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En la fachada de la Caballería se utilizaron diferentes materiales, de ahí los distintos tonos ocres. Rodrigo Ucero
El hilo

El secreto de las torres de la Academia de Caballería

El emblemático complejo militar del centro de Valladolid es una caja de sorpresas: ni es tan antiguo, ni es tan robusto, ni tiene caballos

Berta Muñoz Castro

Valladolid

Sábado, 25 de mayo 2024, 00:01

La Academia de Caballería es una caja de sorpresas. El edificio más fotografiado y emblemático de Valladolid, que alberga en su interior uno de los museos más curiosos y desconocidos de la ciudad y las aulas donde cada año se forman decenas de cadetes, ni es tan antiguo, ni es tan sólido, ni tiene caballos en el interior. El edificio principal de este céntrico complejo militar, que sonó como candidato para convertirse en un parador de turismo, está inspirado en una residencia privada de Salamanca. Abro hilo:

↓ La Academia de Caballería de Valladolid, la única que hay en España, es uno de los edificios más emblemáticos, representativos y majestuosos de la capital. Y, aunque los tintes historicistas de la fachada despisten, solo tiene cien años de vida. Los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia pusieron la primera piedra del complejo militar el 4 de mayo de 1921, seis años después de que las llamas devoraran el anterior edificio, el famoso 'octógono'.

El famoso 'octógono', a principios del siglo XX. Archivo Municipal

↓ «El fuego había destruido la mayor parte del edificio y las paredes exteriores quedaron muy tocadas. El tren burra, que pasaba por la calle de San Ildefonso, hacía temblar con sus trepidaciones los muros y para evitar accidentes se inició un expediente de demolición», recuerda el subteniente de Caballería Andrés Sánchez Redondo. Durante meses, Valladolid vio peligrar la permanencia de la Academia de Caballería en la ciudad. Y, durante años, se pusieron muchas soluciones sobre la mesa, desde la reconstrucción del malogrado edificio hasta el cambio de ubicación de la escuela.

La Academia de Caballería abarca cuatro calles: Paseo de Zorrilla, Calle de San Ildefonso –por donde los soldados accedían a las caballerizas–, la calle Doctrinos y María de Molina. Imagen de 1990. Ramón Gómez

↓ Después de mucho liar la madeja, se decidió que las nuevas instalaciones de la Academia de Caballería se proyectaran en el mismo lugar que había ocupado el viejo 'octógono', pero ampliando el terreno con expropiaciones y la modificación de calles. Los artífices de la obra fueron dos capitanes de Ingenieros: José de la Gándara y Adolfo Pierrad. En Madrid, el ministro de Guerra, Agustín de Luque y Coca, creyó que José de la Gándara era la persona idónea para reflejar la magnificencia de la empresa, pero en 1918 cuando el afamado arquitecto gallego entregó el primer proyecto de las nuevas instalaciones en Valladolid, la propuesta no contó con el plácet de la Comandancia de Obras. Entre las razones que esgrimieron estaba que el proyecto de 5.358096,26 pesetas –poco más de 30.000 euros– duplicaba lo presupuestado, pero lo cierto era que solo buscaban una excusa para colocar al frente de la obra a uno de sus ingenieros militares. Así, el encargo pasó al capitán Pierrad, que se vio obligado a dividir el ambicioso planteamiento de De la Gándara en tres fases parciales por la urgencia del comienzo de los trabajos.

En la fachada principal prima el estilo del renacimiento castellano, siguiendo la tendencia arquitectónica de la época.

↓ Las obras fueron adjudicadas al contratista vallisoletano Jacinto Cuadrado. El primer edificio que se construyó fue el del internado, donde estaban las cocinas, comedores, despachos de profesores y el alojamiento para los alumnos. Pese a las restricciones de la Comandancia de Obras de Valladolid sobre el plan original, Pierrad consiguió mantener la propuesta de De la Gándara de que cada alumno tuviese su propia habitación individual. Todo un lujo, porque en el resto de academias, los cadetes se alojaban en naves corridas. Este pabellón fue inaugurado en 1924 y dio paso a la construcción del edificio principal, el que vemos en el número 2 del Paseo de Zorrilla desde el año 1927.

El granito de Mingorría, en la base, se diferencia de la piedra del resto de la fachada.

El ingeniero militar se inspiró en el Palacio Monterrey de Salamanca para diseñar el edificio principal de la Academia. La fachada de Caballería, desde su diseño hasta los sillares de arenisca, remite claramente al caserío renacentista de la ciudad universitaria. Pierrad contaba con un presupuesto muy ajustado para poner en marcha un plan excesivamente ambicioso y se vio obligado a economizar en los materiales. A problemas complejos, soluciones simples. El emblemático edificio del Paseo de Zorrilla, que parece un sólido bloque de piedra, es en realidad una mole de millones de ladrillos. Para mantener la magnificencia de la construcción únicamente tuvieron que revestir la fachada con placas de piedra de Villamayor y con granito de Mingorría (Ávila).

El palacio Monterrey de Salamanca.

↓ Cuando el presupuesto para la piedra se acabó, no se había rematado la parte superior de la fachada. No quedaban sillares y tampoco cabía la posibilidad de adquirir más. El arquitecto decidió entonces que el ladrillo de las tres torres fuera cubierto con cemento y pintado con el tono ocre de la piedra. «Para acentuar más ese 'trampantojo', en algunos de los paños hay una alternancia de colores más claros y más oscuros. Si nos fijamos bien, podemos diferenciar claramente los materiales porque con el paso del tiempo la piedra va absorbiendo la humedad y se va oscureciendo y el sol va decolorando la pintura que cubre el ladrillo», explican desde la institución.

En la imagen, se pueden observar las diferentes tonalidades de la fachada. La torre, de ladrillo, es mucho más clara que el resto de la fachada, de piedra. R. Ucero

↓ «La Academia iba a ser entera de piedra, pero el arquitecto encargado de levantarla se gastó el dinero en el Casino de Santander», aseguró el restaurador Rafael Palacios en 2001, el día que se dieron por finiquitadas las obras que acabaron con el 'mal de la piedra' de la fachada de Caballería. «En Campaspero se negaron a fiarle más material, así que tuvo que recurrir a proveedores de Valencia y Villamayor, lo que explica las diferencias cromáticas visibles en la fachada», explicó el investigador a El Norte de Castilla.

La fachada principal, totalmente tapada por andamios, en noviembre del 2000. Ramón Gómez

↓ La fachada principal de la Academia de Caballería tuvo que someterse a un complejo proceso de 'cirugía' arquitectónica en el año 2000. La alarma saltó en 1997, cuando se produjeron los primeros desprendimientos de la cornisa del torreón principal. Los cascotes no solo atravesaron la cubierta y cayeron en el interior del museo, sino que parte de la piedra acabó en la calle San Ildefonso, sin causar daños, eso sí. Un equipo de treinta personas, dirigidas por los restauradores Rafael Palacios y Teodoro Añíbarro, invirtió un año de trabajo y cuarenta millones de las antiguas pesetas para acabar con una bacteria de origen italiano que deshacía los sillares. La fatídica costra se comía alrededor de un centímetro de piedra cada cinco años. «Puede parecer que no es para tanto, pero con solo pasar el dedo se cae la pared», aseguraban.

Imagen de mayo de 2001, a punto de acabar las obras, con la fachada totalmente limpia.

↓ Poco duró impoluta. Uno de los escudos de la cornisa sufrió el impacto de un rayo en mayo de 2003 y cayó al suelo. Ese mismo año, dos meses antes, el 26 de marzo, la Academia de Caballería se convirtió en el objetivo de las iras de alrededor de un millar de estudiantes vallisoletanos, que para mostrar su rechazo a la guerra de Irak lanzaron huevos contra la fachada. Y hablando de protestas, en la memoria colectiva queda el día que un grupo de objetores se encadenaron al monumento a los Cazadores de Alcántara que está enfrente del edificio. En 1990, quince jóvenes del Movimiento de Objeción de Conciencia de Valladolid se encadenaron al grupo escultórico de Mariano Benlliure para protestar por la obligación de hacer el servicio militar y para pedir la libertad de los insumisos encarcelados.

Los objetores encadenados al grupo escultórico de Caballería en 1990. H. Sastre

↓ También fue muy sonada la propuesta del PSOE de convertir la Academia de Caballería en un parador y un palacio de congresos. En septiembre del 2010, Óscar Puente, entonces candidato a la Alcaldía de Valladolid y portavoz del PSOE, aseguraba que había iniciado conversaciones con el Ministerio de Defensa para que cediera al municipio el edificio principal con la finalidad de convertirlo en un parador turístico. La propuesta incluía además levantar en el solar anejo dos auditorios. El proyecto tenía un coste inferior a los 50 millones de euros y, según dijo entonces el actual ministro de Transportes, solo se llevaría a cabo si ganaba las elecciones municipales de mayo de 2011 y si Zapatero seguía en la Moncloa. Ninguno de los extremos se cumplió y la idea quedó en el olvido.

Infografía del proyecto publicada en El Norte en el año 2010.

↓ Una penúltima curiosidad. A pesar de que se trata de la Academia de Caballería, en su interior no hay caballos. Los últimos ejemplares se entregaron en el año 2004 a las remontas del Ejército. Las antiguas cuadras y el picadero se utilizan hoy en día como aulas y escenario de actos sociales. Los cadetes de Valladolid siguen manteniendo contacto con el caballo, pero el trato se reduce a la práctica de la equitación como actividad complementaria a las materias de sus planes de estudios. En los últimos años, están practicando en los picaderos de la Guardia Real y en alguna remonta en Zaragoza o Ávila.

El escudo de la calle San Ildefonso representa a la orden de Calatrava. En la imagen, de julio del año 2000, con los andamios para la limpieza de la fachada. Henar Sastre

↓ Y la última. En el edificio destacan los escudos de piedra de la localidad segoviana Otero de Herreros que representan las cuatro órdenes militares más importantes que ha tenido la Caballería española: Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa. Pero no hay cuatro, sino seis. Dos están repetidos. «El escudo de la calle de San Ildefonso –Calatrava– es exactamente igual al que está más a la derecha de la fachada de la Academia y el escudo de María de Molina –Montesa– le sucede otro tanto, pues su gemelo se encuentra en la parte situada más a la izquierda. La razón de esta duplicidad se debe a que cuando miramos la fachada de la escuela desde cualquiera de sus dos esquinas podamos ver el mayor número de órdenes militares», explican desde la Academia. Lo pueden comprobar.

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