Valladolid

De la pequeña fiesta de los triunfadores de los Goya a la 'élite' del Círculo de Recreo

Pero se apagaron los focos de la Feria de Valladolid y la sociedad de la nieve se convirtió en la sociedad de la Sala Privé, en la calle Rastro junto a la Casa Cervantes. Sin alardes de glamour y sin vinilos opacos en las cristaleras, componentes de los equipos técnicos de la película que rememora la tragedia o el milagro aéreo de los Andes llegaban hasta el local.

No era una fiesta de esas en las que hay que esperar media hora para ir al baño o de esas en la que los oídos te retumban en cada canción. Era un encuentro de amigos. Una quedada de compañeros, a la par que triunfadores en la que, junto alguna bebida espirituosa, estaba la figura más preciada de la noche.

Y se veía a simple vista porque los ganadores de esta edición no se encerraron en el interior. Muchos de ellos se hallaban en la propia terraza del local y con los cabezones 'rulando' de mano en mano para tirar de cámara de móvil. La llegada de taxis hasta la puerta del local era sinónimo de que un amigo de esa sociedad hacía acto de presencia. Y en muchas ocasiones de la mano había un Goya.

Era el caso de Belén López-Puigcerver. Llegaba sola al propio evento de su película en taxi. Tal vez, desde la Feria de Valladolid. Ella, atrás. Adelante, en la parte de la conductora, María Jesús. La misma a la que la propia Belén le daba su móvil para que le hiciera una foto con el galardón. Porque Belén, junto a su hermana Ana, y Montse Ribé se habían alzado horas antes con el galardón al mejor maquillaje y peluquería. La misma categoría por la que el próximo 10 de marzo podrían hacerse con un Oscar.

Una ceremonia que ya tienen en la retina, porque en los próximos días se trasladará ya a Estados Unidos. Viaje que su hermana Ana y el propio Bayona adelantaron a este domingo para poner ya el foco en la cita americana.

Lo que se respiraba en la Sala Privé era simple y llanamente normalidad, a pesar de que se 'negoció' con algún portero para hacer alguna foto del exterior. «Solo una», fue la respuesta. Invitación a la que los propios ganadores no ponían resistencia. No había nada que esconder, sino todo lo contrario. Radiante se encontraba, por ejemplo, Julio Suárez con su goya por mejor vestuario. U Oriol Tarragó, por mejor sonido.

La terraza de ese local de la calle Rastro era uno de los enclaves de la noche de los Goya en Valladolid. Una imagen que contrastaba con lo que sucedía a escasos 600 metros, en la calle Duque de la Victoria. La misma que se encontraba cortada al tráfico por dos agentes de la Policía Local y una valla que movían cada vez que un coche serigrafiado con el cabezón de los Goya o un taxi hacían acto de presencia.

La retiraban para volver a ponerla mientras las temperaturas mermaban con el paso de la noche. Al final de la calle, el despliegue policial aumentaba. Hasta altos mandos se encontraban para velar por la seguridad de las decenas de personas que flanqueaban el acceso del Círculo de Recreo. Varias patrullas eran las encargadas de despejar la calzada cada vez que un vehículo se acercaba, porque sin saber quién iba dentro, la gente se arremolinaba alrededor del mismo. Se valló el acceso para evitar sustos y facilitar el acceso a todo aquel que tenía invitación para acceder. Era la fiesta VIP del marido de Paz Vega.

Eso ya se sabía de antemano, lo que propició que muchos vallisoletanos se acercaran hasta la puerta en una noche de fiesta diferente. A pesar de todo, la mayoría que se bajaba de sus vehículos encaraban los tres metros hasta la entrada del tirón. Sin pararse. Excepto los Javis. Ambrossi y Calvo, después de presentar la gala, se bajaron del vehículo para repartir besos o lanzarse al público en un abrazo gigante. Fueron los más exultantes de lo que unos servidores vieron.

Porque por ese mínimo recorrido desfilaron las actrices Cristina Castaño o Carolina Yuste (nominada en esta edición) o los músicos Niña Pastori o David Bisbal (de los más madrugadores en aparecer por el evento).

Otros en cambio llegaron a pie como la 'influencer' Rocío Camacho o el cantante Xoel López., pero lo que pasó en el interior fue privado, desvelado únicamente por las redes sociales de los asistentes.

Fueron los dos enclaves de la noche pucelana. Uno lleno de glamour, otro repleto de premios.

Alejados de esos puntos, la noche de sábado estuvo marcada por el Carnaval y sus disfraces. A tenor de lo que se veía en las paradas de los taxis, tal vez más concurrida que alguna anterior.

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