«El teletrabajo es duro y con los niños es difícil concentrarse»

Iván Rebollo y Teresa Garrido han tenido que despejar la mesa de su salón para instalar en ella sus útiles de trabajo debido a la crisis del coronavirus. Él es ingeniero industrial y ella arquitecto en la misma empresa de ingeniería. Los dos llevan una semana teletrabajando mientras compaginan el cuidado de sus hijos, Eloy y Samuel, de 5 y 2 años. «Lo llevamos bien», dice Teresa, quien tiene la mayor parte del día el ordenador encendido por las continuas interrupciones de sus pequeños. «Reclaman mucha atención, y a veces resulta complicado entretenerles, pero lo ellevamos mejor de lo que pensábamos», añade.

Madrugan y trasnochan para sacar adelante toda la carga de trabajo mientras los niños duermen, pero cuando estos se despiertan, se turnan para cuidarles. «La empresa ha sido muy flexible. Nos da plena libertad de horarios y valora el esfuerzo que supone para nosotros trabajar en esta situación. Es algo que agradecemos mucho», dice este matrimonio vallisoletano. Teresa está acostumbrada al teletrabajo, ya que parte de su jornada siempre la realiza desde casa. «Es una suerte y me ayuda a conciliar. Por eso me está resultando má llevadero», dice.

Iván, en cambio, reconoce que los primeros días estuvo «más agobiado». «El teletrabajo es muy duro. Con los niños es difícil concentrarse. Tienes que mantenerles entretenidos y, además, sacar tiempo para el resto de tareas de la casa», asegura este ingeniero, que mantiene reuniones periódicas con compañeros y clientes a través de Skype. Para ambos, el hecho de trabajar en la misma empresa es una ventaja. «Entendemos el trabajo del otro y lo importante que es que los niños no hagan ruido mientras el otro habla con un cliente», concluye Teresa.