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Emeterio Gómez de Paula, Francisco Gutiérrez y Sonia Rilova
Domingo, 24 de julio 2022, 13:27
D. Antonio González Fraile falleció a última hora del jueves 21 de julio en el Hogar Sacerdotal de Valladolid a los 93 años. Era un hombre de los buenos de verdad y un cristiano ejemplar. Nació en Palazuelo de Vedija (Valladolid) en una familia numerosa ... que le transmitió grandes valores. De niño fue al Seminario del cercano Valderas. Cursó Teología y Sagrada Escritura en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma gracias a una beca, donde fue ordenado sacerdote el día de San José de 1952 con casi 23 años. Allí coincidió con un grupo de grandes personalidades, entre las que destaca su compañero de estudios en el Seminario de Valladolid, el sacerdote y periodista D. José Luis Martín Descalzo, con el que mantuvo siempre una excepcional amistad. Desde aquellos tiempos siempre guardó también un profundo aprecio por la Compañía de Jesús.
En su carrera sacerdotal ejerció como coadjutor de la Antigua, Canónigo de la S.I.M. de Valladolid por oposición, Consiliario de la Obra Apostólica Familiar, Profesor de griego y otras materias en el Seminario, Presidente de la Comisión Diocesana de Liturgia, Consiliario Nacional de «Pax Christi»; Profesor de Religión en el Instituto «Núñez de Arce, entre otros ministerios. Su compromiso con la labor docente se completó con la escritura de algunos libros, tales como: «Yo soy el Camino», «Somos Iglesia» y «Fe cristiana y mundo moderno», en los que amplió sus enseñanzas cristianas.
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D. Antonio González Fraile era un gran comunicador que cuidaba sus misas con mimo y atraía a numerosos fieles con su carisma, bondad y amplia cultura. Siempre se destacó por ser un hombre sencillo y alejado de protagonismos, gran defensor de las celebraciones eucarísticas adaptadas a las peculiaridades de cada grupo al que dirigía sus homilías.
Fue un hombre de gran talla humana, además de intelectual, siempre disponible y atento para escuchar, gran conversador y un entusiasta por aprender y enseñar.
De él se puede afirmar que explicaba los grandes misterios de la fe con un lenguaje profundo, comprensible, y que hacía reflexionar. En suma, un luchador incansable para difundir el mensaje de Jesús y los valores cristianos, que él también encarnaba en su vida junto con su querida hermana Jesusa.
Todos confiamos que su entrada en el cielo haya sido tan buena como él se merece, siempre le recordaremos con cariño y guardaremos sus valiosas enseñanzas.
Tus amigos Emeterio, Paco y Sonia
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