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«No sé cómo será la guerra, pero aquí solo hay escombros y más escombros. Si uno se asoma al piso de la explosión y ... gira la cabeza a ambos lados, puede ver el último muro (el de la fachada) de las viviendas contiguas», lamentaban técnicos tras comprobar este martes el estado en el que quedó el número 23 de la calle Juan de Valladolid (8 plantas y 37 viviendas), en el barrio de Parquesol, tras la explosión de gas originada minutos antes de las 6:00 horas.
El epicentro de la deflagración, según apuntó el Servicio de Extinción de Incendios, se originó en la vivienda (tercero I) que habita de alquiler D. H. H., de 57 años, quien fue trasladado al Hospital Río Hortega en estado muy grave con quemaduras en el 55% de su cuerpo y problemas respiratorios por la cantidad de humo inhalado en escasos minutos.
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Fueron pocos porque en la vivienda contigua, en el tercero J, se hallaba en ese momento el policía nacional Javier Redondo, que se quedó entre los escombros tras escuchar y padecer la explosión, después de decir a su pareja y su hija que bajaran al exterior, para comprobar la zona y asegurarse de que no había nadie en el interior. Al ver de dónde venían las llamas, accedió a la vivienda de D. H. H., a quien le encontró en el exterior de su vivienda (en el tendedero). El fuego ya le había dañado su cuerpo, pero aun así pudo bajar por las escaleras a la calle para ser trasladado al hospital.
La explosión, originada al parecer en la cocina del tercero I, un habitáculo interior y con una sola ventana al comedor, fue buscando una salida al exterior, lo que propició que su onda expansiva recorriera la vivienda de D. H. H. hasta salir a la calle por los dos dormitorios de la vivienda y el comedor, a la par que recorría todas las plantas del inmueble a través del hueco del ascensor y de las escaleras. «Prácticamente todas las puertas de los dos ascensores y de las puertas de acceso a las casas están desencajadas por la onda expansiva», reiteraban a pie del edificio.
Una imagen vista por los propios vecinos que calificaban a primera hora de la mañana de «milagro» lo vivido. El estado en el que vieron sus viviendas y los rellanos, aún con el susto en el cuerpo, les dejaba intranquilos en la calle, donde se bajaron con lo puesto para recibir acto seguido mantas térmicas.
Lo tienen claro y no quieren esperar ni un día. Arquitectos y peritos trabajarán desde este miércoles en la rehabilitación del edificio. La idea es que desde mañana se completen las primeras labores de desescombro por si fueran necesarias, sobre todo en la tercera planta, donde la deflagración ha convertido tres viviendas en un único espacio diáfano. La estructura, según se ha detallado a través de los servicios municipales, no ha sufrido grandes daños. No habrá que completar una rehabilitación completa, pero sí específica.
Y todo para que aquellos vecinos que no han sufrido grandes daños en su vivienda puedan volver cuanto antes a ella. Para eso se tendrá que restablecer los suministros cortados desde primera hora de este martes. Asimismo, esta noche la seguridad del inmueble correrá a cargo de la Policía Local, mientras que a partir de mañana apoyará también seguridad privada por parte de la aseguradora. Todo hasta que se puedan colocar las puertas de acceso a las casas, arrancadas por la onda expansiva. Más tiempo tardarán en reparar los dos ascensores del inmueble al componerse piezas que muchas ya no se fabrican.
Ya en la vía pública se veían los desperfectos exteriores. La barandilla del tendedero del tercero I había volado hasta el edificio de enfrente y prácticamente los cristales de todas las ventanas que daban a la calle Juan de Valladolid se habían quebrado. Tanto los del edificio explosionado como los del de enfrente. La calzada se había convertido en un mar de cristales pequeños en cuestión de segundos.
Mientras tanto, el fuego declarado en la vivienda de D. H. H. se extendía por la fachada para afectar con mayor virulencia en el cuarto y el quinto de la misma letra. Pero el control del incendio fue rápido porque a la llegada de los Bomberos «ya tenía un carácter muy leve». «Los daños materiales han sido provocados por la explosión más que por el incendio y son muy cuantiosos en toda la zona de la tercera planta, que es donde se ha producido», manifestó el jefe de Bomberos de Valladolid, Javier Reinoso, quien detalló que «se han roto muchos muros de división de las viviendas por la onda expansiva, que ha provocado la apertura violenta de muchas viviendas en todas las plantas del edificio».
«El motivo de la ignición no puedo apuntarlo, habrá que hablar con la víctima de la vivienda siniestrada que podrá darnos más información al respecto. Probablemente haya habido una fuga previa y un motivo de ignición que puede haber sido cualquier cuestión: ir a preparar el desayuno, una chispa eléctrica o cualquier otra cosa», añadió.
De hecho, los trabajos de la Policía Científica se centraron durante gran parte de la mañana en inspeccionar la cocina del tercero I.
Además del hombre trasladado al Río Hortega en estado grave, se atendieron también, de carácter leve, a otras doce personas, que recibieron el alta durante la jornada (entre ellos dos bebés). Su prioridad en ese momento era su estado de salud, mientras que los restantes, todos ellos en la calle, empezaban a despertar de la pesadilla para asimilar los futuros problemas de vivienda.
Fue una mañana de ambulancias, camiones de bomberos y policías, pero también de inesperadas reuniones de vecinos en la acera de enfrente de su vivienda. Les preocupaba el estado de su vivienda, y por su cabeza rondaban lo que hace casi un mes había pasado en Goya, 32. No sabía qué iba a pasar, aunque desde el Ayuntamiento se apresuraron, a mitad de mañana, a asegurar que el inmueble no corría riesgos.
Sin tiempo que perder, a través de las aseguradoras, los afectados han elegido al Washington Suites Hotel, en la calle Manuel Azaña, para pasar la primera noche fuera de su hogar tras la explosión. El hotel se encuentra a tres calles paralelas de Juan de Valladolid. A pesar de que los casos se han resuelto de forma conjunta, el Ayuntamiento de Valladolid ofreció la posibilidad de alojamiento a los vecinos, sobre todo, si ahora mismo no podían hacer frente a un pago inicial o si existía cualquier problema con el seguro. Otros, gran parte de ellos, ha optado por mudarse momentáneamente a una vivienda familiar. «Estaremos para lo que nos necesiten», ha recalcado el concejal de Servicios Sociales, Rodrigo Nieto.
Una representación encabezada por el alcalde, Jesús Julio Carnero, junto a los concejales de Urbanismo, Seguridad Ciudadana y Servicios Sociales. Fue precisamente Rodrigo Nieto, de Servicios Sociales, uno de los primeros en dirigirse a los afectados. Al igual que en Goya, les prometió que no iban a estar solos, con la posibilidad de realojarse en hoteles de la ciudad, además de ofrecer el centro de vida activa de Parquesol con trabajadores sociales y psicólogos.
Una ayuda que agradeció el administrador de fincas del inmueble. Ardua jornada para él, que se pasó todo el día a las faldas del edificio. Gestionó con la aseguradora Ocaso, con técnicos y arquitectos para que los vecinos se despreocuparan de todo durante este martes. Hasta el punto de que no fue necesaria la colaboración de Servicios Sociales para dar alojamiento a los afectados, al hacerse cargo desde el primer día la aseguradora.
Con esa 'tranquilidad', los vecinos accedieron a primera hora de la tarde a sus domicilios para recoger las primeras y necesarias pertenencias. Acompañados de policías y bomberos vieron, de día, el estado en el que quedaron sus pisos, para sin parar a pensarlo, volver al exterior cargados de mochilas y maletas.
Hasta ese punto se acercó también una trabajadora social del Ayuntamiento para ofrecer su colaboración a los inquilinos de las 37 viviendas de Juan de Valladolid. Para dar tranquilidad a varias personas en uno de sus días más largos.
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