Valladolid

Materiales deficientes y una construcción de otra época, principales causas del hundimiento

Una circunstancia en la que una vista ocular permitió comprobar la «deficiente calidad» de los elementos empleados en el entramado de madera que hacían de sujeción de la linterna de la cúpula así como una construcción «nada boyante». Un entramado que estaba muy degradado, «prácticamente convertido en polvo», aclara el también arquitecto de profesión. Y esa madera ha ido absorbiendo el agua de las precipitaciones del paso del tiempo por lo que esa agua no llegaba al interior en demasía con lo que visualmente no saltaron las alarmas ante su mal estado. Y llegó el día y el momento de su caída, como explican los técnicos sin sorprenderles en demasía por lo descrito. «Una situación desconocida» pero que, pese a todo, «ha sido afortunada porque no hay que lamentar ningún daño personal porque el templo estaba cerrada al público por obras y los obreros estaban en la zona del tejado pero todos con las líneas de vida bien aprovisionadas».

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El arquitecto Eduardo González Fraile describe la situación de mismo modo explicando al tiempo que una cúpula y una linterna de estas características «es complicado que se caiga, pero se puede caer, algún elemento puede fallar, más en edificios de hace varios centenares de años como consecuencia del cálculo de las estructuras». Este experto en la restauración y puesta en valor de monumentos tan emblemáticos, por ejemplo, como la Iglesia de San Pablo de Valladolid, el Palacio de Santa Cruz o la capilla de San Juan Bautista de la Parroquia del Salvador de Valladolid junto con una zona de la Catedral de Santiago de Compostela, explica a este respecto que «antes se utilizaban para sellar o consolidar morteros de cal, ladrillo, piedras… y en la actualidad se adaptan mejor los edificios a las circunstancias y sus características con materiales más rígidos». Sin embargo, determina, «lo importante de estos edificios es el mantenimiento que debe ser más constante».

Y en esta línea González Fraile se decanta por una revisión de los procedimientos para, como sucede en el vecino caso francés, todos los inmuebles con algún tipo de protección tienen asignado un equipo de técnicos que siguen su día a día y, por tanto, «tienen un control más exhaustivo y cotidiano de su mantenimiento, de su conservación y de cualquier patología que pudiera surgir de manera imprevista». Este salvaguarda del patrimonio vallisoletano es amplio conocedor de la normativa francesa e italiana y, si bien en el país galo las iglesias son patrimonio estatal, lo cierto es que «su control ha permitido adelantarse a posibles sucesos irrecuperables e incluso para salvaguardar daños constructivos detectados».

«En nuestro país y en nuestra ciudad hay empresas muy potentes, muy profesionales y muy responsables con su trabajo», manifiesta este arquitecto catedrático emérito de la Universidad de Valladolid quien a su vez reconoce la «escrupulosa labor» que está haciendo la empresa encargada de la rehabilitación de la cubierta de la Penitencial de la Santa Vera Cruz: «Son muy buenos y metódicos en su trabajo». «Pero aún con todo», incide Eduardo González, «es muy importante el mantenimiento», mensaje que lanza tanto a las administraciones públicas como a la propia Archidiócesis de Valladolid e incluso a los propietarios de índole privado, como es el caso, la Cofradía de la Santa Vera Cruz cuyo templo penitencial es parte de la herencia del patrimonio vallisoletano del barroco español constituyendo algo así como el centro museístico de Gregorio Fernández más importante del mundo por su condición de ser único e irrepetible.

Así las cosas, el propio concejal Ignacio Zarandona confía en que, tras la oportuna redacción de proyectos por procedimiento de urgencia, la tramitación de los expedientes y la consecución de la obra de rehabilitación, esta iglesia de la calle de la Platería de Valladolid pudiera reabrirse al culto en un plazo de un año aproximadamente. «Las cúpulas en muchos edificios monumentales son auténticos órdagos arquitectónicos y sin avisar ocurren como las acontecidas ahora», ultima el edil.

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El equipo de rehabilitación se dio cuenta de que la estructura estaba «en muy malas condiciones»

«Es una desgracia pero, en el fondo, ha habido mucha suerte», reveló, en declaraciones a Ical, el arquitecto Fernando de Bonrostro, que a la salida de la reunión mantenida por los responsables de la rehabilitación del templo con miembros de la Cofradía Penitencial de la Vera Cruz, con el alcalde de Valladolid y con el subdelegado del Gobierno, afirmó: «Imaginemos que no hubiésemos detectado ese problema, hubiésemos cerrado la obra y se hubiese caído la cúpula con gente dentro».

Una situación que se pudo evitar gracias a que, hace apenas unos días, el equipo de rehabilitación se dio cuenta de que existían «una serie de grietas, tanto longitudinales como transversales», en la zona de bóveda, algo que «no reviste especial trascendencia» en el caso de las primeras pero que, cuando las aperturas son horizontales, «pueden generar algún problema».

Al advertir con ello que la estructura de la cúpula estaba «en muy malas condiciones» y que «podía colapsar», como finalmente ha sucedido esta mañana, se avisó a la Cofradía Penitencial de la Vera Cruz, titular del templo, que decidió cerrar la iglesia.

«Suele pasar en las obras de rehabilitación, en los edificios antiguos no sabes lo que te vas a encontrar debajo», reveló el arquitecto, aludiendo al ejemplo de la Venus de Milo, que «empezó quitándose un padrastro y se quedó sin brazos». «En una obra de restauración, te enfrentas a un tema y, cuando revelas lo que hay detrás, puede haber un problema estructural grave, como es el caso que ha sucedido».

Así, y refiriéndose al aspecto técnico del suceso, Bonrostro apuntó que tanto la linterna como la cúpula estaban, originalmente, cubiertas por pizarra pero, en algún momento, se cambió ese recubrimiento por cerámica plana, lo que generó una primera entrada de agua en el encuentro de la linterna con la cúpula que acabó generando «una serie de filtraciones que han ido dañando». Además, a ello se pudo unir «algún hongo» porque la madera de la estructura estaba también «muy dañada».

Sin daños en las imágenes

Otra de las buenas noticias es que las imágenes que resguardaba la iglesia de la Santa Vera Cruz de Valladolid, «no están corriendo peligro» dado que la caída de la cúpula y la lámpara se produjo entre los bancos y el altar, y mientras algunas de las tallas estaban protegidas por hornacinas en este último punto, otras se encontraban en las naves laterales de la iglesia, alejadas de la zona central del suceso.

De hecho, el desescombro del templo será el primer paso antes de tomar nuevas determinaciones sobre los próximos pasos a seguir para la reconstrucción de la cúpula, de la que primero se deberán limpiar «algunos arranques» que quedan tras la caída, trabajo que se llevará a cabo mañana.