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Jon Cuesta, director de 'Prisión Ruanda', durante su exposición. Rodrigo Jiménez
«Hay que intentar alejarse del seguidismo de las versiones oficiales»
Jon Cuesta, director del documental 'Prisión Ruanda'

«Hay que intentar alejarse del seguidismo de las versiones oficiales»

VI Encuentro Internacional de Periodismo Miguel Delibes ·

Jon Cuesta, director de 'Prisión Ruanda', narra cómo fue la grabación del documental, en el que destapa la represión que sufren en dicho país los opositores al presidente Paul Kagame

Jesús Domínguez

Valladolid

Jueves, 17 de octubre 2024, 14:46

El secuestro del atunero Alakrana llevó a Jon Cuesta a África, donde, pisando las Seychelles, Kenia y Somalia, lo sucedido con el pesquero español secuestrado por piratas que lucían la bandera del último de esos tres países. Aquel trabajo, que nadie compró, le permitió conocer la que hoy es su suegra, como contó al final de su intervención en el IV Encuentro Internacional de Periodismo Miguel Delibes. Años más tarde, en 2014, en un viaje organizado y coincidente con el vigésimo aniversario del genocidio contra los tutsis en Ruanda, volvió a dicho continente, y percibió pronto que seguramente las cosas no estaban sucediendo tal y como se las estaban contando. Así era.

«Yo había leído en Wikipedia y había visto algunos documentales sobre el exterminio de los hutus a los tutsis, por el cual en noventa días murieron entre 800.000 y un millón de personas. El discurso oficial decía que no había etnias, pero todos los mandos eran tutsis, que representan una minoría de un 10 o un 15%. Nos ponían en bandeja los testimonios y lugares; entrevistábamos al genocida y a la víctima igual que si estuviéramos en un parque de atracciones, y nos perseguían en todos los sitios. No me gustaba lo que estaba viendo e intenté salirme de esos cauces oficiales para buscar el contexto», narró el periodista vasco.

Sin embargo, dos décadas después de lo sucedido, se encontró «con un país próspero, con una capital, Kigali, segura y limpia, con jóvenes preparados que lideraban el gobierno...». También, con miedo, causante de un silencio que buscó romper con testimonios de refugiados y exiliados políticos en otros países como Bélgica, Pronto sintió que sus investigaciones «estaban empezando a ser incómodas» y descubrió que el gobierno de Paul Kagame, quien puso fin a aquellos casi cien días de tormento, «sigue a sus oponentes en el exilio para matarlos». Con esas mismas palabras se expresó Paul Rusesabagina, protagonista de la historia que narra 'Hotel Ruanda', que refugió a 1.200 personas en las dependencias de su hotel a 1.200 tutsis y consiguió salvarlos, pero hoy vive fuera de su país. «En varios países africanos ha habido asesinatos de sus opositores y sus servicios secretos están incluso en Europa», asevera Jon Cuesta, después de tanto indagar.

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La incomodidad de sus preguntas le llevaron a entrevistar a personas que luego decidieron interrumpir sus testimonios. Incluso, en el mismo documental, 'Prisión Ruanda', hay un impás, provocado por un coche que se para junto al testigo al que Cuesta está entrevistando para pedirle que se calle. Y es que, aunque las buenas relaciones de Paul Kagame con personalidades y expresidentes como Bill Clinton o Toni Blair hacen que el relato muchas veces tienda al oficialismo, «poco a poco la versión que antes se consideraba que era para frikis se va conociendo». Esa misma versión, la de la represión del presidente, llevó a la BBC a ser expulsada del país. También, a que cuando el equipo de grabación del documental volvió a pisarlo, fueran seguidos desde el principio. «Allí no puedes poner una cámara sin permiso del gobierno; tienes que venderles que vas a seguir sus mensajes en los que hablas de un país próspero... pero entrevistamos a algún opositor y nos empezaron a hacer la vida imposible», recuerda el director, quien, de hecho, no viajó en esa ocasión por lo que pudiera pasar.

A pesar de no creer que los periodistas deban ser protagonistas, el equipo de grabación del documental decidió en un determinado momento dar la cara y contar algunas de las cosas que habían vivido durante la década de experiencia acumulada sobre el terreno. Entre otras cosas, cuenta cómo el cantante de góspel Kizito Mihigo fue, primero, condenado a diez años de prisión por intercambiar unos 'WhatsApps' con un opositor, y cómo más tarde, después de concederles una entrevista, pero pedirles posteriormente que no la hicieran pública, volvió a ser detenido. «Fue encontrado en una celda con sus propias sábanas. Fue asesinado», sentencia Jon Cuesta, sin duda alguna. Tampoco la tienen respecto a lo que le pasó al asistente de la líder de la oposición a Kugame, Victoire Ingabire (exiliada durante años, detenida y encarcelada en su vuelta a Uganda por enaltecimiento al terrorismo en un simple homenaje a las víctimas del genocidio). Xurxo Fernández, guionista del documental, entregó a dicho asistente una copia del material grabado antes de volver a España, pretendiendo que fuera de seguridad. Y al día siguiente fue asesinado.

A pesar de la dureza de lo vivido, Jon Cuesta aseveró a los asistentes al IV Encuentro Internacional de Periodismo Miguel Delibes que su visión intenta no ser generalista y que trata de buscar también las cosas buenas. A los estudiantes presentes, les animó a mantener su pasión. «Salid a hacer cosas. Para mí el documental del Alakrana fue un máster, pero no tenéis que iros fuera. Salid con vuestro móvil a crear contenidos. No hace falta viajar a África, pero tampoco va a venir a vuestra casa una plataforma a contrataros. Disfrutad de la profesión más bonita del mundo», les emplazó a hacer. Así la sigue viendo él, con todas sus asperezas, mientras compagina su labor como documentalista con la narración de otras historias; algunas, para marcas. «Para ganarme la vida», dijo. Esa palabra a la que honra cuando cuenta la historia de quienes la perdieron injustamente.

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