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El compromiso es que la autovía A-11, entre Valladolid y Soria, sea de verdad una autovía, con todos sus tramos en servicio o en ... ejecución, «al final de la legislatura». Esto es, verano de 2027. Eso dijo el ministro de Transportes, Óscar Puente, hace un año, cuando anunció ya la licitación de las obras entre Langa de Duero y Aranda de Duero, en Soria. Hoy, casi doce meses después de ese anuncio, se adjudica la obra: 180 millones de euros para construir 22,3 kilómetros.
No ponen plazos para rematar las obras, pero los 30-36 meses como mínimo son una constante en cada pedacito de la A-11 que se ha ejecutado. «Desde 2019 se han puesto en servicio 55 kilómetros de la autovía del Duero en Soria, tras la finalización del tramo El Burgo de Osma-San Esteban de Gormaz en julio de 2023», explica el Ministerio. Estos 22,3 kilómetros de nueva factura se incrustan, así, entre dos tramos ya construidos y funcionales, la variante de Aranda y el de El Burgo-San Esteban.
Hay que destacar que los 180 millones de euros (IVA incluido) por los que se ha concedido la adjudicación de los trabajos suponen una rebaja importante respecto al precio de salida fijado entonces por el Ministerio de Transportes, que lo tasaba en 212 millones de euros.
Hace un año, los porcentajes de ejecución de los trozos pendientes de autovía parecían bien encaminados. De Tudela a Olivares, «al 50%», decía Puente. De Olivares a Quintanilla de Arriba, «al 30%». Ahora, Langa-Aranda, que de momento está el 0% pero ya en proceso de iniciar los trabajos. Y aún faltan, eso sí, dos nudos clave. La variante de Peñafiel y el acceso a Soria. Por ese lado aún no hay novedades. Esos porcentajes, evidentemente, han mejorado en los más de once meses de trabajo desde entonces. Sin embargo, aún queda un año, según las previsiones del Ministerio, para que se pueda circular por ambos. Cuando entren en servicio se completarán casi 50 kilómetros de autovía entre Valladolid y Quintanilla de Arriba.
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Ahí se encuentra el gran vacío de esta vía de alta capacidad. Entre la variante de Peñafiel, la población más grande por la que cruza todo el tráfico de la N-122, y Castrillo de la Vega, justo antes de Aranda de Duero. Son 47,7 kilómetros peligrosos que aún van muy rezagados en cuanto a planificación.
A partir de Aranda de Duero, la cosa mejora. Sobre todo en Soria. Allí se han puesto en marcha en estos últimos años 55 kilómetros de autovía, explicaba Óscar Puente hace un año, con lo que ya se alcanzaban los 62 en esa provincia. Los 22,3 que se han adjudicado entre Aranda (Burgos) y Langa (Soria) pondrán el colofón al trazado en esa parte. Desde Langa hasta La Mallona, casi a la entrada de Soria, ya se puede circular por la A-11, con lo que este tramo recién adjudicado y el de la llegada a la capital soriana son los últimos que quedan por completar.
Así, para cuando lleguen las elecciones de 2027 es seguro que entre Valladolid y Soria la mitad del trazado ya será por autovía y otros 22 kilómetros, los adjudicados hoy, estarán en ejecución. El compromiso de Puente fue, sin embargo, que todos los tramos estarían entonces en ejecución o en servicio. Es decir, que las próximas actuaciones, si quiere cumplir con el plazo, deberían ser las relativas a la redacción de los proyectos de la variante de Peñafiel y su entronque con Aranda de Duero y la llegada a Soria. Basta con ver que desde que se anunció la licitación de las obras de Langa-Aranda, en diciembre del año pasado, hasta que se han adjudicado los trabajos ha transcurrido un año.
La conversión de la N-122 en la autovía del Duero tiene más puntos negros en el tramo más al oeste, en la conexión entre Zamora y Portugal. El Ministerio anunció en septiembre que se trabajaba en «impulsar» la redacción de los proyectos de los diferentes tramos en la provincia de Zamora pero a día de hoy las únicas obras en marcha son las que se ejecutan en 1,5 kilómetros entre San Martín del Pedroso y la frontera. 7,2 millones de euros para duplicar la calzada de la carretera nacional, ampliar un paso inferior y construir otro superior. Debería estar concluido a finales de 2025.
A partir de ahí falta lo mollar. Hay casi 70 kilómetros de trazado entre el puente que sirve como frontera con Portugal, el de Quintanilha, y la capital zamorana. Con variantes tan imprescindibles como la de Alcañices, otra localidad por la que cruza, como ocurre en Peñafiel, todo el tráfico pesado.
El retraso en las obras de un eje clave en la unión este-oeste del norte de España hace que se den circunstancias tan paradójicas como que haya tramos que necesitan una rehabilitación del firme mientras hay otros de los que ni tan siquiera hay planos. Así, en octubre el Ministerio licitó por 2,9 millones las obras de mejora y reparación del firme en los 9,4 kilómetros de la variante de El Burgo de Osma. El mismo día, licitaba por 11,36 la misma tarea para los 15 kilómetros del tramo Tudela de Duero-Valladolid. Los baches obligaron a poner señales que limitaban la velocidad para evitar riesgo de accidentes en ese trayecto entre la capital y Tudela.
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