El paso de Padre Claret abrirá el día 7 de agosto

No habrá inauguración oficial. De hecho, la visita a pie de obra del concejal fue un anticipo de la apertura pero resultó lo contrario a lo que suele ser habitual. Delante de los responsables de la obra, Ignacio Zarandona puso el resultado del tajo como «el ejemplo claro de lo que no hay que hacer». No por los operarios, obviamente, sino porque «es un túnel» que, según explicó, se parece poco a la infografía que ilustraba el proyecto. «Estaba en marcha [cuando llegó el actual equipo de Gobierno] y decidimos continuar por responsabilidad», admitió.

En el paseo por el nuevo paso entre el Mercado de Delicias y Padre Claret se echa de menos, para empezar, un ascensor. Sobre todo porque la rampa para sillas de ruedas es larguísima, con dos tramos. «No se han podido encajar ascensores, solo escaleras o rampas», advertía el propio Zarandona. «Mejorará algo el servicio que se pueda dar al mercado, en alguna cuestión será positivo, pero no es lo que queremos», insistía.

Desde el lado de Delicias, lo que se ve al otro lado del paso es un muro. A la derecha se encuentran las escaleras y a la izquierda, las rampas. Al llegar arriba, una acera estrecha deberá ir acompañada de un paso de peatones para cruzar, algo que se señalizará en próximas fechas tanto en un lado del paso como en el otro. Es un punto crítico para los vehículos más grandes, como buses o camionetas de reparto. El giro hacia Padre Claret es angosto. Los autobuses prácticamente invaden la acera de la calle Estación con la parte trasera mientras se juegan el 'morro' con la barandilla del esquinazo de Padre Claret, que pasan rozando.

Hacia el otro lado, el muro que sirve como vestíbulo y las rampas y los dos accesos con escaleras cuentan con algunas plantas y pequeñas zonas ajardinadas que lo hacen algo más amigable. De igual modo la salida a la calle Guipuzcoa es más amplia. Hay, sin embargo, uno de esos contrasentidos urbanísticos que tienen que ver con los carriles bici. El que se ha creado comienza en las escaleras y discurre pegado a la valla de las vías hasta el final de la rampa. En su comienzo, sin embargo, acaba en ninguna parte. No continúa el carril bici y, suponiendo que las bicicletas accedan a él desde la calzada, tampoco hay un rebaje de bordillo que permita subir sin desmontar.

«Ha habido que abrir una grieta enorme para poder encajar las escaleras y las rampas que consiguen salvar la cota hasta llegar al nivel de la acera. Obliga a hacer una serpenteante forma a la calle para que los coches circulen», se quejaba Zarandona de la solución propuesta en la calle Estación. Y lo ponía en conjunción con el presupuesto de la obra. «Son prácticamente 5,3 millones de euros más IVA, el presupuesto inicial eran 4,6 pero hubo que hacer un modificado porque las mediciones no eran correctas». Mucho dinero, a su juicio, para una obra que no cumple con unos estándares de calidad como los que se preveían cuando se programó.

Es un paso únicamente peatonal y ciclista que se sitúa, eso sí, apenas a 300 metros del de Labradores, en el que se sigue trabajando, y a 450 metros del de Panaderos. Hacia el norte, a 150 metros se encuentra el de San Isidro, cuya ampliación y arreglo también están previstos en el convenio de integración ferroviaria de 2017.