A primera hora de la mañana, un tuit del PP arengaba a los suyos con ese mantra preelectoral de la derogación del sanchismo. Y la arenga se hacía carne con la llegada de Alfonso Fernández Mañueco, presidente de la Junta, al Ayuntamiento de Valladolid. En ... una sesión de constitución del Ayuntamiento que iba a conducir, precisamente, al inicio de la demolición del sanchismo. Caía una de las piedras angulares de su construcción, Óscar Puente. «Valladolid es un símbolo», admitía Mañueco tras dos horas y media de acto. La ciudad icónica en una comunidad, Castilla y León, que hace cuatro años entregó al PSOE un poder municipal como nunca, un poderío que se ha disipado a una velocidad inaudita. Segovia, Ponferrada, Valladolid, Burgos, son ahora feudos de la derecha. Grietas en la presa sanchista, sujeta con parches del Centro de Investigaciones Sociológicas y tiritas argumentales que creen que hay tiempo para recuperar, que el lobo PPVox puede aún movilizar a quienes, el pasado 28M, se quedaron en casa u optaron por un voto de castigo a la ley del solo sí es sí, los acuerdos con Bildu…. Las generales están a la vista, a poco más de un mes, y este trámite, para el PP y para su socio, Vox, es sin embargo solo un paso más. El peldaño que lleva al siguiente triunfo.
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Pero.
Óscar Puente, alcalde saliente, mostró la resistencia que es capaz de ofrecer un PSOE acorralado por los números y las sensaciones. Veinte minutos de discurso que forzaron a Jesús Julio Carnero a improvisar antes de la lectura de su primera intervención como alcalde de Valladolid. Un discurso, el de Puente, crítico incluso cuando tiró de diplomacia. Porque comenzó con una premisa básica que se ha olvidado a menudo en estos tiempos de polarización: «Quien hoy toma posesión del bastón de mando es el alcalde legítimo de la ciudad de Valladolid», aclaró nada más empezar. Nada de «pactos de perdedores», «los integrantes del Gobierno han negociado con el estómago», «han repartido sillones», expresiones que, recordó, escuchó su primer Gobierno municipal en 2015. En aquella toma de posesión a la que, insistió, no acudió Javier León de la Riva, esta vez presente en el relevo.
Los reproches y críticas de Puente se centraron en la gestión que presuntamente vendrá y a la que opuso lo conseguido en sus ocho años como alcalde. Y anticiparon lo que se va a encontrar el nuevo alcalde junto a su corporación: una oposición dura, pertrechada con el bagaje que dejan ocho años de gestión y con un exalcalde al frente de las operaciones.
«Podría contestar aquí y ahora punto por punto a todo lo trasladado por el anterior alcalde. Pero no lo voy a hacer porque hoy estamos a otra cosa, a la constitución de un Ayuntamiento», se defendió Carnero, que esta vez eligió la evasiva para no enredar un acto larguísimo, pero que tendrá que comenzar a ejercitarse en la esgrima dialéctica diaria a partir de ahora. Carnero, que ha sido presidente de la Diputación y consejero de Agricultura y de Presidencia, desembarca en la Alcaldía-símbolo, en palabras de Mañueco. La misma desde la que Puente se ha convertido en centro del ataque político del PP y Vox por su proyección nacional. La misma en la que Javier León de la Riva se convirtió en centro del ataque político del PSOE y demás fuerzas de izquierdas por su proyección nacional.
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«Que los ciudadanos hayan visto a los señores Carnero y Puente abrazándose en la toma de posesión ayuda a la convivencia en una sociedad crispada», defendió Puente.
En los discursos, sin embargo, se intuyó la batalla que viene. Jesús Julio Carnero presentó su proyecto para la ciudad, esos siete ejes a los que se refirió en campaña, el soterramiento, el diálogo… Óscar Puente le recordó la herencia que le queda. Primero para reivindicarse y, de paso, tratar de hacer valer el papel de su partido, que desde ya mismo se embarca en una campaña electoral cuajada de desánimo y a la contra. Y después para anticipar los problemas que se podría encontrar el nuevo alcalde. «Desventajas», las llamó.
Puente: «Es inevitable anticipar lo que va a suceder en Valladolid los próximos años por la inclusión en el Gobierno de una formación política que hace de la intolerancia, el negacionismo, el machismo y la xenofobia sus principales señas de identidad. [..] La pregunta es ¿va a dejar de existir el Centro de Igualdad Municipal en el que se ayuda a las mujeres víctimas de violencia de género?».
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Carnero: «Desde un diálogo constructivo y sincero el Partido Popular y el partido Vox hemos llegado a un acuerdo viable y firme para este mandato que hoy comienza. Quiero agradecer a Vox su voluntad decidida para alcanzar dicho acuerdo. Con él se refleja la voluntad de los más de 76.800 vallisoletanos –58.142 del PP y 18.738 de Vox– que han elegido un cambio para nuestra ciudad. Un cambio para el que trabajaremos codo con codo buscando siempre el beneficio de Valladolid, gobernando para todos los vecinos».
En cuestiones más pragmáticas, menos ideológicas, como el soterramiento o la reforma del estadio José Zorrilla, también se entrevén las disputas que vendrán. Porque en la Junta de Gobierno del próximo miércoles el Ayuntamiento tendría que aprobar la cesión demanial por 50 años del estadio al Real Valladolid. Proyecto que sería incompatible, dicen los salientes, con el proyecto de los entrantes. O porque el soterramiento, aunque Alberto Núñez Feijóo fuera presidente y viniera con el cheque en blanco como prometió el 12 de mayo en el Campo Grande, tardará un tiempo en superar trámites, estudios y papel y convertirse en excavadoras en el tajo. «El viaducto del Arco de Ladrillo se cae a cachos. Es una de tantas infraestructuras que se abandonaron porque para qué, si iba a hacerse el soterramiento. Tiene dinero para hacer un paso nuevo, para hacer otros tres más que unan Farnesio con Zorrilla. […] Son proyectos compatibles con un hipotético soterramiento que de llegar algún día tardaría décadas en realizarse», instó Puente.
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«Mi mayor motivación en estos próximos años es conseguir lo que los vallisoletanos se merecen, una ciudad sin barreras. Por eso, me comprometo a hacer realidad el proyecto del soterramiento de las vías del tren, la mayor operación de vertebración de la ciudad, y de riqueza social, económica y medioambiental que se acometerá en Valladolid. A ello dedicaré todo mi esfuerzo y trabajo», fue la respuesta de Carnero, a falta de que el lunes comunique el organigrama de su equipo y comience el reparto de tareas, que ya permitirá concretar alguna acción inmediata más.
Pero todo esto ya lo sabía Jesús Julio Carnero, seguramente. Porque ambos, explicó, han hablado dos veces antes de la sesión del relevo. La segunda de ellas, durante tres horas. Y allí saldrían Switch, Seminci, los Goya, las fiestas de septiembre, Inobat. La ciudad sigue rodando y necesita que las dos fuerzas, la que sale y la que entra, se engranen.
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«Tiene hándicaps importantes. El primero, sus socios, que le arrastrarán por el camino del sectarismo si usted lo permite, espero que no», le espetó el exalcalde Puente al alcalde Carnero. Y sus socios asistían al espectáculo en primera fila. Pablo Sáez, diputado por Valladolid, tesorero de Vox, número 1 al Congreso para el 23J; Mariano Veganzones, consejero e Industria y Empleo que hasta ahora se ha ausentado de su puesto en el Consorcio de la Feria de Valladolid; Juan García-Gallardo, vicepresidente de la Junta presto a encadenar una nueva y crucial campaña electoral después de su activísimo papel a nivel nacional en la del 28M.
Irene Carvajal, Alberto Cuadrado y Víctor Martín serán las tres caras de Vox en el Salón de Plenos. De oposición exigua con un edil a partido de Gobierno con tres. Conscientes de que deben gestionar -el lunes se verá qué áreas-, resistir el empuje de un PP con mando en Junta, Diputación y, quizá, Gobierno, y con el ejemplo-advertencia en cabeza ajena de un letrero que este sábado aún se mantenía en una de las salas del edificio: «Grupo Municipal de Ciudadanos». De sus tres ediles, solo Martín Fernández, ahora en las filas del PSOE, se encontraba ya en la Casa Consistorial.
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Carvajal, teniente de alcalde, previsible alcaldesa accidental cuando Jesús Julio Carnero dicte decreto de sustitución -vacaciones, quizá sesiones plenarias en el Senado-, eligió un tono tranquilo. «Tenemos el firme compromiso de que este Ayuntamiento sea espacio de diálogo, tolerancia y construcción, alejado de posiciones broncas. La ciudadanía nos ha elegido para construir. Las decisiones de los gobernantes municipales trascienden sus mandatos muchos años después», dijo. Y dejó claro cuál será su eje principal de acción: «Queremos recuperar el gran proyecto de equidad que implica el soterramiento de las vías del tren. Será la palanca tractora de la inversión en Valladolid, del asentamiento de nuevas empresas y de la fidelización de nuestro talento».
En la bancada del fondo, casi en sus escaños habituales de concejales, Manuel Saravia, María Sánchez y Alberto Bustos (VTLP) asistían a un relevo del que ellos, voluntariamente, se han apartado. Manuel Saravia, antes de la campaña. Sánchez y Bustos, la noche del 28M. En su lugar, los cuatro escaños de 2015 que quedaron reducidos a 3 en 2019 los ocupan ahora 2 integrantes, Rocío Anguita y Jonathan Racionero. Y fue Anguita quien marcó sus pautas de actuación. «La ciudadanía ha decidido que nuestro grupo pase a la oposición. Haremos nuestra función apostando por una ciudad inclusiva, feminista [...] Donde las mujeres conservemos nuestros derechos como ciudadanas. Una ciudad con unos servicios públicos que garanticen los derechos de todas las personas a una vida digna de ser vivida. Desde estos parámetros defenderemos los avances que se han puesto en marcha en estos ocho años», advirtió. Y también se sumó a esta jornada de buenos propósitos que luego se verá cómo se concretan. «Intentaremos llegar a acuerdos y consensos sobre temas fundamentales, lo que no es incompatible con la crítica fundamentada si se ponen en peligro los derechos de la ciudadanía».
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Había terminado la primera sesión plenaria del mandato y llegaban las primeras previsiones de agenda institucional del nuevo equipo. Parecido membrete, diferente tono de colores. Del rojito asalmonado al azul oscurillo con franjas celestes. Pequeños detalles que alumbran el cambio que ya se ha producido. «10:00 h. Comparecencia conjunta del alcalde, Jesús Julio Carnero, y la primera teniente de alcalde, Irene Carvajal. Salón de Recepciones del Ayuntamiento». Una rueda de prensa en la que se dará a conocer cómo queda el equipo, qué funciones desempeña cada uno más allá del cargo nominativo… Porque una cosa es ser concejal de Cultura, por ejemplo, y otra que las funciones aparejadas a ese área sean fiestas de barrios, Tío Tragaldabas y Tía Melitona y campeonatos de trivial por parejas. En esas funciones, que debe rubricar el alcalde, que es quien tiene potestad para delegarlas, está la clave del funcionamiento del nuevo Gobierno municipal. De momento, ni sus concejales, o al menos una gran parte de ellos, saben exactamente qué van a tener a su cargo.
Después habrá una visita institucional del alcalde a la Universidad Europea Miguel de Cervantes -también ha comprometido visita a la Universidad de Valladolid, pero las agendas de los rectores tampoco son sencillas de cuadrar-. Y cerrará la mañana con el acto de presentación del World Padel Tour, que se celebra a partir del miércoles y que ya tiene la Plaza Mayor a rebosar de graderíos y casetas de obra.
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En 18 días comenzará la campaña electoral de las generales. Los socios se enfrentarán por conseguir la mayor parte de la tarta de su espacio, mientras el PSOE trata de aguantar el envite y Toma la Palabra, subsumido en Sumar, intenta acceder a uno de esos escaños dificilísimos en las provincias con pocos puestos en liza. El 23 de julio, el alcalde Jesús Julio Carnero podría ser senador, su número 2, Mercedes Cantalapiedra, diputada, y el líder de la oposición, Óscar Puente, también diputado. En los primeros cien días de Gobierno, por tanto, Carnero afrontará los primeros treinta a medio camino entre cogerle el aire al puesto e impulsar a Feijóo a la Moncloa. Y se ha puesto a sí mismo muchos deberes, como crear la mesa del soterramiento, revertir los carriles bici de Isabel la Católica y avenida de Gijón…
Parece que tanta tarea no le asusta. «Concluyo ya compartiendo con todos los vallisoletanos la palabra cedida por el maestro Delibes en su discurso de agradecimiento al recibir de este Ayuntamiento el título de Hijo Predilecto de Valladolid en 1986», dijo para terminar. «Don Miguel deseaba a Valladolid y a los vallisoletanos que reverdecieran en ellos los sentimientos que anidaron en los corazones de La Desi y Don Eloy en 'La Hoja Roja', teniendo como testigo nuestro Campo Grande: solidaridad, ternura, mutuo respeto, amor; el convencimiento de que todo ser ha venido a este mundo para aliviar la soledad de otro. Miren ustedes, en las manos de mis abuelos cogiéndome las mías había mucho de esto; en las manos y corazón del personal sanitario del Hospital Universitario Río Hortega, que me atendió durante mi covid, había mucho de esto. En muchos momentos de mi vida me he encontrado con expresiones de esos sentimientos en personas inimaginables. Hoy me toca a mí expresarme como nunca a través de dichos sentimientos, devolverles a todos los vallisoletanos lo que tanto he recibido de ellos. Así lo haré y sé que Rosa -Urbón, su esposa-, como siempre, me comprenderá. Pues eso. ¡Buen Camino!».
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