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Los hermosos paisajes de los Montes Torozos, la bella iglesia de San Vicente con su esbelta torre, los restos del castillo y la muralla, las calles estrechas con elegantes casas de piedra o la decimonónica fuente del Prado son solo algunos de los atractivos de ... Valdenebro de los Valles, a los que desde hace unas semanas se ha sumado el poder degustar un vaso del famoso Penicilino, el vino dulce que durante décadas fue servido en Valladolid en el centenario bar del mismo nombre, que abría sus puertas en 1872 en los bajos de un edificio de la plaza de la Libertad.
La iniciativa llega gracias a la voluntad emprendedora de Beatriz Corona de Castro, natural de Medina de Campo y una de las socias que tuvo El Penicilino hasta su cierre en 2006. Desde hace una docena de años, vive «por amor» en la cercana localidad de Palacios de Campos junto a su actual pareja. Una amistad hizo que se acercara a Valdenebro, y le gustó tanto que este verano asumió la gerencia del bar de las piscinas. «Los vecinos me acogieron muy bien, así que cuando surgió la posibilidad de tomar las riendas del bar no me lo pensé», reconoce.
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Para esta nueva etapa de su historia, que se inició el pasado mes de diciembre, el establecimiento lleva el peculiar nombre de Bardenebro Cultural, con la idea de que «siempre haya una propuesta cultural», que ha tenido su arranque con la exposición de fotografía 'Gritos', del artista vallisoletano Antonio Macías Martínez, con 37 instantáneas en las que gente de a pie expresa, mediante un grito, su libertad, su rabia o su felicidad.
Esta exposición dará paso a otra en febrero con obra del pintor chileno afincado en Valladolid Jorge Vidal (1943-2006), perteneciente a la galería de arte Samuel. Sin duda alguna, todo un lujo, porque Beatriz quiere que este espacio sea «un lugar de culto que esté abierto a todos los artistas y artesanos que lo deseen, que todo el mundo disfrute de Bardenebro Cultural». Además, su escenario y amplio aforo se prestan idóneos para acoger conciertos y obras teatrales.
Para Beatriz, «el secreto está en que todo lo que hago lo intento hacer bien, con cariño». Por eso, no es de extrañar la cálida acogida que le han dispensado, porque «la respuesta ha sido más de los que esperaba, del pueblo, de la comarca, de Valladolid...». Algo que agradece de forma sincera. A sus 46 años, con casi tres décadas en la hostelería, guarda muy gratos recuerdos de sus seis años en el mítico Penicilino, que fueron los últimos del bar. Lo recuerda «con mucha emoción, era un lugar muy especial, nos juntábamos todo tipo de personas, daba igual la edad o la cultura, era como un punto de encuentro, muchos te contaban las historias que habían vivido en el Penicilino». De ahí la gran emoción de que su nuevo bar tenga el mismo espíritu «en algo que lo han pedido los clientes». De hecho, no son pocas las personas que «cuando me han visto me han identificado con el bar vallisoletano y su parte romántica y bohemia».
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El alcalde de la localidad, Melchor Vaquero, aplaude y apoya la iniciativa de Beatriz, ya que posibilita que el bar municipal esté abierto, algo que no parecía nada fácil si se tiene en cuenta que es la única que entró en la licitación. «Es difícil, son muchas horas y no es un negocio boyante». De ahí que las condiciones sean muy ventajosas, con una renta al mes que es totalmente simbólica y sin ningún gasto. Incluso el Ayuntamiento tiene pensado realizar una vivienda para quien lleve el bar, «con el fin de dar todas las facilidades para que esté abierto».
Para Valdenebro de los Valles, como para muchos pueblos, «es muy importante el que esté abierto el bar como punto social de reunión y encuentro y motivo para salir de casa, pues de lo contrario el pueblo está desangelado», señala el alcalde, quien destaca lo atractivo de la propuesta de Beatriz, que, sin duda, atraerá a visitantes que hagan más rentable su proyecto empresarial. Con unos 150 habitantes, que se doblan en verano, el bar municipal es el único establecimiento de la localidad, a la que cada día llega un panadero de Rioseco y cada semana se acercan vendedores de pescados, frutas, carnes o embutidos.
Como no podía ser de otra manera, el sabroso vino Penicilino está acompañado por su inseparable zapatilla, el delicioso mantecado de Portillo, emblema de una oferta gastronómica en la que destacan las croquetas caseras junto a las tablas de ibéricos, los callos, el chorizo a la sidra o la tostada de jamón ibérico, sin que falten tapas con las consumiciones que varían cada día, con sopas de ajo, lentejas o crema de calabaza, entre otras muchas. Para la hora del café, en Bardenebro Cultural se puede disfrutar de un café irlandés, café bombón, carajillo, chocolate especial a la taza 100 por 100 cacao o sus infusiones naturales.
Tampoco se va a olvidar este singular espacio en Valdenebro de los Valles de reivindicar los productos locales, y quiere contar con los quesos de Villalba de los Alcores y Villerías, los orujos de Tordehumos o la miel de San Pedro de Latarce, entre otros. Además, la idea es realizar algún mercado gastronómico ecológico. Bardenebro Cultural, que abre los viernes, sábados, domingos y festivos de 13:00 a 00:00 horas, ya prepara para el próximo fin de semana las fiestas patronales de San Vicente Mártir (22 de enero) con algunas sorpresas culinarias como pulpo a la gallega o exquisitos guisos.
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