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Eran las 5:55 de la mañana y Javier Redondo se encontraba durmiendo plácidamente en su casa del tercer piso del número 23 de la calle Juan de Valladolid. Su mujer ya se había levantado y se estaba preparando para ir a trabajar mientras la ... hija de ambos también dormía a pierna suelta. Todo hacía indicar que el 29 de agosto de 2023 sería un día más en la rutina de esta familia, pero un ruido ensordecedor lo cambió todo. «Escuchamos una explosión enorme de repente. Al principio no sabíamos lo que pasaba y mi mujer empezó a gritar 'nos quemamos, nos quemamos», relata Javier, que rápidamente dijo a su mujer y a su hija que se pusieran unos zapatos y salieran hacia la ventana para evitar que se intoxicaran por inhalación de humo mientras él se asomaba al rellano para ver si se podía bajar del bloque de viviendas por las escaleras.
Javier pudo ver que los efectos de la deflagración eran devastadores, pero se podía bajar por las escaleras. Así que indicó a su familia que bajaran y se alejaran del edificio mientras él buscaba supervivientes entre los escombros. «Desde mi casa se veía directamente el piso del vecino en llamas. No había pared y creo que los tabiques y los techos de mi casa no estaban», apunta este agente de la Policía Nacional, al que se le quiebra la voz cuando cuenta lo que vio al entrar en el piso de su vecino. «La casa estaba en llamas, caía agua por las tuberías y la cama de mi vecino esta ardiendo. Era como una película de acción, al estilo de la Jungla de Cristal», añade.
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Si lo que vio Javier era algo parecido a la Jungla de Cristal, él se erigió en héroe de acción para sacar de entre los escombros a su vecino que fue, a la postre, el herido más grave de las trece personas que tuvieron que ser atendidas tras la explosión. «Entré en casa de mi vecino casi con la certeza de que iba a estar en casa porque suele estar habitualmente y me lo encontré desnudo, quemado en su terraza. Estaba consciente y me decía una y otra vez 'estoy muerto'. Estaba en shock y en el momento en el que yo le tocaba se quejaba de dolor. Tenía ampollas y la piel levantada», señala Javier, que actuó con celeridad para sacar del peligro a su vecino. «Le agarré y le saqué de entre los escombros. Luego me ayudó otro vecino, el del 3º K, y entre los dos le pudimos bajar por las escaleras», indica.
Y así ha sido finalmente el 29 de agosto de 2023 para Javier Redondo y su familia, un día que prometía ser uno más en la rutina familiar y que ha tornado en una jornada que permanecerá grabada en su memoria, pese a que lo sucedido ha dejado conmocionados a todos los vecinos. «Hasta que no he llegado a la calle he pensado que estaba soñando», reconoce este policía realmente sorprendido de que un suceso de estas características se haya saldado sin que haya que lamentar fallecimientos. «Viendo los daños de las viviendas, parece un milagro que no haya víctimas mortales», concluye Javier Redondo con el pesar del que teme por el estado de su casa y la satisfacción del que ha salvado una vida.
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