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Eva Esteban
Valladolid
Sábado, 24 de octubre 2020, 23:24
La Valladolid vacía es esto. Quién iba a decir a sus vecinos que sus calles se tornarían fantasmas de la noche a la mañana. Otra vez. Que volverían a vivir un sentimiento similar al experimentado durante el estado de alarma. El coronavirus ha vuelto a acallar la noche de la comunidad en un intento por frenar su propagación. La ciudad está desierta desde las diez de la noche, y así permanecerá hasta las seis de la mañana, en principio durante quince días. Un amplio operativo, conformado por Policía Local y Policía Nacional, peina los barrios de la capital, examina calles y zonas de copas, para verificar que todos los vallisoletanos están en sus domicilios.
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Afuera tan solo están aquellos a los que una fuerza mayor les empuja estar en vía pública o a regresar después del toque de queda a su casa, así como repartidores apurando los últimos pedidos (los restaurantes pueden servir comida a domicilio hasta las 23:00 horas). Los únicos incidentes registrados hasta el momento han tenido lugar minutos después de las 22:00 horas, cuando dos grupos de jóvenes se han concentrado en la Plaza Mayor y la Plaza de Colón, respectivamente, movilizados a través de las redes sociales, para mostrar su desacuerdo contra las restricciones aplicadas.
Asimismo, los cuerpos de seguridad se han coordinado para llegar al mayor número de zonas posible. Así, desde aproximadamente las 21:00 horas, varias patrullas tanto de Policía Nacional como de Municipal han reforzado su presencia, especialmente en el centro, para disuadir a los transeúntes para que regresaran a sus domicilios a la hora prevista. También han implementado controles de seguridad de forma simultánea en diferentes puntos de la capital vallisoletana, como en el entorno de Poniente o en la Plaza Mayor. La Guardia Civil, por su parte, ha hecho lo propio en uno de los accesos a Arroyo de la Encomienda, junto a una rotonda situada en la Avenida de Salamanca, entre otros.
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Pero aún están «a la espera» de calibrar cómo es el comportamiento de los vallisoletanos durante la primera noche del toque de queda para definir el operativo y reajustar los turnos pertinentes. Así lo ha asegurado el concejal de Salud Pública y Seguridad Ciudadana, Alberto Palomino, quien ha apelado a la «responsabilidad de todos» porque, ha incidido, «no hay ni es imposible que haya un policía para cada vecino». «Queremos ver la respuesta de los ciudadanos a partir de esta noche, y más siendo un sábado, que se supone que es cuando más movimiento puede haber, para poder definir la cantidad de agentes que queremos tener en la calle y coordinarnos también con Policía Nacional», ha argumentado.
Mientras tanto, los controles en la ciudad de ambos cuerpos son aleatorios, aunque prestando especial atención a aquellas zonas más «propensas a registrar movimientos». «Hay sitios donde tradicionalmente hay alguna patrulla cerca, aunque todas estarán vigilantes. Es más fácil de controlar, va a ir todo un poco en función del ruido que haya, que se oigan coches, personas... Cuando todo el mundo está en casa es más fácil detectar lo que ocurre por el sonido», ha continuado el edil.
Pero antes, a última hora de la tarde, había terrazas llenas, calles comerciales muy transitadas, si bien es cierto que durante la mayor parte del día los vallisoletanos se quedaron en casa. Precisamente por el hecho de que en el entorno de Coca, entre otros, hubiera más movimiento, los agentes han estado más vigilantes y uno de los controles se ha fijado allí.
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Abel Verano, Lidia Carvajal y Lidia Carvajal
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
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