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Nieves Valentín, que regenta la tienda de moda infantil Tintineos, en la calle Torrecilla, no se considera pesimista sino «realista», y en estos dos meses de aislamiento ... no ha facturado un solo euro. «Tengo la tienda llena de ropa sin vender, la recibí a finales de febrero y tengo que pagarla, porque las fábricas también tienen que cobrar. Tenía encargos para comuniones, bodas, el Domingo de Ramos... Tenemos un panorama desolador, el pequeño comercio ya estaba herido y ahora está herido de muerte, pero yo voy a luchar hasta el final, porque hago lo que me gusta», subraya Nieves Valentín, que ha reabierto su tienda de ropa infantil con cita previa. «No hay mucho ambiente, pero insisto en que la gente venga cómoda a mi tienda, porque el que tenga cita previa no significa que tenga que comprar», agrega la propietaria de Tintineos, que como otros muchos comercios, está extremando las medidas sanitarias de protección.
«Tengo encargada una mampara para mi mesa de trabajo y voy a hacerme con calzas para los zapatos. Tengo frascos de virucidas y toda la ropa tapada con plásticos, solo la toco yo», recalca Nieves Valentín, que incide en que la ropa de bebé no suele probarse y que dispone además de una Vaporetta para desinfectar cada prenda con vapor, que luego deja al menos 24 horas en el almacén «en cuarentena».
«Espero que la gente no tenga miedo y confíe en el pequeño comercio, que vamos a ser más seguros que los grandes almacenes», agrega la propietaria de Tintineos.
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