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El mural que mantiene vivo un callejón desaparecido de ValladolidLa callejuela mítica que conectaba la plaza de la Universidad con la calle Duque de Lerma es, desde 2023, una obra de arte estampada en la entrada de garaje del número 16 ... . Hubo unos años en los que los vallisoletanos podían divisar entre el edificio blanco construido en 1971 y su vecino, construido en 2007, una callecita que unía la entonces Calle de la Parra con la Plaza de Santa María, el conocido callejón de Quevedo.
La razón de su curioso nombre se puede encontrar en el libro de 'Las calles de Valladolid' de Juan Agapito y Revilla. Que el apellido del poeta satírico bautizara esta vía se debía principalmente a que residió allí en casi todos los años de la permanencia de la Corte de Felipe III en la ciudad, además de cursar varios años (de 1601 a 1605) en las facultades de Filosofía y de Teología de Valladolid. Se volvieron a tener noticias de esta callejuela en 2023 gracias a la comunidad de vecinos del número 16 de la calle Duque de Lerma. Cada día la puerta de su aparcamiento amanecía con un nuevo grafiti o pintada que afeaban por completo su aspecto. Los propietarios decidieron encargar al muralista Javier Román una recreación del callejón que existió hasta 2007 en esa misma ubicación.
Aunque la idea de elaborar el trampantojo estuba pensada desde antes de la pandemia, el confinamiento complicó su desarrollo retrasando la idea de reconvertir la puerta de acceso a esa parte del edifio en una obra digna de observar. Gracias al mural los viandantes pueden volver a ver e imaginar cómo era el callejón vallisoletano y los locales de referencia de la zona. Los vecinos pusieron en valor esta idea al añadir a la derecha de la obra una placa en la que se puede leer: «Queremos recordar el callejón y aquellos establecimientos que aquí estuvieron ubicados: Talleres Poli, Bar Montesol, Bar Caracristo, etc..».
El salón de baile de La Perra Gorda fue otro de los míticos que inició su actividad en los años 1870 y paso a la historia tras la desaparición del callejón de Quevedo. Igual que la Taberna Caracristo, inaugurada en 1933, y que era un restaurante económico que regentaba Ezequiel Garrido y acogía una fama peculiar en su época por el clarete y los bocadillos de anchoas. A la vuelta del pasadizo, en la Plaza de la Universidad, estaba ubicado el Bar Montesol, especializado en calamares, tortilla y mejillones en salsa, y al que todavía muchos vallisoletanos recuerdan. Aunque este local legendario desapareciese, el sabor de su tortilla permanece unos metros más lejos, en la taberna irlandesa Seamrog, ubicada en la calle Ruíz Hernández, un negocio que guarda aún la esencia familiar.
Los aerosoles, el spray del artista Javier Román García y la memoria colectiva de los vecinos consiguieron recoger la esencia del estrecho vial en el garaje de Duque de Lerma. La construcción del edificio de la esquina, que ocupó también el espacio del callejón, tuvo problemas para avanzar ya que hubo una persona que presentó una denuncia para que no se llevara a cabo el replanteamiento de la zona y se paralizara la obra.
La sentencia terminó por no darle la razón aunque se dudase sobre quién era el propietario del callejón. Finalmente una nueva sentencia en febrero de 2007 del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), pondría fin a la calle tras declararla propiedad municipal. Una vez terminada la construcción del edificio, el callejón desapareció para siempre.
Desde Curioseando por Valladolid descubrimos algunas curiosidades que hacen de la Semana Santa de Valladolid una oferta cultural y turística única para visitar.
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