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El diagnóstico con las secuelas demográficas que ha provocado el virus es cada vez más nítido y llegan, de forma periódica, nuevos datos que ayudan a enfocar la fotografía de la profunda herida que la pandemia ha dejado también en el padrón. El Instituto ... Nacional de Estadística (INE) publicó este martes un avance de los habitantes que perdió la provincia a lo largo de 2020. Fueron 1.465 vecinos menos. Como si en doce meses hubiera desaparecido para siempre la población que vive en Mayorga. A un ritmo de cuatro personas menos cada día. Valladolid cerró el año pasado (y comenzó 2021, a 1 de enero) con 519.184 residentes, después de marcar un récord histórico en el número de fallecidos (desde que existen registros en 1941, en plena posguerra) y un mínimo en el de nacimientos.
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Para conocer de forma oficial estos últimos indicadores habrá que esperar todavía unas semanas. El último dato certero es el correspondiente al primer semestre de 2020 (aquí se incluye lo más duro de la primera ola), cuando fallecieron 3.242 personas (665 más que en el mismo periodo de 2019) y nacieron 1.599 bebés (35 menos que idéntico semestre del año anterior).
Sin embargo, si se rastrea en la estadística semanal sobre defunciones (a partir de las anotaciones en los registros civiles) es posible hacerse una idea aproximada de lo ocurrido en el año completo. Así, 2020 se habría cerrado con 6.370 muertes (1.451 más que en todo 2019)y con 3.233 nacimientos (frente a los 3.288 del año anterior). Por lo tanto, por causas estrictamente naturales (la diferencia entre muertos y nuevos bebés), la provincia encalló de nuevo en números rojos, con 3.137 habitantes menos (teniendo en cuenta que este es un dato aproximado y provisional hasta que sean oficiales las cifras del segundo semestre).
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Sin embargo, el retroceso no ha sido tan abultado (recordemos que el padrón cayó en 1.465 personas). ¿Por qué? Para hallar una respuesta hay que fijarse en varios fenómenos. El primero –y más importante– es que los movimientos migratorios han conseguido amortiguar en parte esta caída. Solo en parte. El segundo: el empadronamiento en pequeños municipios de personas que huyeron de las ciudades durante la pandemia.
Empecemos por la inmigración, convertida en los últimos años en la tabla de salvación demográfica. Valladolid crecía (lo hizo en 2019 con 1.103 habitantes) porque los flujos de población extranjera se habían recuperado después de los años de la crisis económica, cuando la falta de trabajo retrajo a muchas personas de llegar a España. Se notó especialmente en 2013. En esa primavera, la provincia alcanzó su tasa máxima de paro (casi el 23%) y el padrón menguó a lo largo de ese año en 3.127 inscripciones. Sin embargo, desde 2018 –empujado por una recuperación del mercado laboral– la cifra había comenzado a crecer de nuevo, con la incorporación de personas llegadas de otros países (sobre todo de Venezuela y Colombia), en un número tal que servía para compensar las pérdidas por la diferencia entre nacimientos y defunciones.
¿Qué ha pasado en 2020? Por un lado está ese récord de muertos (alcanzado por el exceso de mortalidad provocado por la covid: 1.881 personas en la provincia desde el inicio de la pandemia). Por otro, el retroceso de alumbramientos. Y a eso se ha sumado una llegada de población extranjera menor que en otros ejercicios (porque la pandemia provocó también el cierre de fronteras durante la pasada primavera). Todo esto unido ha servido para reabrir una herida demográfica por la que ya sangraba el padrón. A 1 de enero de 2021, había empadronados en la provincia 28.709 vecinos llegados de otros países. Son 1.387 más que el año anterior. Sin embargo, el incremento no es tan importante como el alcanzado durante 2019, cuando hubo 2.539 altas en el padrón de población extranjera. También aquí se han notado las secuelas del virus.
El segundo indicador que sirve de contrapeso es la llegada de población a los pueblos, convertidos en refugio permanente gracias a las segundas residencias. Este fenómeno (que no se podrá confirmar hasta que a finales de año se publique el padrón final municipio a municipio) ha sido más evidente en las provincias limítrofes con Madrid. Ávila, por ejemplo, sube. Y el descenso en Segovia ha sido apenas testimonial.
La exploración al detalle de los datos permite comprobar cómo ha sido el segmento de edad entre los 85 y 89 años el que más ha sufrido en el padrón, con un descenso de 232 personas (cuando ese tramo había crecido en 350 durante el año pasado). También caen los inscritos entre 95 y 99 años o los que se sitúan entre 70 y 74. A pesar de esto, la media de edad se ha incrementado de nuevo hasta situarse en 46,4 años, frente a los 46,21 del año 2020. Valladolid ocupa el puesto número 14 entre las provincias más envejecidas, en una tabla que encabeza Zamora (51,3 años de media de su población).
Preocupa especialmente que también caen los tramos más bajos de la pirámide de población. Hay 1.030 niños menos que aún no han cumplido los cinco años respeto a 2019. Esto es debido a ese mínimo de natalidad, acrecentado por la pandemia. Diciembre (cuando nacieron los niños concebidos durante el confinamiento de la pasada primavera) fue el mes con menos alumbramientos de la serie histórica, solo 199.
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