Las generaciones más jóvenes son, en la actualidad, las primeras que nacieron con un teléfono móvil de la mano. Estas son también las más propensas a desarrollar una adicción a estas nuevas tecnologías. La Asociación de Jugadores Patológicos Rehabilitados de Valladolid (Ajupareva) atiende desde hace ... años a menores con dependencia del teléfono móvil, una adicción que tratan «como cualquier otra». «En su mayoría son jóvenes de trece años que son empujados por las familias porque les ha saltado la alarma. Detectan varias señales como cierta irritabilidad, privación del sueño, que dejan de hacer cosas que antes les gustaba, baja autoestima o el descuido de la higiene personal», explica Sandra Cuevas, psicóloga sanitaria de la asociación.
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Sergio García
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Si bien es una adicción que ya trataban previamente, desde la asociación explican que han notado un incremento en el número de casos desde la pandemia. «Fue una época donde todos nos refugiamos en las tecnologías. Las relaciones fueron más individuales y a través de una pantalla. Derivado de ello detectamos que los menores que tratamos con esta adicción tienen problemas de comunicación», concreta Cristóbal Rodríguez, psicólogo de la asociación. Son, además, los familiares quienes deciden acudir a buscar ayuda. Es decir, son ellos los que detectan el problema, no los menores. Una de las dificultades que encuentran en el tratamiento es que, una vez termine el proceso, el móvil siempre va a estar ahí, al ser una herramienta que se utiliza cada día. «No se trata de apartar el dispositivo, sino de aprender a usarlo. Que haya una reeducación y que sepan cuáles son sus beneficios y perjuicios», explican ambos.
Esta adicción va de la mano de un uso abusivo del teléfono y, por consiguiente, de las aplicaciones descargadas. También de las redes sociales. Es aquí donde muchos menores se encuentran por primera vez con la pornografía, no siempre por elección propia. «Se acostumbran a ver esta clases de vídeos y eso crea una idea errónea sobre las relaciones que normalizan. Las nuevas tecnologías, que siempre son beneficiosas si se usan bien, les dejan abierta la puerta a un mundo que no siempre es real», explica Cuevas. Junto con ese acceso prematuro a la pornografía, los menores también encuentran en redes sociales una gran cantidad de discursos radicalizados a los que tienen acceso sin ningún control. «Están en unas edades muy influenciables y parece que todo lo que aparece en redes sociales es verdad. Lo puede decir alguna persona que ellos tengan como referente y solo eso ya hace que lo tomen como algo cierto sin contrastarlo. Parece que en internet todo está permitido, pero hay ciertas actitudes que luego en la vida real son delitos», comenta Martínez.
Para evitar estas influencias negativas que pueden causar las redes sociales en los más jóvenes, los dos psicólogos hablan de educar en varios niveles. También a las familias y a los educadores. «Debe haber una prevención en los colegios, son temas importantes que hay que hablar. Se debe comprender que por mucho que esté normalizado, el uso abusivo puede causar adicción. Las familias y educadores tienen un papel clave», zanjan.
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