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Uno de los pilares fundamentales para que los menores sepan detectar y actuar ante cierto tipo de conductas está en la educación sexual. «Es básico para que tengan herramientas adecuadas para elegir y que tengan información para decidir qué hacer en sus relaciones», explica Yeni ... Martín, presidenta de Dialogasex. La asociación, formada por un equipo de profesionales tituladas, está especializada en llevar a diferentes ámbitos la importancia de esta educación, también en los centros escolares, donde trabajan a través de cuatro objetivos que comienzan por el conocimiento de uno mismo, la aceptación, las relaciones consentidas la prevención de la violencia. Frente a ello, desde la asociación explican que esta educación muchas veces llega tarde a los centros educativos y para ello destacan la importancia de estar presente en las aulas para evitar que se produzcan estas conductas.
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Sergio García
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«El programa de educación sexual tiene que ser anterior, no posterior. Es importante comenzar desde infantil para que cuando lleguen a la adolescencia sepan establecer relaciones desde el respeto. Que se desmonten tabúes y no adquieran comportamientos que vean en la pornografía. Muchas veces recibimos llamadas de centros que nos piden que vayamos cuando ha ocurrido algo, pero así no se gana nada. La educación sexual debe funcionar para prevenir, no como una intervención», explica Martín. Una de las sexólogas de la asociación, Beatriz Martín, concreta que un 80% de las llamadas que reciben para impartir educación sexual son desde la urgencia. «Siempre se centra el foco en los alumnos, pero también es importante que haya una educación a nivel familiar y en el entorno cercano. Los menores pasan menos tiempo con nosotras que luego en casa o en el aula», apunta.
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Dentro de su experiencia en las clases, explican que los menores tienen dificultad para detectar una actitud de violencia sexual. «Sobre todo en el tema del consentimiento y en la falta de deseo sexual. Esto último les cuesta, tienen una presión por las relaciones y se les escapa que el deseo es de lo más importante», concretan. Las profesionales también apuntan que los menores tienen una falta de comunicación entre sí. «Piensan que la otra persona tiene que saber qué les gusta y no hablan entre ellos. No se preguntan y no saben los límites del otro. No saben comunicar porque tienen miedo a ser juzgados», matizan.
La educación sexual además ha evolucionado a lo largo de los años. «Ya no es solo cómo prevenir enfermedades, ahora se tratan temas como la dimensión emocional y afectiva», explica la presidenta. Esto también les ha obligado a adaptar los contenidos a temas actuales, como los efectos que tiene la pornografía. «Ven conductas agresivas que normalizan y luego construyen su deseo a través de la violencia. Se crean roles de género donde se asimila que el chico se debe comportar de una forma y las chicas de otra, muchas veces traducido en conductas de violencia y de sumisión», explica Lara Herrero, sexóloga de la asociación.
Junto con ello, las redes sociales también son otra puerta donde los menores llegan a diversos discursos que compran sin contrastar. «Hemos encontrado casos donde vienen con una idea preconcebida, con discursos negacionistas que luego desmontan, pero para eso hay que educar. Tienen predisposición para aprender. Existe un gran desconocimiento, debe haber una prevención porque también cometen delitos de los que no son conscientes. Deben ser informados para alejarse del desconocimiento», zanjan.
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