![Albino Carrasco (segundo por la derecha de la fila central), con el equipo de pasteleros del Hotel Compostela, en 1931.](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202204/04/media/cortadas/00206BF56D19220330080911%20(1)-kumB-U1601510014433WaF-984x608@El%20Norte.jpg)
![Albino Carrasco (segundo por la derecha de la fila central), con el equipo de pasteleros del Hotel Compostela, en 1931.](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202204/04/media/cortadas/00206BF56D19220330080911%20(1)-kumB-U1601510014433WaF-984x608@El%20Norte.jpg)
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La instauración de la Segunda República obligó a Albino Carrasco Vaquero (Torrecilla de la Orden, 1902) a regresar a Valladolid, dejando atrás su trabajo como jefe de confiteros en el Hotel Compostela, en Santiago de Compostela, inaugurado en agosto de 1930. Tras aprender el oficio en el obrador del Horno Francés de Ramón Freixas (esquina Cánovas del Castillo con Sierpe) –«donde estuvo de aprendiz interno desde los 14 años», recuerda María Teresa Santana, nuera del fundador de esta confitería vallisoletana–, Albino y su mujer, Mauricia Acuña Rodríguez (Tiedra, 1907), se marcharon a Santiago, donde él había conseguido el puesto de jefe de confiteros del hoy histórico Hotel Compostela en la plaza de Galicia. «Al proclamarse la República, el hotel quiso despedir a varios trabajadores y éstos se solidarizaron y se marcharon en bloque cocineros y pasteleros. Cada uno se volvió a su ciudad y tuvieron que cerrar el hotel», señala María Teresa, al frente del mostrador de la confitería y pastelería Carrasco desde mediados de 1960.
Al regresar a Valladolid, Albino abrió su pastelería en el número 32 de la calle Angustias, donde permanece en la actualidad. Al principio el obrador estuvo en Juan Mambrilla. «Cuando empezó, mi suegro estuvo solo, pero luego por aquí ha pasado mucha gente. Uno que estuvo siempre con él fue Ángel Muñoz, que entró como aprendiz a los 14 años y estuvo trabajando aquí hasta que se murió».
El matrimonio tuvo tres hijos: Eugenio, Antonio y José Luis. A Albino le dio el relevo en el obrador su hijo Antonio; y a Mauricia, en el mostrador, su nuera María Teresa, donde sigue hoy a sus 82 años. A Antonio, fallecido en 1999, le siguió su hijo Guillermo, el pequeño de los tres varones que tuvo la pareja: Antonio, Alberto y Guillermo. «Creo que yo voy a ser el último Carrasco en el obrador. Tengo una hija pero no parece que se quiera dedicar a esto», cuenta el nieto del fundador de este negocio que, después de 91 años, el próximo 2 de mayo bajará la persiana del local en el que se inauguró y se trasladarán al Bolo de la Antigua número 6, donde intentarán reproducir el comercio que fundó Albino Carrasco con los muebles originales que aún conservan.
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Entre su clientela, Maite recuerda a Carmen Polo. «Los Franco eran muy amigos de la familiar Ortiz, que vivía aquí cerca. Encargaba a mi suegro siempre rebojos zamoranos. Luego aparcaban tres coches a la puerta y Carmen Polo se bajaba del del medio a recogerlos. Y siempre pagaba», rememora Maite.
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