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Valladolid
Un proyecto de oficinas busca rescatar del olvido el histórico y vandalizado silo de la avenida de GijónFue el primero se su categoría levantado en España en el marco del plan de almacenamiento de trigo organizado por el régimen franquista en la ... posguerra y aún se yergue orgulloso, con sus más de treinta metros de altura, al borde de la avenida de Gijón. Allí, frente al colegio Cristo Rey y el centro autonómico de atención a la discapacidad, se encuentra, a día de hoy abandonado y vandalizado hasta el extremo, el único silo de la antigua red estatal a la espera de un nuevo uso que lo devuelva a la vida a cargo de sus actuales propietarios, la cooperativa palentina Agropal, en cuyos despachos está sobre la mesa un estudio para reconvertir el histórico y catalogado inmueble, como primera opción, en un edificio de oficinas para la plantilla en aumento de esta sociedad.
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«Hemos encargado a una arquitecta una valoración sobre las posibilidades del inmueble y, aunque su uso no está aún decidido, es cierto que las carencias de espacio que tenemos en nuestra sede de Palencia hacen que planteemos habilitar este espacio como oficinas para los numerosos trabajadores que tenemos en Valladolid y poder evitarles de paso los desplazamiento», apunta César Reales, gerente de la cooperativa palentina, cuya plantilla supera a día de hoy los cuatrocientos empleados entre personal administrativo y laboral de sus numerosas ramas de negocio.
El silo en cuestión, que fue levantado en 1949 por el Servicio Nacional del Trigo (SNT), fue cayendo en un progresivo desuso hasta su abandono definitivo en el último tercio del siglo XX. El Gobierno mantuvo su propiedad hasta 2003, cuando se lo cedió a la Junta y la administración autonómica lo vendió a través de una subasta, en la que Agropal logró su titularidad por 257.883 euros. Su paso a manos privadas se certificó a través de una resolución publicada en el Boletín Oficial de Castilla y León (Bocyl) el 24 de junio de 2022.
La parcela en la que se encuentra el silo, y dos pequeñas edificaciones auxiliares, ocupa una amplia parcela de más de cuatro mil metros cuadrados en el número 40 de la avenida de Gijón. Las vallas de su perímetro permitieron conservarlo intacto hasta que en 2014 comenzaron a brotar en la fachada del silo, un bloque de treinta metros de altura -el equivalente a un edificio de ocho pisos- y una superficie construida de más de seiscientos metros cuadrados, los primeros grafitis.
Aquellas primeras pintadas, rubricadas por 'artistas' habituales del borratajo ('Üeya', 'Trey' o 'Flos'), se limitaron a la planta baja y al exterior del silo. Y fue precisamente en 2022, cuando la parcela pasó a manos de la cooperativa palentina, cuando comenzaron a brotar los grafitis tanto en el interior como, lo que es más peligroso, en la parte exterior de su última planta. Para ello los grafiteros y numerosos menores -sus visitas han sido objetos de intervenciones policiales en los últimos años-, entre otros, rompieron un barrote de la verja de entrada, que fue soldada el año pasado, ya por operarios de Agropal, para después hacer lo propio tanto por delante -soltando otro barrote- como por detrás -a través de un boquete abierto en la valla- de la parcela. Este último ha sido ampliado en los últimos días para facilitar el paso.
Y para acceder al silo en sí, al menos, a día de hoy, sus visitantes habituales arrancaron la reja metálica de una ventana de la parte posterior del inmueble y colocaron, y así sigue, una silla para saltar sin demasiadas complicaciones. En la última planta, por últimos, rompieron las ventanas para poder salir a su tejado. Las decenas de grafitis que decoran hoy cada rincón del interior del almacén y las que coronan los muros exteriores de su cubierta, a más de treinta metros de altura, dan fe del paso habitual de jóvenes por su interior.
La peligrosidad de las visitas al silo, y más aún a su tejado, quedó en evidencia el pasado 19 de marzo -en pleno temporal de lluvia y viento-, cuando policías locales y bomberos tuvieron que acudir de madrugada a rescatar a una chica de 14 años que se había quedado literalmente colgada de unos cables cuando caminaba por el tejado. Una amiga fue la que avisó a los servicios de emergencia -eran las cuatro de la mañana de un miércoles-. La menor pudo ser rescatada por un agente y un bombero en una intervención de riesgo no solo para ella sino también para los funcionarios.
El silo, pese a todo, permanece desde entonces con sus dos puntos de acceso a la parcela -por delante y por detrás- abiertos y con la verja arrancada de la ventana del edificio principal suelta también para facilitar el acceso al interior.
«Desconocíamos esta situación, aunque hemos intervenido ya varias veces para intentar impedir la entrada, pero vamos a enviar de inmediato a nuestros operarios a revisar la parcela al completo parar soldar todos los puntos de entrada y cerrarla de nuevo», anticipa el gerente de la cooperativa palentina, quien prefiere «no poner fecha» a la vuelta a la vida del histórico silo de la avenida de Gijón.
«Hablamos de un proyecto a medio plazo, pero que tenemos intención de hacer, desde luego; pero al margen de ese uso como oficinas estamos buscando más posibilidades», explica César Reales, quien incide en esa «necesidad de espacio para el numeroso personal que a diario tiene que desplazarse desde Valladolid a Palencia» como principal objetivo de la intervención. «Ahora mismo tenemos en marcha muchos proyectos grandes y este, en cuanto lo tengamos definido por completo, se lo enviaremos al Ayuntamiento y lo presentaremos», incide el directivo de Agropal antes de apuntar que su compromiso «es darle un uso». Como oficinas, en principio, como opción principal; aunque también con otras posibilidades complementarias.
Y espacio tiene la parcela, desde luego, tanto para oficinas como para otras opciones para una cooperativa en plena expansión y que cuenta con decenas de fruterías y supermercados que lucen su nombre en Valladolid.
El terreno de su propiedad en el número 40 de la avenida de Gijón ofrece más de cuatro mil metros cuadrados de posibilidades en torno a su histórico silo de cereal. El almacén de Valladolid fue, junto a otro construido precisamente en la provincia palentina (origen de la Agropecuaria Palentina Sociedad Cooperativa, que eso significa Agropal), en Villada, el primero en ser levantado (en 1949) por el Servicio Nacional del Trigo, creado en 1937, aún en plena Guerra Civil, para monopolizar la compra de cereal a los agricultores y su posterior almacenamiento y distribución.
El silo de la avenida de Gijón cuenta con una capacidad de 2.950 toneladas y estaba destinado a recibir el cereal para su conservación a corto plazo antes de su traslado a otros almacenes de mayores dimensiones de la red o para su manipulación en harineras e industrias del sector. Su gestión estuvo en manos del Servicio Nacional del Trigo hasta 1969, cuando cambió su denominación a Servicio Nacional de Cereales para después, a partir de 1971 (año de fundación de Agropal) y hasta su disolución en 1995, ser gestionada por una entidad pública denominada Servicio Nacional de Productos Agrarios.
El silo, ya abandonado, pasó en 2003 a manos de la Junta y es desde 2022, fruto de su enajenación, propiedad de Agropal. Y a esta última los vecinos de la avenida de Gijón y sus barrios colindantes (Girón, Huerta del Rey y La Victoria) le piden celeridad para devolver a la vida a este inmueble con 76 años de historia y que hoy se ha convertido en un peligroso punto de encuentro de gamberros, menores y grafiteros. «Lleva años abandonado y es una pena verlo así, cuando es un edificio precioso que podría recuperarse para cualquier cosa», apuntan los residentes del entorno, que no recuerdan cuando estuvo en uso por última vez.
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