Secciones
Servicios
Destacamos
Como en el pueblo, en ningún sitio. Lo saben los casi 220.000 vallisoletanos que, cada día y según el Instituto Nacional de Estadística, mantienen vivo al medio rural. Pero también los miles de forasteros que en verano llenan la provincia para disfrutar de unos ... días libres con familia y amigos. De la tranquilidad del campo, alejados del ruido de las grandes urbes y de sus minúsculas terrazas. Porque durante los meses de julio y agosto los municipios entran en ebullición con la llegada de miles de veraneantes. Son 138.569, según estima el Gobierno en la Encuesta de Infraestructuras y Equipamientos Locales, un informe que –anualmente– compara las cifras oficiales del padrón con la estimación que hacen los ayuntamientos sobre el pico máximo de personas que reciben sus localidades durante el periodo estival. Y ese pico es muy elevado. La población estacional infla cada verano los censos de los pueblos. La Valladolid vacía –la provincia ha perdido 1.288 habitantes en los dos últimos años, según se recoge en las estadísticas oficiales– lo es menos estas semanas.
Cuando acaba el colegio, la estampa cambia por completo en aquellos lugares donde habitualmente –casi– no corretean niños y donde los escasos carritos que se empujan son los de la compra. Ocurre, por ejemplo, en Castrodeza (152 vecinos). Allí, dice su alcalde, José Antonio González Gerbolés, cuando el termómetro se ancla por encima de los 20 grados «es otra historia». «Es un cambio total, como del día a la noche. Durante el año hay tres o cuatro vecinos y ahora tenemos más de sesenta pasando las vacaciones donde los abuelos», señala. Pasa, en definitiva, de ser un pueblo donde el denominador común en invierno es el silencio a «ver por las calles niños que ríen, lloran y juegan hasta las tantas de la noche».
Noticia Relacionada
Según se desprende de la citada encuesta del Gobierno, llegan a ser el doble de habitantes: 300. Una situación que ha llevado al ayuntamiento a reforzar los servicios y a programar más actividades para que nadie «se aburra». «Hemos montado los columpios nuevos exclusivamente para que estuviera listo para verano; mi máxima es que si un niño se lo pasa bien en un pueblo, de mayor querrá volver. En cambio, si se aburre, no. Hay que mantener el medio rural», sentencia González.
«Parece otro pueblo distinto, y eso que tenemos bastantes niños todo el año», dice Héctor Arroyo, alcalde de Ataquines –569 empadronados–, que durante la época estival, fundamentalmente agosto, llega a duplicar su población. En julio también llegan nuevos vecinos, a cuentagotas, pero será a partir de mañana cuando se reabran las casas que permanecieron cerradas a cal y canto y con las persianas bajadas durante el largo invierno. «Tenemos mucha juventud que da alegría al pueblo; a partir del 20 de agosto preparamos una semana cultural previa a las fiestas y el pueblo está a rebosar», sostiene el regidor.
Noticia Relacionada
Esa misma «alegría» se palpa, por ejemplo, en Carpio (929 censados en 2021). Su primer edil, José Luis Navas, destaca que, en su caso, quienes optan por el municipio para disfrutar del verano son «familias del pueblo y vienen por temporadas largas». «Se nota mucha más afluencia durante todo el verano, hay mucha movimiento», cuenta el regidor de una localidad que, según las proyecciones de la Encuesta de Infraestructuras y Equipamientos Locales, duplica su población en julio y agosto, con 1.700 'carpeños'.
Esa llegada de nuevos vecinos, ese 'renacer' del mundo rural cuando el calor aprieta, hace mella, sobre todo, en los servicios. Por mucho que se incrementen las frecuencias de recogidas de residuos, como hacen, por ejemplo, en las mancomunidades Río Eresma o Montes Torozos, es «complicado no sufrir algún momento de colapso».
«Se refuerza con más contenedores durante los meses de verano», confirma la presidenta de la mancomunidad Río Eresma, Henar González, quien «en principio» descarta restricciones de agua, aunque matiza que «aún queda mucho verano por delante». «De momento no hemos tenido restricciones y el nivel es bueno, aunque es cierto que más bajo que otros años. En estas fechas el consumo sube, cada vez hay más piscinas y con el calor que está haciendo...», añade la también alcaldesa de La Pedraja de Portillo. Cabe destacar, en este sentido, que hasta la fecha ningún pueblo ha precisado la intervención de los Bomberos de la Diputación para abastecerles de agua potable, según confirman fuentes de la institución provincial.
En Montes Torozos, González Gerbolés, también presidente de la mancomunidad, se «dobla» la frecuencia de paradas sobre todo en los municipios pequeños, por un tema «fundamentalmente de sanidad». «Tenemos un trato especial en verano y eso hace que no tengamos problemas de recogida ni acumulación», reitera. Algo similar sucede en Rábano. Su alcalde, Jesús Cano, admite que el aluvión de gente les empuja a redoblar «esfuerzos para prestar los servicios más adecuados». «Para verano tenemos que disponer de más contenedores para cubrir esa demanda», señala.
A todo ello, además, cabe añadir que los consistorios organizan actividades y refuerzan la programación (espectáculos nocturnos, juegos acuáticos en las piscinas...) para sacar a la calle a sus vecinos. Los de siempre y los estacionales.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.