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Como a tantos otros negocios hosteleros, la pandemia le dio la puntilla. Pero este mítico bar musical de 400 metros cuadrados en pleno centro de Valladolid estaba llamado a levantarse de nuevo. Y así será. El establecimiento de la calle María de Molina que fue ... el Kuwait en los 80, el Molina-7 en los 90 y más recientemente el Black Rose o el The Boss volverá a abrir sus puertas en 2023.
El grupo Liverpool, propietario de varios negocios de ocio nocturno de moda en Valladolid, como la sala Tintín o el Sauvage, abrirá de nuevo este local, tal y como indica su gerente, José Renedo. «La esencia de lo que es un pub irlandés no se va a perder, pero va a haber un cambio importante en el apartado decorativo», asevera este empresario, que empezará las obras en enero con la meta de inaugurar el establecimiento entre abril y mayo. «Era el único 'localazo' emblemático que quedaba en el centro. Tienes metros, situación y historia y solo una pega: las escaleras. Pero el Molina-7 ha sido siempre así», añade Renedo.
Los vallisoletanos que ya van peniando canas recuerdan todavía este local como Kuwait, nombre con el que el recientemente fallecido Agustín Lorenzo abrió este establecimiento junto a otros socios en 1982. Este nombre surgió porque la selección kuwaití disputó varios partidos del Mundial en Valladolid y fueron muchos los vecinos que comenzaron a soñar con que los petrodólares iban a inundar las calles de la ciudad. La selección kuwaití se hospedó en el Parador de Tordesillas y los petrodólares no regaron la capital del Pisuerga, aunque algún aficionado sí que dejó caer por la ciudad y también por el bar. No obstante, el Mundial 82 no dejó un buen recuerdo a los aficionados kuwaitíes, que vivieron en el Estadio José Zorrilla uno de los episodios más rocambolescos de la historia del fútbol, cuando el jeque Fahad Al Ahmad Al Sabah, presidente de la organización del fútbol kuwaití y hermano del emir y máximo gobernador del país asiático, bajó a ras de césped para pedir al árbitro anular un tanto legal de Francia porque los jugadores kuwaitíes se quedaron quietos al escuchar el sonido de un silbato que llegó de la grada. Curiosamente, el colegiado hizo lo que solicitó el jeque, pero después marcaron de nuevo los galos y el encuentro acabó 4-1.
Otros locales con historia en Valladolid
Este local fue hace casi 30 años la sede del VRAC, pero si hay un deporte con el que se relacionan estos 400 metros cuadrados bajo la calle María de Molina ese es el fútbol. Las anécdotas relacionadas con futbolistas en este mítico bar se suceden una tras otra y no son pocos los que aseguran haber visto al mismísimo Mágico González tomando algo en bata y zapatillas de andar por casa en este local, cercano a su lugar de residencia en su corta estancia en la ciudad como jugador del Real Valladolid en 1985. En aquella época, el club llamaba a casa a los jugadores de noche para cerciorarse de que no salían, pero algunos de ellos esperaban la llamada para contestar y acto seguido bajaban a disfrutar de la noche vallisoletana.
Roberto Francia fue dueño del local desde 1993 a 2004 y asegura que ese local es en el que más conciertos ha organizado de su larga trayectoria profesional como empresario del ocio nocturno. «Llegamos a traer a Antonio Vega un par de años antes de morir y fue una sorpresa porque la gente pensaba que no estaba ya para tocar, pero fue una actuación espectacular», rememora Francia, que recuerda que la música era un elemento fundamental para el Molina-7. «Hacíamos música a la carta. Teníamos 120 temas ochenteros y la gente al pedir la copa le dábamos una tarjetita y si le tocaba, pedía una canción», añade.
Como cafetería y como bar de copas funcionó en los 90. «Al principio era más una cafetería, abríamos a las 8:00 de la mañana, pero poco a poco lo fuimos convirtiendo en un lugar de copas. Fue un exitazo y llegábamos a servir 1.500 cafés al día y luego cambiamos el modelo. Tomamos la decisión de abrir de cuatro de la tarde a cuatro y media de la mañana y ahí conseguimos que el local fuese el número 1 de Valladolid», señala Roberto Francia en un discurso que parece que quiere hacer suyo, con matices, el nuevo dueño. «Nos vamos a dirigir al 'tardeo', a la copa de primera hora, el café y luego tendremos coctelería y también conciertos para enganchar con la noche. Queremos que durante la semana haya diferentes opciones de música en directo», explica el nuevo gerente de este local con licencia de bar musical, que tendrá un horario de cierre «hasta las 3:00 entre semana, los jueves a las 4:00 y los fines de semana a las 4:30».
Aún no hay nombre para este nuevo local que abrirá la próxima primavera en Valladolid y tendrá la terraza en una estrenada calle peatonal como aliciente. No obstante, con todas las interrogantes que aún no quiere desvelar el gerente, lo que está claro es que los escalones para bajar a este mítico establecimiento volverán a recibir las pisadas de gente dispuesta a pasar un buen rato. Eso sí, parece que será complicado que esas pisadas sean de las zapatillas de andar por casa de un mito del fútbol. Este local puede estar lleno de magia, pero Mágico solo hay uno y ahora no vive en el centro de Valladolid, lo hace en El Salvador, su país de nacimiento.
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