Una pedagoga teatral, en un minuto
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Una pedagoga teatral, en un minuto
María Requejo: «Ojalá todos tuviéramos la oportunidad de formarnos teatralmente»María Requejo García (Valladolid, 1983) estudió Trabajo Social. Ha ejercido como educadora social hasta que hace apenas dos años decidió abrir Espacio Galatea, un proyecto en el que desarrolla su faceta de pedagoga teatral. «El teatro siempre ha formado parte de mi vida. En ... Cantabria, donde vivía antes de regresar a Valladolid, tuve la suerte de tener una directora, Rita Cofiño, que me metió el teatro en las venas. Hacia 2015 descubrí por casualidad la antropología teatral y empecé a formarme. Me gusta acompañar mucho la acción con la teoría. Todo tiene una base científica, neurocientífica, biológica y fisiológica. Se aprende a pensar con el cuerpo para existir como actriz«.
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-¿Cómo pasa de educadora social a pedagoga teatral?
-Las funciones de lo que era mi profesión siempre las intentaba desarrollar a través del teatro, algo que yo hacía en mi tiempo libre y que he amado desde pequeñita. Siempre encontraba la manera de unir las actividades y los talleres que tenía que hacer a través del teatro. Creo que la clave fundamental de llegar hasta aquí ha sido que empecé de manera 'amateur'. Comencé a dar teatro en centros educativos de manera voluntaria, al mismo tiempo que seguía con mi actividad profesional. Hacer lo que uno ama sin hacerlo profesionalmente yo creo que fue la clave del éxito y lo que me hizo ir rechazando un poco más la labor de trabajadora social y dedicarme exclusivamente a esto.
-¿Y por qué la antropología teatral?
-Es una raíz de entrenamiento teatral que nace en Grotowski, aunque realmente el creador de este concepto fue Eugenio Barba. La descubrí por casualidad en diferentes formaciones. En Valladolid no se desarrollaba principalmente esta manera de hacer teatro que consiste en conseguir la presencia escénica a través de unos principios corporales; y a mí me pareció muy interesante.
-¿Qué requisitos pide a sus alumnos?
-El único requisito que yo pido, tanto para niños como para adultos, es estar disponible. La presencia escénica se puede adquirir. No se necesita un cuerpo estéticamente perfecto; de hecho un cuerpo deportivo y ágil puede ser escénicamente insulso, teatralmente inerte. Esa energía que se emana en el escenario se consigue incluso en un cuerpo inmóvil. No se trata de explotar la energía en el espectáculo sino de contenerla. Es un entrenamiento muy complejo y muy completo donde se necesita el cuerpo y la voz, independientemente de la experiencia.
-¿Esta manera de hacer teatro engancha más a niños o a adultos?
-Espacio Galatea empezó destinado solamente para pedagogía infantil; desde siete u ocho años hasta catorce que tengo actualmente. Me impulsaron los padres de mis alumnos. Recuerdo una mamá que me dijo 'María, mi hija era muy vergonzosa y ahora se ha presentado a delegada'. Ese es el alimento que a mí me dan los alumnos cada día. Como todos los que empezaron continúan, supongo que al final se desarrollará hasta la adolescencia más tardía. Sin quererlo también se destinó para adultos. Mis amigos, mis compañeros, la gente que pasaba por la calle me preguntaba 'María, ¿qué es lo que haces?' Y muchos vinieron a probar. Les gustó y también se hizo grupo de adultos.
-¿No hay que tener vocación de actor o actriz?
-No. Precisamente cuando viene algún niño diciendo 'yo quiero ser actor o actriz', se lo desmonto un poquito. A mí lo que me interesa es que lo que aprendan aquí, los personajes que salen en los entrenamientos, lo apliquen a la vida, como esa niña que se presentó a delegada. Ahora está haciendo un papel para el que creo que le sirvió el entrenamiento que hizo teatralmente para luego estar en la vida. Otra cosa es que después tomen el camino de la actuación y se dediquen a ello profesionalmente; pero ojalá todos tuviéramos la oportunidad de formarnos teatralmente para adquirir seguridad y enfrentarnos a entrevistas de trabajo, defensas ante tribunales, cuando necesitas decir algo importante a una persona... Este teatro es lúdico pero está muy alejado de entretener.
-Un teatro para la vida.
-En el entrenamiento hay mucha diversión. Trato, sobre todo con el público infantil, de que se diviertan; pero a la vez voy metiendo muchísima disciplina y es un entrenamiento en el que al final hay fatiga y cansancio. Hay mucha risa, pero trabajan duramente. Me gusta llamarlo teatro de investigación porque yo soy dadora de los conocimientos, los facilito, pero aquí son los alumnos los que crean. Y salen cosas muy especiales en los entrenamientos, cosas que ni yo me espero. Cuando se explora no se explora con un final concreto.
-Al final no está tan alejado de tu formación como educadora social.
-He conseguido unir las dos cosas que amo y el resultado es educar teatralmente. Me gusta estar a este lado. También hago cosas como actriz, pero realmente cuando empecé con este espacio me centré en la pedagogía. La gente no viene aquí para hacer un espectáculo, no es el final, pero siempre culminamos con alguna representación. La gente viene a entrenar. Es lo que a mí me han enseñado y me ha regalado un montón de cosas y quiero darlo a conocer.
Juan Luis Sáiz Virumbrales, organista.
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