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Es como una pescadilla que se muerde la cola. Hay un pueblo donde una fábrica agroalimentaria, una residencia de la Tercera Edad o una explotación agrícola ofertan puestos de trabajo. Sin embargo, el mal que aqueja a la España vaciada, la falta de mano de ... obra y de viviendas, impide encontrar candidatos para cubrir los puestos. El resultado es que la actividad económica se ve en riesgo de desaparición, a la vez que se agrava el problema de la despoblación.
El paro se reduce en la provincia más rápido (cuatro puntos en tasa en los últimos cinco años) que en la capital y casi la mitad de los pueblos de la provincia –100 de 225– no tienen parados inscritos, lo que no quiere decir que estén a salvo de la pérdida de habitantes. No es extraño que, por ejemplo, quienes buscan trabajo en Quintanilla de Onésimo estén empadronados en Peñafiel.
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Berta Pontes de los Ríos
Berta Pontes de los Ríos
Es precisamente lo que sucede en estos municipios, separados por apenas 20 kilómetros pero que son, respectivamente, el que menos y el que más tasa de paro presentan entre los que tienen más de 1.000 habitantes. Mientras los 341 desempleados en Peñafiel suponen el 13,8% de su población activa (la suma de parados y afiliados), los 25 de Quintanilla representan el 5,2%.
Entre los municipios de más de 1.000 empadronados, las tasas de paro más reducidas están en Villalón de Campos y Boecillo (6,3%), Fuensaldaña (6,7%) y Rueda (6,9%). Por contra, con las tasas más elevadas están Medina de Rioseco (13,5%), Nava delRey (13,1%), Tordesillas (12,3%) y Pedrajas de San Esteban (11,2%).
En no pocos de estos últimos casos, su paro es atribuible al número de personas que se inscriben en las listas del SEPE en municipios que ejercen de cabecera de una pléyade de entidades más pequeñas.
Hace unos días, la patronal de las pymes daba la voz de alarma sobre el hecho de que «casi el 70% de las vacantes de empleo que hay en estos momentos en España están en empresas de menos de 200 trabajadores, un problema que afecta a todos los sectores, desde la agricultura a la industria, pasando por la construcción y los servicios». El presidente de Cepyme, Gerardo Cuerva, alertaba de que es algo «que ralentiza la recuperación, supone un gran desafío para el futuro de nuestra economía y pone en riesgo buena parte del tejido productivo, sobre todo en zonas despobladas».
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En Urueña hay menos de cinco parados inscritos en el Servicio Público de Empleo (SEPE). Lo mismo sucede en municipios como Villavaquerín, Olmos de Esgueva, Herrín de Campos, Castromonte o Barruelo del Valle.
En Mota del Marqués, de 349 habitantes, hay siete parados y en Villagarcía de Campos, de 292 empadronados, ocho. En los últimos cinco años, entre marzo de 2017 y marzo de 2022, una decena de municipios han reducido su desempleo a cero (Benafarces, Cabreros del Monte, Canillas de Esgueva, Castromembibre, Encinas de Esgueva, Piñel de Arriba, Puras, Ramiro, Villamuriel de Campos, San Salvador y Saelices) y otros 70 lo han reducido en mayor tasa que la capital (22,7% de reducción).
Sin embargo, estar exento de paro se convierte, a la vez, en una trampa a la hora de fijar población y aspirar a crear o ampliar negocios en infinidad de entidades menores.
En la capital hay inscritos 17.642 desempleados, el 22,7% menos que hace cinco años, mientras que en los pueblos figuran 10.830 parados, el 26,9% menos. Con respecto a cinco años atrás, la capital ha perdido 1.940 empadronados (hasta 297.775 personas) y los otros 224 municipios han ganado 171 vecinos.
Más en detalle, hay 159 municipios que han perdido población, siete que la mantienen invariable y 59 pueblos que han ganado. El que más ha perdido es Aguasal, que de 24 ha pasado a 17 empadronados (29% menos). La gran mayoría son municipios de menos de 500 habitantes y, entre los de más de 1.000, los que más vecinos han perdido son Mayorga (9%, que son 147 personas), Villalón (7%) y Rueda (7%). Como se ve, Villalón y Rueda se encuentran a la vez entre los lugares con menor paro y con mayor pérdida de población.
Sectores enteros, desde la construcción a la hostelería, pasando por la industria, llevan meses alertando de la falta de mano de obra cualificada. En la provincia, a ellos se suman decenas de negocios concretos. Una de las causas de este déficit, en opinión de la patronal, se debe a las carencias del sistema formativo. Como señala el secretario general de CEOE Castilla y León, David Esteban, «tenemos 40.000 estudiantes de FP y 70.000 universitarios, pero la actual situación se va a agravar con el paso del tiempo porque en la comunidad tenemos 15.000 alumnos que no van a encontrar trabajo porque han hecho carreras sin salidas, así que habrá también 15.000 vacantes». Las empresas llevan años pidiendo «que se dote a la FP de una financiación adecuada y que se haga una apuesta firme por esta formación».
Otra de las razones con la que debe convivir el mercado laboral de las zonas rurales de toda la comunidad autónoma es la poca inmigración que es capaz de atraer Castilla y León, que tiene una de las tasas de extranjeros más bajas del país. Solo en 38 de los 225 municipios de la provincia vallisoletana hay una población foránea superior al 10% (la media de España es 11,6%).
En la capital suponen el 5,7% y la tasa más baja se da en los pueblos de entre 501 y 1.000 habitantes (Carpio, Montemayor de Pililla, Fresno el Viejo, Castronuño, Valoria la Buena, San Miguel del Arroyo, Mucientes, Cogeces del Monte, Alcazarén, Pollos, Sardón de Duero, Ataquines, Pozal de Gallinas, Villaverde de Medina y Geria), donde es del 4,5%.
Un trabajo de la patronal de industrias de alimentos y bebidas (FIAB) yCajamar cifra en 50.000 personas las que viven en la Castilla y León vaciada gracias a la actividad del sector agroalimentario. El estudio advierte también de que «estabilizar la población y, en la medida de lo posible, atraer más pasa por medidas que hagan atractiva la vida en los pueblos, entre ellas disponer de los servicios necesarios de calidad porque cualquier persona que habite en una zona rural tiene que disponer de una adecuada atención sanitaria, buenos colegios, vivienda y también, por supuesto, de servicios financieros, además de conectividad». Pero todo esto no basta y, además, hacen falta empresas que generen empleo y actividad económica.
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