«Puede que el registro dure varios días». Ese era el comentario entre los agentes de la Policía Judicial tras salir del chalé familiar de Óscar S., la última persona que vio con vida a Esther López el día de su desaparición. Varios días, porque la Científica se ha desplegado en el interior de la casa y los terrenos aledaños (piscina incluida) para intentar esclarecer la muerte de la joven de Traspinedo, la cual continúa bajo secreto de sumario.
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De esta forma, una decena de agentes, vestidos con un atuendo blanco, han iniciado este sábado, sobre las 10:40 horas, un minucioso registro en el que también ha estado el propio Óscar S., que ha prestado declaración hasta en cinco ocasiones en la Comandancia.
La Guardia Civil ha blindado durante esta jornada todos los accesos al chalé del principal sospechoso, ubicado en el número 4 de la calle Uno de la urbanización El Romeral. Hasta el punto de que nadie se podía asomar a la vía, que cuenta con un solo acceso, lo que facilita las labores de control de la Guardia Civil. Un control que llegaba hasta la calle paralela, la Dos, en la que otra pareja de guardias civiles custodiaban la entrada, pues la parcela inspeccionada también linda con esa calzada. No querían que nadie se acercara ni entorpeciera el registro.
El corte de los accesos ha obligado a los escasos vecinos que residen en esa zona de la urbanización a identificarse. Todo aquel residente que se acercaba a su vivienda y, por ende, al punto en el que se centran las principales pesquisas de la muerte de Esther López, tenía que mostrar su DNI. Eso en las calles Uno y Dos, aunque en todo el conjunto de la urbanización, diseñada hacia dentro para preservar la intimidad de sus moradores, no hubo mucho tráfico durante todo el día. Según se alejaba uno de la zona inspeccionada, la normalidad llegaba en forma de un sábado ocioso.
En la calle Tres, una pareja y su hijo paseaban ajenos a lo que sucedía a escasos metros de su segunda residencia. «Vivimos en Valladolid y no sabemos qué sucede. Sabemos que están investigando, pero nada más. Antes nadie conocía esta zona y ahora, pues fíjate...», apunta el padre de familia mientras entran en su patio.
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El trasiego de agentes no se detenía en ningún momento en la calle Uno. Los vehículos rotulados de la Guardia Civil entraban y salían. Los agentes se daban el relevo para afrontar otro turno de ocho horas custodiando la calle. Una vía en la que durante toda la mañana no se movió un gran furgón blanco y otro BMW de color rojo de la Científica.
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Se encontraban en la puerta del chalé familiar de Óscar, donde el principal sospechoso afirmó pasar la noche tras dejar a Esther en el cruce de El Romeral, aunque, al parecer, no fue allí donde durmió, según las investigaciones posteriores. Una amplia residencia, con un patio que deja a mano izquierda un merendero/trastero y a su derecha la piscina. Precisamente, los alrededores del vaso fueron inspeccionados por la Guardia Civil durante esta mañana con el único objetivo de hallar el ADN de la joven de Traspinedo.
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El tedioso día, sobre todo para los que se encontraban a cincuenta metros de la acción, se consumía en la calle Uno a la espera de dar con algunos avances en la investigación. El resto de la urbanización, con escasas casas ocupadas, continuaba como un sábado de primavera. Una jornada marcada por los ruidos y los olores. Se escuchaba algún niño jugar o los chorros de una piscina que se empezaba a llenar. También se olía desde varios rincones a barbacoa. Eran los dos contrastes de El Romeral.
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