Explosión de gas en Valladolid
Los propietarios de Goya, 32 se inclinan por la rehabilitación del edificio dañadoLos vecinos, que empiezan de cero lejos de su hogar, acceden a sus viviendas dos meses y medio después de la explosión para recoger enseres
Es la idea con la que se trabaja, aunque no está plasmada aún en ningún acuerdo ni junta vecinal. Es la rehabilitación del edificio de ... la calle Goya, 32, que en la noche del 1 de agosto sufrió una devastadora explosión, con epicentro en el 1ºC, y dejó sin vivienda a propietarios e inquilinos de las veinte casas, además de una fallecida. Desde entonces, todos ellos han empezado de cero por distintos rincones de la ciudad.
Aún les queda un tedioso camino hasta volver a sus hogares y, aunque todavía no hay oficialidad, el camino de vuelta a la normalidad pasa por la rehabilitación al contar con un edificio que en su conjunto sufre daños estructurales en un 40%, centrados principalmente entre las letras A, B y C. La rehabilitación del inmueble, que se alargará en el tiempo al no estar emitido aún el informe final de la Policía Científica, es la solución más real en temas económicos, pues la demolición y el correspondiente levantamiento del edificio supondría el desembolso mayor para los veinte propietarios.
Esta idea también ha sido aplaudida por el Ayuntamiento al ser la opción «más barata, rápida y posible».
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«Nos ha dado mucha pena acceder, está todo destrozado»
A falta de que se confirme la rehabilitación del edificio siniestrado, los vecinos han vuelto desde este lunes a la que es su casa. Habían podido acceder días después de la deflagración, siempre acompañados por policías y bomberos, para rescatar la documentación. Lo más indispensable. Y este lunes, martes y miércoles ya han iniciado una especie de mudanza exprés y de emergencia para afrontar el invierno lejos de su casa.
Eso sí, las facturas les siguen llegando. Tienen que afrontar los pagos de las hipotecas (quienes aún las tengan), así como las facturas de los servicios como la luz o el agua. «Pagamos el mínimo», apuntan con las bolsas repletas de enseres.
Porque la jornada de este martes ha sido de contrastes. Desde el día de la explosión, los inquilinos dejaron su comunidad de vecinos para convivir, alguno de ellos, en un hotel. Eso se acabó en septiembre y desde entonces se han buscado un alquiler lejos del número 32 de la calle Goya. Huerta del Rey o en el mismo barrio de La Farola han sido sus nuevos destinos. Todos ellos por obligación.
De hecho, estos días de recogida de enseres también sirven para reencontrarse en la puerta del portal, sustituida después de la explosión por una gran chapa de metal para evitar actos vandálicos.
Saludos que se entremezclaban por las prisas de subir a casa para analizar cómo se hallaba después de la deflagración. Así que la calle Goya, este martes, era un improvisado aparcamiento con coches repletos de objetos. Los había contratados por especialistas en mudanzas y otros en los que familiares y amigos de los afectados llenaban con todo tipo de embalajes los maleteros.
Pasar el invierno
Una problemática que se edulcoraba con la sensación de que lo que les queda aún es un largo trayecto. No hay plazos para la vuelta a su hogar, así que ahora solo pensaban en cómo superar el invierno. «En los primeros días únicamente pudimos recoger los documentos y objetos de valor localizados. Ahora nos centramos en los enseres de cara al invierno. Es una mudanza tardía», explicaba Eduardo Solís tras cerrar su maletero.
Habla en nombre de su madre (Teresa Revuelta, 76 años), propietaria de uno de los pisos del segundo, y que se libró de la explosión al hallarse en su segunda residencia en Tordehumos. Precisamente, Teresa accedió a su vivienda por primera vez este martes. «Es una situación difícil, para ella es la primera vez que entra. Se le ha caído todo encima al ver cómo está la casa. Aparentemente desde fuera parecía que estaba dañada pero no con la intensidad con la que la hemos visto al entrar. Hay tres o cuatro cuartos destrozados», continúa Eduardo de forma realista al ver el interior del piso.
«Durante estos meses la hemos dicho en más de una ocasión que de haber estado, no lo contaba. Ahora hemos comprobado que de haber estado, no lo hubiera contado»
Eduardo Solís
Hijo de una afectada
«Tuvo la suerte de que ella no estaba. Durante estos meses la hemos dicho en más de una ocasión que de haber estado, no lo contaba. Ahora hemos comprobado que de haber estado, no lo hubiera contado», detalla el hijo de una afectada que al igual que el resto de sus vecinos se encuentra de alquiler.
Y todos con un poso psicológico al ver su vivienda a la que no puedan acceder. Momentos duros que se palpaban en el rostro de los afectados al bajar las escaleras de Goya, 32 y ver la realidad de una pesadilla que arrancó en la noche del 1 de agosto.



Precisamente, a falta de apuntalar el epicentro de la explosión, cuatro propietarios no van a poder entrar aún en su domicilio. 1ºA, 1ºB, 1ºC y 2ºC aún no han podido recoger sus enseres y esperarán al avance en materia de seguridad para calificar unos desperfectos que vislumbran desde la acera.
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