

Noelia Barba
El menor de 13 años Raúl Herrero murió en el acto cuando regresaba a Pozaldez tras el régimen de visitas; su padre, cuadruplicaba la tasa de alcohol y conducía a más del doble de lo permitido
El salón de Noelia es un pequeño santuario en honor a su pequeño. Su hogar se ha detenido en el tiempo, en aquel 28 de ... mayo de 2023. Una vela siempre encendida preside la mesa del comedor, fotos de Raúl en las paredes muestran el rostro feliz desde que era un bebé hasta poco antes de cumplir 13 años. En cada estancia de su casa hay algo que recuerda al joven.
Un cojín con alas de ángel lleva grabada una frase muy especial para Noelia: 'Si tú estás bien, yo también estoy bien'. «Eso es lo que me repetía mi niño para que no sufriera. Hemos pasado tanto y luchado tanto juntos...», dice tratando de no romperse al recordar la última vez que vio con vida a su hijo, al que trató «de mantener a salvo» de una relación de maltrato.
Raúl falleció en el acto la tarde del domingo 28 de mayo de 2023 en un accidente de tráfico a la altura de Hornillos de Eresma cuando Raúl H. G., padre del menor y ex pareja de Noelia, fallecido en enero pasado, le llevaba de vuelta a Pozaldez tras el régimen de visitas. «Quería acabar con todo y terminó con la vida de mi hijo. Ese día tenía una tasa de alcohol muy elevada (cuatro veces por encima del límite legal) y ya le habían retirado el carné mes y medio antes por el mismo motivo. Aún no me explico cómo pudieron dejarle subir al coche. Sé que lo hizo con todas las intenciones».
Noelia piensa eso por lo que sucedió dos días antes del fatal accidente. «Él (en referencia a su ex pareja y padre del menor) llevaba más de tres meses sin ver a su hijo, pero para nosotros eso era un alivio y aquel viernes, por desgracia, se presentó a recogerlo. Como de costumbre me insultó, me amenazó y me dijo una frase que no se me olvidará nunca: 'Te voy a dar donde más te duele'. Dos días después murió mi hijo», asegura esta vecina de Pozaldez. La última imagen que tiene Raúl es la de un niño con lágrimas en los ojos porque no quería separarse de ella. «Parece que finalmente cumplió su amenaza, se aseguró de que sufriera toda mi vida», dice sin poder contener las lágrimas.
«Me tenía agarrada por el cuello y solo me soltó cuando miré a mi hijo. Salimos corriendo y llamé al 016»
Sospechan que lo hizo con «todas las intenciones». «A mi hijo le llevaba siempre en la parte trasera del coche y ese día el niño iba delante. Ni siquiera frenó. La pena es que nunca se podrá demostrar que tuviera esa intención. Tampoco se investigó jamás esa posibilidad», lamenta. Tras el brutal impacto, el progenitor resultó herido de gravedad por conducir a tal velocidad -presumiblemente más del doble de la permitida- que no pudo ver una ligera curva a una distancia de 250 metros.
El vehículo salió de la carretera al inicio de la curva y circuló 117 metros hasta que chocó contra una plataforma de obra, continuando la trayectoria durante 81 metros más, tal y como indica el atestado que hace referencia al accidente de aquel día. «Ya nunca se hará justicia», dice ella, porque Raúl H. G. falleció por enfermedad el pasado mes de enero sin que se llegase a celebrar el juicio por el que se enfrentaba a una condena de cuatro años y cinco meses de cárcel (por un delito de homicidio por imprudencia grave, otro de conducción bajo la influencia de alcohol y contra la seguridad vial con agravante de reincidencia).
«Por eso hablo ahora, porque quiero que la gente sepa la vida que me ha dado. Yo ya no tengo nada que perder. Aquel domingo 28 de mayo, cuando un Guardia Civil se me acercó y me dijo que mi niño había muerto, simplemente dejé de ser yo», asegura esta vecina de Pozaldez. Noelia enseña la habitación de su niño. «No he tocado nada desde entonces. No me atrevo, no tengo fuerzas para hacerlo», dice mientras mira una foto enorme de su hijo sonriente tendida sobre la cama y muestra los dibujos que hacía Raúl: «Le encantaba dibujar y lo hacía muy bien, la verdad».
Los días de esta madre son «siempre lo mismo desde entonces». «Voy a por el pan, cuatro recados, voy a ver a mi niño al cementerio y para casa», explica la vecina de Pozaldez, que agradece el apoyo que ha recibido en estos dos años por parte de sus vecinos.
Años de malos tratos
Salieron de casa corriendo y se escondieron en un coche estacionado a pocos metros. «Ahí ya llamé a mi hermana, al 016 y entonces lo denuncié». La sentencia del Juzgado de lo Penal número 2 de Valladolid condenó al hombre a 56 días en beneficio de la comunidad y a la prohibición de aproximarse a la víctima durante dos años . «Pero nunca paró de amenazar de cualquier manera, por mensajes, por carta...», asegura Noelia Barba.
«La ley tiene que cambiar y proteger a quien más lo necesita. No escucharon a mi hijo. Raúl ya no tuvo tiempo»
Da la cara también para pedir que la justicia escuche y proteja a los menores. «Cuando mi hijo cumplió los 12 años decía: 'Ya puedo decidir si verle o no'. Yo le decía que teníamos que ir paso a paso, como marca la Justicia y mi niño estaba convencido de que lo escucharían, que ya por fin no iba a volver a lo que para él era un infierno», comenta.
Luchó de forma incansable para conseguir la custodia completa, pero veía que «todo eran trabas y zancadillas, incluso su padre se negó a firmar la terapias psicológicas a las que iba mi niño por todo lo que había visto y vivido. No lo escucharon, Raúl ya no tuvo tiempo. Ese tiempo se lo robaron a mi hijo. La ley tiene que cambiar y proteger a quien más lo necesita».
Noelia recuerda ahora cómo cada vez que su hijo volvía de pasar tiempo con su padre y le preguntaba qué tal, siempre le respondía lo mismo: «'Si tú estás bien, yo también estoy bien', y lo decía para que yo no sufriera. Cuánto he llorado con él y cuánto sigo llorando ahora. Pero sola».
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