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La historia de su casa rural en Urueña, 'Pozolico', se remonta a la juventud de Pedro Pablo Vega Manrique, hijo de 'Ranchero'. Tiene ahora 58 ... años, pero antes era profesor de electrónica y cumplidos los 30 decidió volver a su ambiente rural natal. Pidió una excedencia y se dedicó a viajar para buscar algo que le llenase cuando descubrió Canadá. Impresionado por el país, pidió el permiso de residencia allí, pero mientras esperaba se mudó al pueblo. Sus padres estaban jubilados y aprovechó la situación con el ánimo de dar una nueva vida a la casa rural con restaurante del pueblo, pero pasados cinco años le concedieron el permiso de residencia y se mudó a Canadá. Allí conoció a su mujer Eiko Shiotani y nació su hija mayor Alma.
Durante cinco años tuvieron el alojamiento rural alquilado, pero cuando Alma cumplió tres decidieron volver a Urueña. La pequeña, ahora con doce años, está «encantada» de vivir en un pueblo, igual que Kai, su hijo menor, de tres. Pero la vulnerabilidad de la escuela preocupa a Pedro y fue uno de los motivos por los que decidió hacer la oferta de trabajo para una familia en su casa rural. «El negocio da para que dos familias vivan bien y la intención es compartirlo», explica. «A parte de los sueldos, tendría porcentaje y en verano se hace buena hucha», cuenta. Además, su intención es ayudar a esa familia que decida trabajar allí a ahorrar y poder construirse una casa.
Pero Pedro solicita que sea una familia con máximo dos hijos por el problema de vivienda que presenta el pueblo. «No hay casas con muchas habitaciones para alquilar, aquí son casi todo segundas residencias y sus propietarios solo vienen en verano». Por eso, la familia debe tener hijos y si la edad es cercana a la de Kai, mucho mejor. «Él tiene cinco compañeros en el colegio del pueblo, pero sus edades son muy dispares: uno de 3, dos de 9, una de 10, una de 11 y ahora llega otra niña de 4 y otra de 11, por eso busco que la familia tenga hijos pequeños que puedan llenar la escuela. El anuncio lo puso hace aproximadamente dos semanas y ha recibido más de 15 solicitudes. Muchas las ha descartado por la edad de los niños, pero tiene unas cuantas que le cuadran. «Queremos que sea gente relacionada con la hostelería y lo rural, que sepa cómo se trabaja en un negocio como este, que podamos compaginar la vida laboral con la familia». Ya ha hecho alguna entrevista y en cuestión de semanas decidirá cuál de ellas es la idónea para compartir el negocio, pero anuncia que todavía pueden seguir enviando solicitudes todas las familias que quieran porque no está nada cerrado. «Estoy haciendo entrevistas y durante las próximas semanas tengo que terminarlas, pero animo a todo aquel que crea que le puede cuadrar la oportunidad de trabajo a que se anime a llamar, a venir a ver la casa y a conocernos».
A la familia elegida se le ofrece un puesto de jornada completa durante todo el año y otro parcial, además de un porcentaje de lo obtenido. También se les da alojamiento y Pedro se haría cargo de la mitad de la renta. En otro caso, podrían vivir en el apartamento colindante con la casa rural. De cualquier manera, el pueblo contará pronto con una nueva familia en sus calles y Pedro está deseando compartir su negocio.
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