Organización, encaje de bolillos y mucho tiempo. Así se planifican los diferentes deberes en el agujero negro de Valladolid. Colaboración ciudadana para suplir la falta de servicios. Un ejemplo de esta situación se vive a diario en Wamba con Cristina Díaz de Figueroa, que ha ... montado un improvisado Uber rural para llevar todos los días a sus hijos y a los de su primo a estudiar en la capital. Cuatro menores que, por diferentes motivos, estudian en la capital vallisoletana y dependen de aquellos que tienen carné de conducir para recibir las clases.
Publicidad
Con esta situación, Cristina se levanta todos los días a las 6:00 horas, una más tarde se pone camino de Valladolid para ir 'repartiendo' alumnos por diferentes centros educativos. «Entro por la Bola del Mundo, suelto a uno en la plaza de Tenerías, voy por Isabel la Católica, dejo a otros dos, y luego, en Plaza España, a Natalia, que luego tiene que coger un autobús para trasladarse hasta Laguna de Duero», describe Cristina en lo que es su día a día.
A las 7 sale cada mañana y vuelve a casa sobre las 8:30 horas. 90 minutos de la jornada que los dedica íntegramente a llevar a sus hijos a clase. A la hora de comer, esa labor la completa su primo Santiago Rodríguez, realizando el trayecto a la inversa. «Como cursan en la ciudad, engullen la comida, y otra vez a volver a actividades extraescolares a Valladolid», agrega.
A pesar del engorro de llevar a los niños al colegio, «la vida en el pueblo no la cambiamos por nada». «Somos conscientes de la situación que padecemos, con escasos servicios. El único servicio que tenemos en Wamba es el del bar y el de la farmacia. Y damos las gracias por cómo estamos. Hay gente que echa números con tanto viaje y opta por quedarse en la capital. Piensan que les compensa gastárselo en un piso en la ciudad. Es una realidad. La gente está desatendida», continúa Díaz de Figueroa, que destaca el compañerismo de los vecinos.
Publicidad
«En Wamba somos una gran familia y si alguien necesita algo, nos apoyamos. Si alguien va al frutero a Villanubla, avisa. La gente no es consciente de ese alcance. Es lo bueno y lo malo de vivir en un pueblo. Tienes la tranquilidad y lo disfrutas, pero cada vez lo ponen más difícil», añade.
Más información
Su situación particular se añade a la escasez de servicios que padecen en la zona. Sufren la falta de tiendas de alimentación, de bancos, de gasolineras... y la cobertura e Internet. «Y al final somos unos privilegiados porque realmente estamos a 15 minutos de Valladolid. Pienso en la gente que está más lejos y no sé cómo lo harán. Aquí solo llega Movistar y si no tienes esa compañía, estás aislado. Al igual que con Internet», concluye Cristina con un futuro temor.
Publicidad
«Va a llegar un momento en el que estaremos como las personas mayores de Wamba, que realmente no tienen recursos y dependen de vecinos e hijos».
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.