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Figuras de los Reyes Magos del belén napolitano del Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Rodrigo Ucero
El Hilo

Los Reyes Magos de Valladolid vienen de Nápoles

El Museo Nacional de Escultura cuenta con 184 figuras «y más de un millar de detalles» que los hermanos García de Castro recopilaron para hacer el belén napolitano mejor conservado del mundo

Carolina Amo

Valladolid

Sábado, 14 de diciembre 2024, 08:09

Los responsables del esta pinacotea insisten en que «se puede disfrutar durante todo el año», pero en la época navideña esta exposición acoge visitas de manera continuada. En la sede del Palacio Villena, ubicada en el interior del Museo Nacional de Escultura de Valladolid, se encuentra uno de los belenes napolitanos mejor conservados del mundo. La colección lleva formando parte del museo desde 1997 gracias a su adquisición en 1996 y al interés que los hermanos Carmelo y Emilio García de Castro. Ambos dedicaron varios años de su vida a recolectar las 184 figuras que hoy retratan la sociedad napolitana del siglo XVIII en Valladolid. Abro hilo:

↓ Un viaje a Nápoles junto a sus padres fue lo que hizo saltar la chispa de su devoción hacia los belenes napolitanos. La pareja de hermanos tendría seis o siete años cuando apenas comenzaban a juntar piezas para formar todo un séquito de esculturas. Valladolid, más concretamente el Ministerio de Cultura, tuvo el placer de conseguir «una colección privada de los García de Castro que data del último cuarto del siglo XVIII», explica Javier Andrés Pérez, conservador del Museo Nacional de Escultura. Como buenos apasionados en este ámbito «los hermanos compraban de lo mejor a lo superior», advierte al mostrar que la mayoría de figuras proceden de distintas colecciones, anticuarios y mercadillos que han hecho de esta «una de las mejores de Europa y del mundo».

La exposición del belén napolitano al completo. Rodrigo Ucero

↓ El lote, dentro de su diversidad, consta de piezas procedentes de la colección de la duquesa de Parcent, del duque de Hernani y algunas de ellas vienen de la colección de la Casa Real. Se trata de esculturas, que para formar parte de un belén napolitano «son de la más alta calidad y en su conjunto no parece que esté formado con piezas de distintas procedencias», explica. La exposición goza «de una gran extensión formada por 184 figuras con sus respectivos elementos y detalles que suman cerca de un millar», anota. Todas las esculturas y lo que Javier Andrés llama 'finimenti' (esos detalles necesarios para la puesta en escena del belén) llegaban al museo de la mano de los hermanos con un montaje arquitectónico. Llegaba el momento de darle un sentido y una narrativa a la composición. En 2016 se decidió otorgarle un enfoque más contemporáneo, para lo cual se encargó al escenógrafo Ignasi Cristià que hiciera una puesta en escena de este nacimiento con una atmósfera más moderna y neutra.

Detalles en los collares, pendientes y prendas de la sociedad napolitana. Rodrigo Ucero

↓ La colocación del escenógrafo es la que se mantiene a día de hoy de manera permanente en el museo. Al acercarse a la vitrina destacan las arquitecturas elaboradas en panel, pintado, etcétera y los mercados tradicionales de ese Nápoles del siglo XVIII como el frutero y la tienda de vinos. A su vez el paisaje entra en sintonía con edificios modernos para dar como resultado una puesta en escena de ópera. Los visitantes se reúnen en el centro de la vitrina para contemplar la joya de la corona. «El belén napolitano se compone de la escena principal, la natividad. La Virgen, San José con el niño recién nacido, el coro de ángeles, que va siempre acompañando a todos los montajes de este tipo y, seguido a estos, el séquito de los Reyes Magos», señala desde el otro lado. Desde las figuras más pequeñas hasta las más grandes, como es el caso de las de los reyes con los dromedarios que cuentan con 50 centímetros de alto, todas permiten ver de cerca todo tipo de detalles milimétricos como pendientes de plata, de coral y vestimentas con detalles en seda.

Escena de la Natividad del belén napolitano de Valladolid. Rodrigo Ucero

↓ Los detalles no son lo único que lo enriquecen. «Hay un conjunto de figuras que se sabe que envía Fernando IV a Carlos IV y que representan tipos de las distintas regiones de Nápoles y que están identificadas con unas etiquetas de la época ubicadas en la parte baja de las vestimentas», desvela. La escena principal es solo un pretexto para desarrollar el belén al completo. Diferentes tipos sociales de todas las regiones de la ciuadad que van desde las gentes de las montañas con sus vestimentas típicas, hasta los pescadores, plateros o vendedores de armas. En aquella época estas esculturas eran tan costosas así que solamente la familia real y los nobles del más alto nivel podían adquirirlas. Tener un belén de estas características en sus hogares era una forma más de mostrar su riqueza a las visitas. «Hoy en día costaría mucho saber en cuánto está valorada la colección. Si quieres comprar a la Virgen, San José y el Niño que están aquí a uno de esos artistas que siguen produciendo estas figuras el precio estaría cerca de 2.000 euros», estima.

Escultura del rey Baltasar del belén napolitano. Rodrigo Ucero

↓ En Nápoles la forma de hacer estas figuras se convirtió en un estándar, es decir, los artesanos de la época las elaboraban casi siempre de la misma forma. «En la actualidad, existen artistas que siguen haciéndolo con las mismas técnicas que en el siglo XVIII, desde la selección de las telas con las mismas características hasta los bordados de las prendas», detalla el conservador. Desde Nápoles se ha creado un arte completamente vivo y dinámico y que continúa como una tradición desde hace más de dos siglos que se ha ido especializando progresivamente. En esos tiempos todas las familias nobles de la ciudad napolitana tenían en sus casas belenes que se exportan a otros lugares de Italia y de la Europa católica, donde se populariza mucho esta práctica. Entrado el siglo XVIII estas piezas comienzan a llegar a España, fundamentalmente por dos razones. La primera es que Nápoles tenía una vinculación como virreino perteneciente a la corona española, ya que según asegura el conservador «España tenía unas relaciones históricas y culturales muy intensas con esta ciudad».

Javier Andrés Pérez, conservador del Museo Nacional de Escultura. Rodrigo Ucero

↓ Y en segundo lugar, en la dinastía de los Borbones, Carlos III es el Carlos VII de Nápoles y después se convierte en Carlos III de España, por lo que estas piezas se empiezan a coleccionar en España y se convierten en muy populares y deseadas por las familias nobles. Sin embargo, todo tiene un proceso de formación. Las figuras aterrizan en España gracias a las herencias que se van disgregando hasta que alguien, como por ejemplo los hermanos García de Castro, las vuelven a reunir otra vez después de muchos años de coleccionismo. Es entonces cuando se decide desde Valladolid adquirir esta colección del belén napolitano en los años 90, «ya que este se valoró como un conjunto de cualidades escultóricas muy destacadas que lo hacían merecedor de estar en un espacio como el Museo Nacional de Escultura», completa.

Un móvil capta una imagen del belén napolitano. Rodrigo Ucero

↓ Además de contar con una vitrina de grandes dimensiones que acapara toda la atención de la sala, se pueden observar piezas que están colocadas por separado. Y es que cuando se compró el gran lote y se montó en la sala con la escenografía se decidió un número determinado de piezas para colocar en la exposición. Pérez destaca que algunas de las esculturas del lote estaban repetidas de diferentes colecciones y que es por ello «que hay algunas expuestas y otras por separado». El museo decidió que las figuras repetidas de campesinos, grupos de soldados y ángeles de diferentes dimensiones no se incluyeran en la exposición ya que no formaban parte del conjunto. «Hasta hay otra natividad de la Virgen, San José y el niño», indica dirigiéndose al principio de la sala.

↓ No obstante, hay otras esculturas que se han separado para que el público las pueda observar más de cerca y puedan apreciar sus detalles. «El realismo que conservan algunas figuras retratan enfermedades físicas que presentaba la sociedad napolitana de la época, y que por ende, los artistas han querido reflejar en el belén», apostilla Pérez señalando la pieza de una campesina que aparece representada con el cuello abultado para hacer ver que padece bocio. Las manchas de la piel, los lunares, y determinadas malformaciones no están puestas por casualidad. Que un lote de esta categoría esté en Valladolid no es por azar y menos teniendo en cuenta la relación que España ha tenido con Italia a lo largo de los años. «La impronta del español está muy presente en Nápoles y también llega mucho arte de este tipo a la península ibérica, sobre todo desde el siglo XVI hasta prácticamente 1800», concluye. Está tan presente que Valladolid ha tenido la oportunidad de contar con esta joya napolitana que en temporada navideña «es de lo más visitado en el museo con diferencia».

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