Tenía una receta infalible para combatir la vejez: «Comer de todo en pequeñas cantidades, hacer ejercicio dirario y beber un vasito de vino de la Ribera del Duero». Y, mientras pudo, lo cumplió a rajatabla. Valladolid llora este sábado el fallecimiento de Bonifacia Valcabado, una ... de sus vecinas más longevas. Ha fallecido a los 110 años, después de una larga vida rodeada de amigos y familiares que este sábado se despedirán de ella (en el tanatorio de Las Contiendas), antes de que su cuerpo sea conducido hasta su localidad natal, el pueblo burgalés de San Martín de Rubiales, donde tendrá lugar el entierro y, previamente, el funeral, en la parroquia de San Martín Obispo.
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Allí, en aquella localidad de apenas 140 vecinos, nació Bonifacia el 14 de mayo de 1914. Todavía no había estallado la Primera Guerra Mundial. Llegó al mundo en el seno de una familia rodeada de mujeres. Fueron cinco hermanas (Rafaela, Juanita, Adela y Magdalena, además de ella). Allí, en su pueblo de Burgos, Bonifacia fue a la escuela y pasó su juventud hasta que se casó. Y no fue una infancia sencilla, ya que su padre falleció repentinamente dejando a cargo de la familia su negocio, una fábrica de aguardiente. La madre de Bonifacia quiso que sus hijas tuvieran un oficio y por eso la joven marchó a Burgos para aprender corte y confección. Así lo recordaba en un reportaje publicado en El Norte de Castilla cuando Bonifacia cumpió 108 años. Un año después (al cumplir 109) reconocía que tenía una salud envidiable para muchos. Le dolían las rodillas y precisaba de un andador, pero nada más allá de los achaques presumibles para tan avanzada edad y de la operación cadera que tuvieron que hacerle al cumplir los 104.
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Boni recordó entonces que se casó en 1942 con Eduardo Orive, a quien definía como el amor de su vida, como un «loco aviador» que estuvo destinado en Zaragoza y Reus. No tuvieron hijos. Su marido falleció, ya con el cargo de teniente coronel, y, ya viuda, Bonifacia se instaló en Valladolid, donde residía gran parte de su familia. Aquí, en el Paseo de Zorrilla, ha vivido durante más de cuatro décadas y aseguraba que, desde que alcanzó los 95, celebraba cada cumpleaños «por todo lo alto». Aficionada al ballet, el teatro y la vida social, tenía un capricho gastronómico: le encantaba el chocolate con churros. «No sé hacer milagros, pero hay que estar tranquilo en la vida», comentaba.
Bonifacia Valcabado, con 110 años, era una de las vecinas más longevas de Valladolid. Tal vez la más veterana del padrón de la ciudad. El Ayuntamiento rindió el pasado 1 de octubre un homenaje a 16 vallisoletanos que cumplieron un siglo de vida en este 2024. Las cifras más recientes de población, correspondientes al 1 de julio y publicadas por el Instituto Nacional de Estadística (INE) dicen que en Valladolid residen 285 personas que han superado los cien años. En la capital, 213, de acuerdo con las cifras del padrón municipal.
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La estadística no desglosa las edades concretas a partir de los 100 años, sino que los agrupa a todos en ese epígrafe de centenarios.
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