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La Avenida de Gijón, un camino marcado por el Canal de CastillaLa vieja carretera que une Adanero con Gijón (la N-601) atravesaba –atraviesa aún- la ciudad. Ahora, algunos de los hitos que señalizan la carretera a cada kilómetro, todavía se pueden ver, por ejemplo, en la Avenida de Isabel la Católica que termina donde comienza el Puente Mayor.
Y cruzando el puente, es donde comienza la Avenida Gijón, que muchas personas siguen llamando 'carretera de León', pues es, ciertamente por donde se va a aquella ciudad. Aunque si nos remontamos al siglo XVIII este era el 'camino de Villanubla'.
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La Avenida Gijón, como algunas otras carreteras importantes, como la de Burgos, por ejemplo, se fue consolidando como un polígono industrial en forma lineal a ambos lados de la avenida. Y con más motivo en este caso, pues en ella se establecieron las primeras industrias que se crearon en torno a la dársena del Canal de Castilla o algunas fábricas de harina, como la de La Perla.
Hasta la industrialización del siglo XIX, nada más pasar el pequeño núcleo de población que había al otro lado del Puente Mayor (conocido como arrabal del puente), todo eran huertas, eras, viñas, frutales y tierras de labor. Mas, no era un lugar insignificante, pues en este arrabal había una ermita, un convento y un humilladero y era un enclave de caminos (luego carreteras). Además, el puente tenía una de las puertas de acceso a Valladolid, y junto a ella el correspondiente fielato para cobrar a quienes venían a la ciudad a vender sus productos. Y mediado el siglo XIX en la plaza de San Bartolomé se construyó la famosa estación del tren Económico a Rioseco, popularmente conocido como 'tren burra'.
Sin duda una de las dos principales referencias históricas de la avenida es la ya citada fábrica de harinas La Perla. Declarada Bien de Interés Cultural en 1991, la fábrica se construyó entre 1856 y 1857 y se levantó de nuevo tras ser destruida por un incendio el 5 de julio de 1912. Estuvo en servicio hasta 2006. En 2010 pasó a ser el Hotel de la Ensenada, hasta que cerró de forma traumática en 2017. Abandonado a su suerte, el edificio fue ocupado en 2018 por un grupo de activistas y vecinos, y reconvertido en el 'Centro Social La Molinera', hasta que en 2023 fue desalojado por los nuevos propietarios. Y de momento sigue cerrado.
Nada más pasar la harinera, comienza un jardín lineal que bordea el desagüe del Canal hasta su desembocadura en el Pisuerga. Este parque antes fueron huertas, y en su parte final, escondido entre el arbolado, destaca uno de los árboles más emblemáticos de Valladolid: una secuoya al que se le estima una edad de 200 años. A sus pies hay una curiosa casa de estilo suizo.
La otra principal referencia es la dársena del Canal de Castilla, el que podemos considerar primer polígono industrial de Valladolid (hacia 1835). De entre las empresas que allí se instalaron destaca Fundiciones del Canal, que en la primera década del siglo XX estaba cerrada hasta que en 1938 la adquirió el catalán Manuel López Antolí, que la reconvirtió en una empresa textil. Tras varias vicisitudes motivadas por las herencias, sin perder nunca su dedicación textil, terminó por llamarse «Hemalosa Industria Textil SA». El empresario barcelonés nacido en 1890 y establecido en Valladolid hacia 1937, desde 1946 da nombre a la calle donde estaban las instalaciones por él fundadas. Hemalosa cerró en 2001 y en su solar se ha establecido la empresa Ballesol, que ha abierto una residencia de personas mayores.
Según se camina por la Avenida Gijón, a izquierda y derecha se van abriendo diversos puntos de interés: la Cuesta de la Maruquesa, sobre la Dársena del Canal, desde donde Wyingaerde dibujó hacia 1561 la primera panorámica conocida de Valladolid. Y en la cima de la cuesta se levantó una de las 52 torres del telégrafo óptico que discurría entre Madrid e Irún y que estuvo en servicio apenas nueve años desde 1846.
Igualmente llama la atención un silo de 1945, inmediato a la estación de servicio.
Las laderas de la Cuesta en el siglo XIX, y parte del XX, fueron un importante viñedo y plantación de árboles perteneciente a Miguel Díez y Díez, que elaboraba vinos bajo el nombre comercial de Fuente de la Mona. Miguel Díez fue efímero propietario de El Norte de Castilla en 1912.
En la acera de la izquierda, nada más terminar las casas de Huerta del Rey, y antes de la calle que conduce hacia el barrio Girón, se levanta el Instituto Politécnico Cristo Rey de la Compañía de Jesús. Uno de los más importantes centros educativos de Valladolid. Se creó en 1940 en la calle Muro, en 1942 se muda a una finca en la cuesta de la Maruquesa, y en 1964 comienzan a edificarse las actuales instalaciones, que por entonces se conocían como 'Escuelas profesionales de Cristo Rey', con edificio para internado incluido. Esta institución nació con la vocación de asistir, e incluso vestir, a huérfanos de la Guerra Civil. Su mayor crecimiento se produjo a partir de que Valladolid pasara a declararse Polo de Desarrollo industrial, que contribuyó a la implantación de industrias de la automoción. Como curiosidad se puede contar que fue el primer instituto del país en implantar la especialidad Electrónica para Radio y Televisión.
La nave de talleres y los bloques de aulas y viviendas, proyectados por el arquitecto Luis María Martínez Feduchi, se han inscrito en el registro DoCoMoMo, dedicado a poner en valor las arquitecturas del Movimiento Moderno. Martínez Feduchi, madrileño, entre otros edificios notables, diseñó el Museo de América, de Madrid y el Auditórium de Palma de Mallorca.
Los Chopos es una de las calles que a mano izquierda comienzan a subir por el cerro de las Contiendas, y en ella está un histórico restaurante con el mismo nombre que la calle. Fue fundado en 1956.
El tanatorio de San José, a mano derecha apunta ya la parte final de la avenida. Más adelante, el Hotel Conde Ansúrez, frente a él el Cementerio Municipal de las Contiendas. Comenzó a funcionar en 1994 una vez que el histórico Cementerio del Carmen ya no tenía más espacio para seguir extendiéndose. La construcción de este cementerio levantó las protestas del sector de los marmolistas pues el mantenimiento lo lleva la sociedad municipal que lo gestiona: Nevasa. Y, además, hay una severa limitación de los adornos y objetos que se pueden instalar en los panteones, para que el cementerio conserve un aspecto general ajardinado.
Aunque a lo largo de la avenida hay varias industrias más o menos mezcladas con viviendas, en el último tramo, antes de convertirse en carretera propiamente, es donde se concentra el mayor número de naves, talleres y comercios que confieren un aire propiamente industrial a la avenida de Gijón.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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