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No pudo ser. Javier Valverde, el benjamín de la octava edición de MasterChef Junior se quedó a las puertas del duelo final. No lo tenía fácil. Competía contra Nicolás, Aurora y Henar por el trofeo ganador, 12.000 euros en metálico y un curso ... de formación en el Basque Culinary Center. La presión fue grande, pero él supo tomárselo bien, sacar su lado más guerrero, y en algún momento el más tierno, con alguna lagrimilla. En la final, como cabía esperar, dio muestras del sentido del humor que le caracteriza y que tantas veces ha sacado a relucir en el programa. Cuando el cocinado no iba también como él esperaba, soltó una de las frases más comentadas en Twitter durante la noche de ayer: «Es que los genios también tienen malos días. Y… yo soy un genio». Y, oye… que se quedó tan ancho cuando lo dijo.
Minutos antes del inicio de la emisión del programa, este pequeño de 8 años, afincado en Zaratán, se mostraba muy expectante. Tenía ganas de verse de nuevo en pantalla. «A partir de mañana ya puedo contarlo todo», decía a El Norte. Y es que, para él, hablador por naturaleza, ha sido difícil guardar durante tantas semanas, todos los secretos del programa y de la final. Este pequeño chef, ha sido uno de los grandes descubrimientos de la edición, por su gran talento en la cocina, que solía demostrar en las pruebas individuales, más que en las grupales, y también por sus fechorías. Pero el vallisoletano no sólo ha pecado muchas veces de revoltoso. También de glotón. Le hemos visto comer a dos carrillos y en ocasiones hasta ha engullido parte del plato, antes de presentárselo a los jueces. Ese es Javier.
Más información sobre Javier, el vallisoletano aspirante a chef
Laura Negro
Para él, uno de los momentos más especiales y emotivos de los seis programas que han conformado la edición, fue cuando recibió la visita de su abuelo Ambrosio, vecino de Torrelobatón, quien le ayudó a preparar unas sopas de ajo. Le llenó de besos y abrazos cuando le vió y con él compartió curiosas y entrañables conversaciones, asegurando que le gustaría parecerse a su abuelo, «excepto en lo de quedarse sin pelo».
La arrolladora personalidad de Javier, sus travesuras y sus discusiones con Antony a lo largo del programa, no han dejado indiferente a nadie. Su «tropa» de fieles seguidores, como él la llama, le arropó desde que entró en las cocinas. Ha sabido ganarse el corazón de gran parte del público con su espontaneidad, su humor y su picardía. También tiene sus detractores, a los que sus salidas y contestaciones, no han sentado bien y así se lo han hecho saber en las redes. Muchas veces demasiado duramente. Pero Javier, ha salido airoso de estas críticas, respondiendo siempre con buen humor y desparpajo. Para él, su paso por MasterChef ha sido un «sueño hecho realidad». Algo que le acerca a su gran ilusión de convertirse en un gran chef con estrellas Michelín, porque si algo tiene claro, es que de mayor quiere ser como su ídolo Jordi Cruz, con quien ha congeniado y ha vivido grandes momentos de complicidad.
Nervioso. Muy nervioso, vio junto a sus padres, Fernando y Rebeca y su hermana Cristina, el programa. El primer reto de la noche llegaba con una caja misteriosa más grande que él. En ella se escondía una chaquetilla hecha a medida, con su nombre bordado. Sólo se la pondría si lograba ser el mejor replicando un plato del chef del «Cenador de Amós», Jesús Sánchez, quien cuenta en su haber con 3 estrellas Michelín. Tuvo que seguir paso a paso sus instrucciones.
«¿Qué voy a hacer?», lamentaba en los totales. «Se me da fatal seguir a alguien. Yo voy por libre», añadió. Y efectivamente, seguir al chef fue tan complicado como imaginaba. «Javier, ¿no has dicho tú que has visto esta prueba más de 1.000 veces en MasterChef Junior?», le preguntaba Samantha al verle muy perdido. A lo que él haciendo oídos sordos contestó: «¡No te oigo!, ¡Que estoy currando!». El estrés pudo con el pequeño zaratanero y… se le escaparon algunas lágrimas que conmovieron al jurado. Más tarde él mismo reconocía que se había puesto a llorar «para dar pena», objetivo que cumplió, dicho sea de paso.
En este primer reto, Javier tuvo tiempo para todo. Para las risas, para las lágrimas, para sacar de quicio al chef y también para consolar a Henar ante su disgusto por el resultado de su plato. «No llores, si te ha salido mejor que a mí», le decía. Él sabía que no había estado fino a la hora de incorporar el coco deshidratado a la creación de Jesús Sánchez. «¡Ay madre! Si es que cocino peor que Los Chunguitos. Me parezco a los celebrities», exclamaba. Su plato, al que tituló «Estresado de verdad», no se parecía en nada al original y no convenció al jurado. Finalmente, la mejor de esta prueba fue Aurora, que se convertía automáticamente en la primera duelista de la noche.
La última prueba de exteriores llevó al jurado y a los aspirantes hasta el Puerto de Santa María. Allí, en el restaurante «Aponiente», les esperaba otro chef con 3 estrellas Michelín, Ángel León. Javier, Nicolás y Henar, tuvieron que apañárselas en las cocinas para elaborar un espectacular menú diseñado por el chef anfitrión, con el que dieron de comer a unos comensales muy especiales, doce de los aspirantes de 'MasterChef Celebrity 5'.
Mientras Javier cocinaba sus dos platos, 'Puntillas rellenas de morcilla marina' y 'Mamia marina', tuvo tiempo de hacer de las suyas. Le vimos encerrar a Florentino Fernández en un armario de la cocina y se atrevió a preguntar a Juanjo Ballesta, que por qué durante su concurso, «iba tantas veces al baño» (él no lo dijo tan finamente). Los tres aspirantes se llevaron una ovación de los doce comensales por su buen hacer en las cocinas con los productos del mar. Los jueces, por su parte, consideraron que el mejor aspirante de la prueba, fue Nicolás, quien se convirtió en el segundo duelista de la noche. Henar fue nombrada tercera mejor aspirante de 'MasterChef Junior 8' y Javier, tuvo que conformarse con el cuarto puesto. Lo aceptó con deportividad.
El duelo entre Aurora y Nicolás arrancó ante la presencia de sus familias y también del resto de aspirantes. Manu, Iván, Ariadna, Pablo, Gina y Nina, Inés, Luna, Asier, Celia, Adriana, Antony, Manel, Javier y Henar regresaron a las cocinas del programa, para arropar a sus compañeros, que en 120 minutos debían elaborar dos raciones de un menú compuesto por un entrante, un plato principal y un postre.
Nicolás sorprendió al realizar una crema de maíz fría con cigalas, raviolis de calabaza con esféricos de albahaca y un helado de almendra con espuma de coco. Aurora, por su parte hizo un tartar de gamba blanca con aire de remolacha y jengibre, una lubina a baja temperatura con esféricos de aceituna, y helado de mango, velo de fruta de la pasión y espuma de yogurt. Los jueces recibieron a los chefs Oriol Castro y Mateu Casañas, del restaurante 'Disfrutar', para degustar los platos. El trofeo que le acreditaba como ganadora de la 8ª edición de MasterChef Junior, finalmente lo levantó Aurora. La gaditana de 9 años, se proclamó así, como la vencedora más joven de la historia del concurso. Todos sus compañeros, incluido el torbellino vallisoletano Javier, corrieron a abrazarla para celebrarlo.
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