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Hoy, martes 27 de septiembre, se cumplen dos años del cierre del Penicilino. Desde aquel día de 2020 las únicas zapatillas que se sirven en la Bajada de la Libertad son las que se venden en Calzados de la Torre y ya nadie pide un ' ... misa' al entrar en un bar de Valladolid. Pero no todo está perdido para los que añoran este mítico establecimiento -a pesar de que solo queda la fachada del edificio que lo albergaba y de que en su parcela se levantará un bloque residencial que acogerá 18 pisos-.
El promotor de la obra e hijo del dueño del edificio, Miguel Guerra, asegura que el Penicilino «volverá a abrir sin perder su esencia» y lo hará cuando finalicen los trabajos en el nuevo inmueble, que espera sea en 2024. Antes del derribo del antiguo bloque, Guerra hizo acopio de los elementos icónicos del bar para recuperarlos cuando se abra de nuevo, tal y como afirma. «Tengo guardado todo lo que se retiró del local, hasta la barra. Además, hicimos un amplio reportaje fotográfico de cómo estaba por dentro para hacerlo después exactamente igual, con las tinajas, los barriles y todo», asevera para detallar después los elementos del local que coserva en una nave de Montilla, en Córdoba, localidad de origen de los ebanistas que se encargaron del desmontaje. «Hasta el armario de detrás de la barra está desmontado y empaquetado, aunque habrá que restaurarlo porque muchas baldas tenían carcoma y las tuvimos que desechar en el momento. También tenemos las botellas antiguas y los azulejos, que son preciosos», agrega.
«En 18 meses, como máximo, estará todo terminado. Los primeros candidatos para llevar el negocio cuando se vuelva a abrir son los que estaban antes, que lo llevaban fenomenal», indica el promotor. Los antiguos socios que regentaban el bar han declinado la oferta de este periódico para participar en este reportaje y no se sabe, por el momento, si volverán a estar tras la barra cuando reabra el renovado espacio. No obstante, lo que parece claro es que el Penicilino volverá a abrir en el mismo lugar que ocupaba antes. «Queremos que perdure. No vamos a poner ahí un McDonald's. Ni hablar. Por eso he registrado la marca de la bebida y el nombre del local. Para que siga siendo un emblema de la ciudad y nadie lo replique», sentencia Miguel Guerra.
1872 Lorenzo Bernal, dueño de una fábrica de licores, abre el local. Llegó a ser proveedor de la Casa Real, según recoge el periodista José Miguel Ortega en su libro '100 tabernas de Valladolid'.
Siglo XX Juan Martín Calvo, también fabricante de aguardientes, toma el relevo. Pasó a llamarse 'La Solera' y posteriormente, 'Villa Elenita', en homenaje a su hija. Después se llamó 'Taberna de Avelina', el nombre su mujer, Avelina Hernández, creadora del 'penicilino'.
1960 Muere Juan Martín y sigue con el negocio Avelina, que cede después el testigo a su sobrina Sita y su marido, Pepe.
1984 Cristina Martín y Manolo Cossío, sobrinos del matrimonio, se hacen con el local, que vive una época de renacimiento.
2006 Cierran por jubilación el 28 de enero de 2006 y el 24 de febrero un grupo de empresarios locales lo reabre.
2020 El 27 de septiembre cerró definitivamente, aunque más tarde de lo esperado debido a la tardanza en la llegada de las licencias de las obras del edificio.
Las obras siguen su curso para que las 18 viviendas de dos y tres dormitorios, con superficies que oscilan entre los 80 y los 120 metros cuadrados, sean entregadas en 2024 a sus propietarios, que han invertido por cada piso cantidades que rondan los 400.000 euros. Atrás queda la larga lucha para salvar el mítico bar en su edificación original y Miguel Guerra repite una y otra vez que su idea de negocio mira al futuro, pero está asentada en un pasado que no se podía sustentar en el presente. «Ese edificio estaba en ruina. Se caía. Cuando se derribó la fachada de al lado, quedó totalmente descompensado. Era una intervención que había que hacer sí o sí. Por seguridad», recuerda.
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¿Y cómo será el renovado Penicilino? Habrá que esperar aún para saberlo. No obstante, el promotor adelanta alguna de las novedades. «Va a abrir en la misma ubicación y va a ser más grande que antes porque hay que adaptarlo a la normativa actual. Tiene que tener acceso a minusválidos y una serie de mejoras que antes no tenía», recalca Miguel Guerra, quien espera que, en un plazo máximo de año y medio , la Bajada de la Libertad vuelva a oler a vino dulce y mantecados de Portillo. Valladolid cumple dos años sin el 'Peni', pero su 'resurrección' está en camino.
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