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Carmen Valle es una apasionada del medio rural. Durante 20 años trabajó en el sector de la distribución farmacéutica y cuando hace 7 le surgió la posibilidad de tener su propia farmacia en Wamba, no lo dudó. Admiraba la importante labor sociosanitaria y el día ... a día de tantos y tantos profesionales que desempeñan un servicio sanitario tan esencial para los pequeños pueblos. Ella quería tener ese contacto diario y cercano con los pacientes y los médicos, y lo ha conseguido con creces. «En los pueblos la mayor parte de la población es mayor y muy vulnerable, y lo cierto es que entre el médico y el farmacéutico les tenemos muy protegidos. Somos mucho más que un dispensario de medicamentos. Velamos por la salud y el bienestar de las personas, llevándoles un control personalizado, resolviéndoles dudas y ante problemas de desabastecimiento, facilitamos alternativas. A veces se confunden de dosis o de pastilla y siempre estamos ahí para ayudar», cuenta esta farmacéutica. «En Wamba hay consulta médica, 4 días por semana durante un par de horas. Yo estoy 5 días a la semana durante 6 horas. Me tienen para lo que necesiten», se ofrece.
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Además de gestionar la farmacia de Wamba, donde hay actualmente 309 vecinos censados, gestiona también el botiquín del pueblo vecino, Castrodeza, donde acude dos días por semana, durante 2 horas, coincidiendo con la consulta del médico. También es la encargada de proveer de medicamentos a la residencia de la tercera edad de Zaratán. «La Junta de Castilla y León apostó por un modelo en el que las residencias de mayores son atendidas farmacéuticamente por las oficinas de farmacia de la zona de salud. Es una buena manera de sostener a aquellas farmacias rurales de viabilidad económica comprometida, para que no desaparezcan. El problema es que no todas las zonas básicas de salud, tienen residencias», comenta.
En su opinión, el gran problema de las farmacias rurales, es la viabilidad y la falta de relevo generacional, sobre todo en los pueblos de menos de 1.000 habitantes, en los que a pesar de dar un enorme servicio, los ingresos son bajos, porque apenas hay población. «Los nuevos farmacéuticos no quieren venir al medio rural, porque no ven futuro, prefieren trabajar en una farmacia de la ciudad como adjunto y no complicarse. Quizás una buena manera de ayudar a las farmacias rurales desde las administraciones es que se remuneraran estos servicios complementarios que ofrecemos a la sociedad. Además podríamos colaborar mucho más estrechamente con los centros de salud a la hora de ofrecer tratamientos a los pacientes. Eso ayudaría mucho», añade Carmen, quien está convencida de que el hecho de que un pueblo tenga o no farmacia, puede ayudar a la hora de fijar población. «Para aquellos que quieran trasladar al medio rural, el hecho de que el pueblo elegido tenga farmacia, es un plus importante a tener en cuenta».
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