Es uno de los primeros casos documentados en España. Y fue en Valladolid. Concretamente en Sardón de Duero. Era 1973, cuando nueve pastores de una granja presentaron lesiones pustulosas en dedos y antebrazos. Era dermatitis pustular contagiosa, de la familia de los poxvirus, y presenta ... paralelismos con los brotes de viruela del mono que se viven actualmente.
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Publicado en 'Medicina Clínica' por Rodríguez Torres, Álvarez Quiñones, Landínez, García Muñoz y Ortiz de Lejarazu, el estudio relata el análisis al que se sometieron cuatro de los nueves pastores (dos de ellos se sometieron a un ensayo de diagnóstico etiológico) que ordeñaron ovejas en marzo de 1973.
Se estudiaron cuatro enfermos. Todos ellos presentaron una historia clínica muy similar, iniciada de una a tres semanas antes de acudir a la consulta. Todos sufrieron lesiones cutáneas, localizadas en dedos de las manos y muñecas, que habían ido creciendo lentamente hasta alcanzar el tamaño de un «garbanzo».
El número de lesiones fue de dos en dos enfermos, tres en uno y cinco en el otro. Uno de los pacientes presentó linfangitis (infección de los vasos linfáticos) y adenitis axilar (nódulo palpable en la zona axilar), pero ninguno manifestó fiebre ni síntomas generales. «Las ovejas con las que los enfermos estaban en contacto presentaban lesiones muy similares localizadas en las ubres y en las patas», incide uno de los artífices del estudio, Raúl Ortiz de Lejarazu, que completó la investigación con 26 años.
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A partir de ahí, se tomaron muestras para inocular embriones de pollo. «Cada una de las tres muestras fue inoculada en diez huevos de gallina de 11 días de incubación», refleja el artículo. Muchos de esos huevos presentaron una marcada mortalidad como consecuencia del traumatismo de la inoculación. «Alrededor de un 30% de los restantes, se observaron lesiones pustulosas muy poco evidentes y en escaso número. Aun así, permitieron observar el desarrollo de pequeñas lesiones pustulosas en un primer análisis, que fueron menos evidentes en el segundo», se refleja en el informe.
Muestras, ensayos y conclusiones, «con resultados benignos». «Nuestros casos humanos se caracterizaron por la presentación de lesiones múltiples, aunque en escaso número (de dos a cinco) mientras en la literatura se refiere un claro predominio de lesiones solitarias. Nuestros casos fueron muy benignos, observándose en uno solo la existencia de linfangitis y adenitis», se añade en la publicación en 'Medicina Clínica'.
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Castilla y León continúa sin casos confirmados de viruela del mono, según ha apuntado este martes la Consejería de Sanidad de la Junta. Una nueva jornada sin que los brotes de este virus, presente ya en nueve comunidades de España, entre en la región. Según el avance que está experimentado la enfermedad, Castilla y León está ya preparada para recibir al virus. Durante el pasado fin de semana, la región vivió un caso sospechoso de viruela del mono, un hecho que se descartó y que no obligó a activar el protocolo.
La expansión del virus no deja de crecer en todo el mundo. Más de 92 (30 en España) son los casos confirmados hasta el momento por la Organización Mundial de la Salud, que ha incidido en que el número seguirá aumentando en los próximos días con la proliferación de los protocolos de identificación del virus en todos los países.
Una falta de signos y síntomas generales de importancia que «puede enmascarar la existencia de casos humanos de dermatitis pustular contagiosa, al no acudir los enfermos a consulta médica. Esta puede ser la explicación de la aparente ausencia en nuestro país si se atiende a la revisión de la bibliografía», concluye el artículo que incidía en la necesidad de extremar la educación sanitaria del personal en contacto con el ganado ovino.
Un estudio, con una vigencia de casi medio siglo, en el que se contemplan paralelismos con la actual viruela del mono y que se analizó íntegramente en la provincia vallisoletana. Su transmisión desde un animal, en este caso ovejas, al ser humano y las lesiones similares en la piel ponen de manifiesto las similitudes con la viruela del mono, con la salvedad de que no existía transmisión entre seres humanos. «La posible pérdida de virulencia por pases en células animales heterólogas explicaría la inexistencia de transmisión de hombre a hombre».
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«Este fue una de mis primeras publicaciones y una de las primeras lecciones que impartí», concluye Ortiz de Lejarazu 47 años después.
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