Jesús Ángel de la Fuente : «Estoy orgulloso de mi trabajo porque es un servicio esencial, aunque sigue siendo tabú»

A Jesús Ángel de la Fuente le gustaría que la sociedad levantara el estigma que, todavía hoy, rodea a su trabajo y se normalizara su función, un servicio esencial para garantizar la salud pública pero que sigue sumido en el oscurantismo y el tabú. Las palabras «enterrador» o «sepulturero» las asume con naturalidad, aunque la imagen decimonónica del desheredado con la pala al hombro y el cadáver en la carretilla entre la niebla del cementerio está a años luz de la que proyectan ahora, en gran medida, por la formación continuada y multidisciplinar que reciben. Pero reconoce que cuando comenzó en la funeraria hasta su propia madre le preguntó: «Pero hijo, ¿tan mal estamos que vas a entrar a trabajar en el cementerio?». Él no deja de reivindicar su profesión. «Yo estoy orgulloso del trabajo que hago, me gusta tratar con las familias y si puedo ayudarles a pasar este mal trago...», explica este funerario, preparado para realizar su segundo «servicio» del día. Señala que no puede recordar cuál fue su primer fallecido por covid y descarta el miedo, aunque han tenido servicios especialmente difíciles. «Al final no piensas en tí mismo, piensas en que tienes una casa a la que ir después del trabajo y en que tú no puedes extender el foco de contagio, porque generarías un problema muy grande. Por eso tenemos que hacer las cosas bien, con tranquilidad y un poco de suerte», manifiesta.

En estos meses, argumenta, ha aprendido que no pueden relajarse y bajar la guardia en su trabajo, por difícil que les resulte. «No es mi familiar, pero si no le trato a él como me gustaría que tratasen a los míos, yo no debería estar ahí. Es fastidiado lo que debemos hacer, muchas veces los sentimientos luchan contra las normas, pero lo importante es que no volvamos a pasar lo que pasamos en abril».