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Dejó sus estudios de Matemáticas en la Universidad Politécnica de Turín, uno de los epicentros del coronavirus, el 25 de febrero. La situación le pilló ... de exámenes aunque «suspendieron todo». Como el resto de Erasmus pensó que sería, como mucho, un par de semanas y por eso «todo lo que tenía se quedó allí». Al menos salvó su portátil y sus imprescindibles apuntes.
Desde entonces trabaja a tope desde su casa en Valladolid para completar el último curso de su carrera. Desde el principio, su universidad le ofreció plataformas de todo tipo para seguir las clases. Horarios que mantienen los del país de acogida y que a veces obligan a Ana a adaptar las rutinas de su casa. Los exámenes se pudieron hacer por Skype. «El paso de lo presencial al 'online', al menos en mi centro, ha funcionado genial».
Otra historia es la intendencia. Ana Méndez sigue pagando su piso, del que apenas le ofrecieron una rebaja por la ausencia en marzo, abril y ahora mayo. Muy activa en las redes para compartir sus experiencias con otros compañeros, ella forma parte de un grupo de más de 250 alumnos que luchan desde varias plataformas en demanda de que les den soluciones.
«En cada sitio nos dicen una cosa distinta. Ahora solo sabemos que hasta el 17 de mayo, como mínimo, no podremos viajar al país porque no somos 'urgencia absoluta'».
Han explorado todas las formas de entrada en Italia:mar (un barco desde Barcelona) o tierra (Turín no está tan lejos como Roma o Nápoles). El aire está descartado. La Embajada de Italia en Madrid le recomendó que «algún compañero le enviara sus cosas por una agencia de transportes».
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