbanizar la calzada con una curva y una contracurva que convierten este tramo en un punto «conflictivo y peligroso» para la circulación. Instaba, además, a fijarse en el complicado giro a la izquierda de los autobuses desde Estación a Padre Claret, que les obliga a invadir parte de la acera con el consiguiente «riesgo para los peatones». Así las cosas, Zarandona subrayaba que no había «ningún motivo» para la alegría, aunque espera que la intervención sirva para generar una unión general que detenga el convenio de integración y se retorne finalmente a la solución soterrada.
Estos son los mismos argumentos de la Plataforma que preside Alfonso Peña y que tiene en Cecilio Vadillo, exsubdelegado del Gobierno, a su portavoz más conocido. Vadillo replicaba la valoración del responsable municipal, aunque en su caso apuntaba directamente al ministro de Transportes, Óscar Puente. «Es lamentable que un ministro de Valladolid esté tratando así a su ciudad, a la que decía querer tanto, pero que no se nota demasiado. Estos túneles no favorecen la integración ni desde el punto de vista urbanístico ni social, son agujeros, mientras que el soterramiento es la obra más solidaria, porque integraría de verdad los 90.000 vecinos que viven al este de las vías», insistía acompañado de casi medio centenar de miembros de esta entidad. José Luis Lara sumaba a esto los proyectos de soterramiento que el Gobierno central sí apoya en otras ciudades como Murcia, Valencia o Bilbao. «Ya está bien del choteo de este ministerio con Valladolid, resulta que no se puede atravesar el Esgueva y se está estudiando hacer un túnel entre España y Marruecos?», subrayaba con indignación.
Según los datos técnicos facilitados por la Sociedad Valladolid Alta Velocidad, el túnel tiene 22,43 metros de largo, de los que 19,75 se sitúan bajo el lecho ferroviario. El gálibo interior de la infraestructura es de tres metros de alto por nueve de ancho y para ejecutarla se ha utilizado la técnica de empuje o de cajón hincado, que ha permitido mantener el funcionamiento ininterrumpido de la comunicación ferroviaria. Su coste ha alcanzado los 5,3 millones sin IVA tras haber tenido que ampliar su presupuesto de ejecución en más de 600.000 euros por diferentes exigencias técnicas.
La apertura este miércoles del nuevo paso peatonal y ciclista de Padre Claret pone fin a mucho tiempo de ruidos, cortes de tráfico y molestias en general en los entornos de las calles Estación y Guipúzcoa. Mientras la calma ha vuelto a este punto de la ciudad, en Labradores el ritmo de la obra para ampliar y remozar el veterano túnel para coches es frenético. Decenas de operarios de la empresa Marco Infraestructuras trabajan en este tajo. La intervención en el veterano subterráneo conlleva una excavación para que gane altura y evitar así que los vehículos de cierto porte, como autobuses y camiones de medio tonelaje, se queden empotrados en él. El plazo de ejecución de esta obra, con un presupuesto de 2,7 millones de euros, es de ocho meses. Las máquinas comenzaron a trabajar a principios de abril con lo que tendría que estar en servicio a final de este mismo año, aunque no se descartan los habituales retrasos en actuaciones de esta envergadura. Tras su conclusión, debería afrontarse la obra del túnel que sustituya al achacoso viaducto de Arco de Ladrillo, ahora con tráfico restringido, para reponer los quitamientos, aunque a día de hoy este proyecto es una incógnita, como el resto de pasos previstos en el plan de integración. El alcalde ya ha dicho que la posible demolición de la deteriorada infraestructura en este momento generaría un caos de tráfico, que no está dispuesto a tolerar. Antes quiere una solución para otro puente enfermo, el de Daniel del Olmo, que une el Paseo de Zorilla con el polígono de Argales. ¿Y entonces? De momento, se mantiene la incógnita.
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