Los ultraligeros de la escuela de pilotos del aeródromo de Matilla. El Norte
Accidente aéreo en Valladolid

Un ultraligero fiable, manejable y sin caja negra para vuelos visuales

Los usuarios del aeródromo de Matilla destacan la fiabilidad del aparato que cayó al río el pasado sábado y la «amplia experiencia» de los dos pilotos que viajaban en él

J. Sanz

Valladolid

Lunes, 19 de diciembre 2022

El ultraligero siniestrado en las aguas del Duero era un modelo «seguro, fiable y fácil de manejar», de los más utilizados en el sector, pertenencia a la firma italiana Tecnam, que era utilizado de manera habitual por los instructores y pilotos del aeródromo de Matilla, ... donde cuentan con una escuela de pilotos, en la que ofrecen, entre otros, cursos para obtener la licencia ULM que habilita para ponerse a los mandos de estos aparatos. Y a sus mandos, según coinciden en señalar dos pilotos asiduos de las instalaciones, iban «dos personas experimentadísimas» que sumaban «miles de horas de vuelo».

Publicidad

La aeronave siniestrada era una Tecnam P-92, un modelo de la firma italiana con un precio de mercado que ronda los cincuenta mil euros». Con unas medidas de 6,3 metros de largo y 9,6 de envergadura (longitud de las alas), un peso máximo de 450 kilos (de ahí su catalogación como ultraligero), una velocidad de crucero de 215 kilómetros por hora y una autonomía de 800 kilómetros, este tipo de ultraligeros son utilizados habitualmente para realizar «vuelos visuales -VFR, del inglés 'Visual Flight Rules' (reglas de vuelo visual)-» en los que «no era necesario contar con un plan de vuelo establecido» y tampoco la supervisión específica de una torre de control.

Los Tecnam P-92 rondan los cincuenta mil euros y son habituales de la aviación deportiva

Las Tecnam, y también la aeronave siniestrada, cuentan con un instrumental básico de vuelo, pero «suficiente», a juicio de los pilotos consultados, y un equipo de radio convencional que permite «comunicarse con la torre más cercana o con otros aparatos en vuelo en un radio cercano». Estos aparatos, utilizados para la aviación deportiva, carecen, eso sí, de cajas negras como los aviones comerciales para registrar las incidencias de vuelo o de las conversaciones de los pilotos.

«Son aviones sencillos y fáciles de manejar, pero muy utilizados en aviación deportiva y también muy seguros», insisten las fuentes consultadas, que apuntan a que estos modelos pueden alcanzar hasta un máximo de mil metros de altura (sobre la cota de tierra) y explican que habitualmente «no se emplean para hacer vuelos rasantes más allá de la aproximación a la pista de aterrizaje, cuando se rondan los 800 pies (243 metros)».

Publicidad

«Beatriz se crió entre avionetas y Guillermo era cuidadoso hasta el extremo con la seguridad»

«Es un momento de duelo para todos, ya que aquí nos conocemos todos, y lo ocurrido es un mazazo terrible para nosotros», lamentan los pilotos consultados, que prefieren no publicitar sus nombres y apelan a la investigación, tanto judicial como de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (Aesa), para conocer las causas de lo ocurrido. «Ahora mismo es difícil hacer hipótesis más allá de que parece claro que algo súbito les debió ocurrir en vuelo para acabar precipitándose sobre el río», apuntan.

Tanto Guillermo como Beatriz, de 54 y 40 años, eran «dos personas muy queridas por toda la comunidad de pilotos de Valladolid y de todos aquellos que frecuentaban el aeródromo», coinciden en señalar sus usuarios antes de destacar la profesionalidad de sus gestores. «Es, sin duda, uno de los mejores aeródromos deportivos de España y Pascual, el padre de Beatriz, tenía un amplísimo conocimiento de los aviones, al igual que ella, que se crió entre ellos», explican. De su acompañante en el fatídico vuelo del sábado, Guillermo, recuerdan que era también un amante de la aviación: «Era muy cuidadoso, hasta el extremo, con la seguridad y, al margen de tener muchísimas horas de vuelo, contaba no solo con la licencia ULM sino con la superior de avionetas (PPL).

Publicidad

Tanto Guillermo como Beatriz, añaden los pilotos consultados, «conocían a la perfección el aparato, su funcionamiento y, sobre todo, el terreno en torno al aeródromo de Matilla». El siniestro, en este sentido, ocurrió a poco más de tres kilómetros y medio de la pista de aterrizaje, aguas abajo de la pesquera del Duero situada entre Villamarciel y Villanueva de Duero.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad