Valladolid
Un belén en busca de monjasSecciones
Servicios
Destacamos
Valladolid
Un belén en busca de monjasEl convento del Sagrado Corazón de Jesús de carmelitas descalzas de Villagarcía de Campos solo tiene tres monjas, ya veteranas. Entre las tres suman 241 años. Sin embargo una Navidad más, como vienen haciendo desde hace décadas, han vuelto a instalar en la iglesia del cenobio su bello nacimiento, que tiene la gran singularidad de que sus preciosas estatuillas de gran tamaño están realizadas de forma artesanal con piel de guantería.
El convento fue fundado el 15 de mayo de 1958 por María Jesús de San José y María Teresa del Niño Jesús, conventuales del Carmelo de Medina del Campo. Como la primera tenía estrecha relación con el padre jesuita Jesús Portillo, se orientó la fundación hacia Villagarcía de Campos, donde la Compañía de Jesús tenía su noviciado. La cesión de los terrenos por la vecina de Villabrágina Asunción Mateo y la ayuda económica de la vallisoletana Concha Calero hicieron posible la fundación.
Los jesuitas fueron una ayuda muy importante desde el principio, tanto espiritual como material. De hecho, siempre han celebrado la eucaristía, según recuerda la superiora local Flor de María, de 64 años, a la que acompañan en la pequeña comunidad carmelita las hermanas María José de la Eucaristía y Ángela de Jesús, de 88 y 82 años, respectivamente, todas ellas con el emotivo de recuerdo de Margarita de Jesucristo, que fallecía en el presente año con 89 años.
La hermana María José de la Eucaristía, de 88 años, que entró en el convento a los dos años de su fundación, entonces ella tenía 25 años, gracias a sus conocimientos adquiridos en la Sección Femenina, al no haber dinero para comprar fieltro, hizo con los recortes de piel de guantería donados por una fábrica de Barcelona un regalo para el cumpleaños de la superiora que tuvo tanto éxito que, en tiempos de gran carestía, fue el inició de las labores de artesanía en piel. Los primeros trabajos se regalaron a benefactores, pero gustaron tanto que se comenzaron a comercializar, con tanto éxito que «fue el modo de vida de la comunidad hasta hace muy poco tiempo», según recordó la superiora.
El éxito conllevó a que la realización de los trabajos artesanales, en un principio Vírgenes y Niños Jesús, se llevara a cabo con un sistema organizado, una especie de cadena en la que manos, caras, cuerpos o vestimentas eran realizados por monjas diferentes bajo la atenta coordinación de la hermana María José de la Eucaristía, que daba el último toque, como hacía el maestro en los talleres barrocos de escultura, y que no tardó en inventar nuevos modelos con variedad de temas, en los que, junto a los religiosos, que eran los principales, con payasos con un niño Jesús o belenes, no faltaron de otro tipo como el de una gitanilla tocando las castañuelas.
El belén que se puede visitar en la iglesia del convento fue obra muy temprana de este taller de artesanía en piel en el que no faltan las esculturas típicas como San José, la Virgen, el Niño, los Reyes Magos o los pastorcillos, pero también algunas como el borrico que «es el amor de los niños», en palabras de la superiora. Cada año el belén se fue enriqueciendo hasta llegar al actual. Una tradición que ya hacía Santa Teresa de Jesús, quien «siempre quería que sus monjas estuvieran alegres, que supieran que estaban con Dios».
Noticias relacionadas
Con el taller de peletería el convento vivió muchos años e incluso pudieron ayudar a las fundaciones carmelitas en Reyes (Bolivia) y Telde (Canarias), ya no solo económicamente sino con la aportación de ocho religiosas a cada convento salidas de su noviciado. «Cuando las hermanas se hicieron mayores, el taller lo tuvimos que aplazar, pero si entraran más religiosas retomaríamos un trabajo tan bonito», según explicó la hermana Flor de María, quien recuerda que, dado el poco número de hermanas, el convento está afiliado a la Federación de San José de Castilla, con sede ahora en Oviedo. El convento está precioso, con calefacción y huerta de dos hectáreas, según explica la hermana superiora, quien no duda en afirmar que «es la casa de Dios, las puertas están abiertas, pero que hay que sentirse vocacionadas, llamadas a una vida de fraternidad y de oración».
Es posible que estas figuras de piel, en su silencio, pero con sus llamativa miradas y los vivos colores de sus vestimentas, sean una esperanzadora llamada a la llegada de nuevas vocaciones con las que el convento vuela a recobrar la vida que tuvo hace décadas. El singular belén se puede visitar durante el día con solo acercarse al convento y llamar al timbre del convento, que se encuentra a las afueras de Villagarcía en la carretera VP-5004 a La Santa Espina.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.