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La tragedia registrada en la madrugada del 22 de mayo de 2005 en el cruce del paseo de Zorrilla con la entonces calle García Morato (actual paseo del Hospital Militar), donde murieron atropellados un chico de 19 años y una joven de 24 a raíz ... de una colisión entre dos vehículos, estuvo en el germen del posterior inicio del despliegue de los primeros radares en la capital. El entonces alcalde, Francisco Javier León de la Riva, anunció ese mismo día su intención de colocar allí mismo, en la mediana del Paseo de Zorrilla –origen del doble accidente mortal–, el primero de los dispositivos.
Y así fue. Hubo que esperar, eso sí, al 9 de enero de 2006 para que el poste, en su actual emplazamiento antes de dicha intersección, comenzara a dar sus primeros flashazos a los conductores que superaban el semáforo en rojo. Después llegarían más radares de fotorrojo y, a continuación, los primeros cinemómetros de velocidad, por entonces, con vistas a un solo carril de circulación. Para la llegada de los temidos multicarril, una suerte de gran hermano con capacidad para multar en dos carriles en cada sentido, hubo que esperar hasta 2015, cuando se colocó el primero de los dispositivos de caja negra antes de Vallsur.
El censo de radares de velocidad y semáforo no cesó de crecer en los años siguientes, hasta 2016, cuando se colocó el último multicarril en el peligroso cruce de la carretera de Fuensaldaña entre las urbanizaciones Fuente Berrocal y La Galera. «No habrá más radares», apuntó por entonces el regidor Óscar Puente. Y no los hubo más allá de la renovación de algunas cámaras y de la sustitución de seis viejos radares simples por otros tantos multicarril en los mismos emplazamientos a lo largo de 2019. En ese ejercicio, además, comenzó el despliegue de una nueva fórmula de «pacificación» de la circulación con la llegada de una docena de avisadores de velocidad sin radares, es decir, sin multas los excesos.
Y ha sido ahora, ocho años después, cuando la capital ha sumado un nuevo cinemómetro, único en su clase dentro del término municipal al tratarse del primer radar de tramo instalado en Valladolid, recién colocado en la carretera de Rueda (Cl-602) y que controla la velocidad en ambos sentidos de circulación entre el Pinar, a la altura de las piscinas de Fasa, y la variante de Puente Duero. Este dispositivo, que ya luce la correspondiente señalización advirtiendo de su presencia, se encuentra presumiblemente en pruebas para calibrar las cámaras y medidores que vigilarán un tramo de dos kilómetros y medio con la velocidad regulada a 70 y 90 kilómetros por hora.
De manera que la llegada del primer radar de tramo a la ciudad, y el segundo de la provincia, junto al instalado en Rioseco en 2016, rompe ocho años de sequía en lo que a nuevos cinemómetros se refiere e incrementa el censo de dispositivos fijos de control de la velocidad y los semáforos hasta alcanzar los 28 diseminados por todo el callejero de la capital y por sus cuatro puntos cardinales.
La ciudad, a día de hoy, cuenta con veinte radares de velocidad (doce multicarril, siete simples y uno de tramo) y ocho de fotorrojo, cuya presencia ha sido señalizada este mismo año por vez primera desde la colocación del instalado en aquel lejano 2006. Los de velocidad siempre han contado con paneles de advertencia.
Un radar de tramo La carretera de Rueda (Cl-610), entre el Pinar (piscinas de Fasa) y Puente Duero, acaba de estrenar el primer radar de tramo de la capital. Sus dispositivos captan la velocidad de los vehículos en ambos sentidos en un tramo de 2,5 kilómetros por limitados a 70 y 90 kilómetros por hora.
Doce radares multicarril Avenida de Zamora, avenida de Burgos, Doctor Villacián, Paseo de Zorrilla (Parque Alameda), San Agustín, carretera de Fuensaldaña, Isabel la Católica, avenida de Salamanca, avenida de Madrid, San Lorenzo del Escorial, Paseo de Zorrilla (Plaza de toros) y Hospital Militar.
Seis radares simples Ciudad de la Habana, avenida de Santander, Cañada Real, Rondilla de Santa Teresa, Eras y Santa María de la Cabeza.
Uno simple de tráfico Situado en el kilómetro 7 de la ronda interior este (VA-20), es el único modelo similar a los de vías interurbanas de la ciudad.
Ocho de semáforo Zorrilla, Don Sancho, avenida de Salamanca, avenida de Soria, carretera de Fuensaldaña, Poniente, Juan Carlos I y avenida de Zamora.
Los hay de distintos modelos, sobre todo, en cuanto a los fotorrojos. Los más veteranos, como el primigenio de la mediana del Paseo de Zorrilla, mantiene el modelo original de doble poste amarillo. Otros, como los del paseo de Juan Carlos I y la avenida de Soria (Delicias), lucen nuevos modelos con cámaras más modernas y discretas instaladas en 2019, al igual que el de Don Sancho. El más multón de todos, eso sí, es también el más discreto y se mudó de su emplazamiento original en la plaza de Colón al actual de la avenida de Zamora, antes del cruce con el Camino Viejo de Simancas, en el año 2016. Se trata de una pequeña cámara acoplada a un farola.
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En cuanto a los cinemómetros hay menos variedad. Los más antiguos, como el de la calle Ciudad de la Habana (frente al concesionario de BMW) y el resto de radares simples, mantienen el modelo original con un poste de tono crema. Y los más extendidos, los doce dispositivos multicarril, son prácticamente idénticos con cajas negras y dos cristales que ocultan sus objetivos. Lucen, en sus laterales, una suerte de ojo dibujado. Un aviso a navegantes.
El único radar que se sale de la norma es el cinemómetro simple instalado en la ronda interior este (VA-20), entre el camino de Hornillos y la avenida de Soria. Allí se encuentra el único modelo de caja pegada al suelo idéntico a los instalados habitualmente en las vías interurbanas.
A ellos acaba de sumarse, y ese nada tiene que ver con el resto, el dispositivo de tramo de la carretera de Rueda, que cuenta con pequeñas cámaras acopladas a un poste coronado con dos paneles solares. Sus 27 antecesores retrataron cerca de veinticinco mil infracciones en 2023 (más de veinte mil por exceso de velocidad).
La capital no solo cuenta con dispositivos sancionares para controlar la velocidad sino que dispone también, desde 2019, de trece avisadores de velocidad, que no multan, cuya misión pasa por advertir con números rojos de los excesos de velocidad a los conductores que pasan ante sus paneles amarillos con una señal que recuerda la velocidad permitida. Todos ellos se encuentran dentro del núcleo urbano de la ciudad. Y también, como curiosidad, se mantienen en sus postes las singulares señales que advierten desde hace lustros en la calle Mieses de que la velocidad está controlada por radar. Pero no lo hay. Y nunca lo ha habido.
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