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Sucesor de Caballero –tal y como puede leerse en antiguas facturas de este histórico comercio vallisoletano–, Aquilino Alcañiz era el único óptico con el que contaba Valladolid en 1886, según refiere el 'Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración' de aquel año, publicación declarada oficialmente de utilidad pública. Pero este comercio vallisoletano había nacido ya 36 años antes: en 1822 (hace hoy 200 años). Empezó como un bazar en el número 15 de la Acera de San Francisco y poco a poco fue especializándose, hasta hoy, en gafas e instrumentos ópticos. A finales del siglo XIX publicitaba igual anteojos de cristal de roca de Brasil que alfileres para corbata; y en las páginas de El Norte de Castilla se pueden leer varios anuncios en los que en la tienda se recogían incluso pedidos de cerveza «embotelladas de limón, alemana, fuerte y sidra».
A Aquilino Alcañiz le sucedió en el negocio su hijo Manuel, abuelo de los actuales propietarios: José Manuel, Henar, Rafael y Jesús María Blanco Alcañiz. El matrimonio formado por Manuel Alcañiz y María Cuesta tuvo solamente una hija: María Luisa. Fue su marido, Donato Blanco, quien dio el relevo a su suegro en Óptica Alcañiz. «Mi padre tenía una joyería, Zobeira, en el número 3 de Duque de la Victoria y, en 1956, después de una gran liquidación, trasladó la mercancía que le quedaba a la tienda de mi abuelo (ya entonces en el número 8 de la Plaza Mayor) y amplió el negocio de la óptica con la joyería», cuenta José Manuel Blanco Alcañiz, gerente del comercio de la Plaza Mayor y propietario de la tienda de Óptica Alcañiz en el número 30 de la calle Mantería. «Los artículos de joyería se mantuvieron hasta los años noventa», recuerda José Manuel.
En el siglo XIX el comercio contaba entre sus distinguidos clientes con el marqués de la Vega-Inclán, creador de los Paradores Nacionales. El Museo Nacional del Romanticismo, en Madrid, conserva entre sus fondos una factura de Aquilino Alcañiz «a nombre del Sr. Comandante Lope de [H]aro para Benigno de la Vega Inclán por importe de 26 reales, en concepto de adquisición de un par de gafas miopes». En 1904 Aquilino Alcañiz figuraba en la lista de corresponsales de la marca de fonógrafos Gramophone en Valladolid (para entonces el número de la Acera de San Francisco había cambiado al 18). Justo setenta años después, su biznieto José Manuel abrió la óptica de la calle Mantería, también con artículos de electrónica.
Declarado en ruina el edificio donde está la tienda desde sus orígenes, el comercio se ubicó dos años, hasta 1962 que regresó de nuevo a su local, en un barracón en la Plaza Mayor (frente a su puerta) para no bajar la persiana. En sus doscientos años de vida únicamente ha cerrado sus puertas por un incendio y por obras de rehabilitación.
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