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Desde que tiene memoria, Mª Ángeles Fernández quiso ser farmacéutica. Una pasión que heredó de su abuela Ángela. que empezó a estudiar farmacia, allá por ... el año 1922. Fue un sueño cumplido cuando hace 30 años, al poco de terminar la carrera, pudo hacerse con el traspaso de la farmacia del pueblo que le vio nacer, Tiedra. Mª Ángeles es, además, vocal de Oficina de Farmacia Rural del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valladolid. Es una firme convencida de que las farmacias ubicadas en pueblos como el suyo, mantienen el equilibrio perfecto entre lo cualitativo y lo cuantitativo. Entre lo comercial y lo asistencial. Y que el elemento diferencial que las caracteriza es la confianza y el vínculo emocional con los pacientes.
Lo suyo es vocacional y trabajando en el pueblo se siente «realmente feliz y realizada profesionalmente». Es realista y reconoce el declive en el que está inmerso el medio rural, algo que ella, tras su mostrador, trata de revertir en la medida que puede. «La población de los pueblos está muy envejecida y es una pena ver que cada vez nos faltan más personas. Aquí se las coge tanto cariño… Cada día trabajo con la ilusión de que el pueblo no se apague y de motivar a las personas. En los pueblos pequeñitos en los que hay farmacia, damos un prestigio y tranquilidad a la gente. En cada pueblo que se cierra una farmacia, se cierra una puerta muy importante», explica. «Las instituciones deben darse cuenta de lo fundamental que es mantener los pueblos vivos. Yo tengo la esperanza de que la gente retorne al medio rural. Ya vimos durante la pandemia que muchos regresaban por lo bien que se vive aquí. Si se fomentara la creación de vivienda y el teletrabajo, cambiarían mucho las cosas», prosigue.
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Como vocal en el Colegio de Farmacéuticos trata de potenciar y visibilizar el trabajo de los profesionales del medio rural, «porque no sólo hacemos una labor sanitaria, también hacemos una importante labor social y psicológica. Ayudamos a solucionar muchos problemas, damos confianza y seguridad», relata.
Hace unos meses, su farmacia fue una de las 18 de la provincia, que firmó un convenio con la Diputación para que la prestación farmacéutica que se realiza en aquellas zonas con riesgo de despoblación y en entornos social y económicamente vulnerables, siga siendo accesible a todos los vecinos de los pueblos. «Desde el colegio de farmacéuticos llamamos a la puerta de todas las instituciones. Sería importante que a nivel regional y nacional también ayuden a aquellas que estamos en los pueblos más pequeños. Todas somos farmacias, pero no tiene nada que ver trabajar en un pueblo grande, a trabajar en un pueblo pequeño», subraya Mª Ángeles. «Aquellas que están en núcleos más pequeños, necesitan una protección especial. El servicio no puede desaparecer, especialmente por los más mayores, que no se puede desplazar, y necesitan su medicación, atención y cuidados. Nosotros les hacemos seguimiento de sus tratamientos e incluso les ayudamos a la hora de pedir citas médicas a través del móvil», remata.
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