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Son las 9:18 horas del lunes 14 de septiembre y un reducido grupo de estudiantes charla animadamente mientras camina con premura hacia la entrada del IES Ribera de Castilla, en Valladolid capital.
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Las risas son inevitables en una jornada de reencuentros justo cuando se ... cumplen seis meses del parón en los estudios con la declaración del Estado de Alarma motivada por la irrupción del coronavirus. Divertidos, enmascarillados, y seguramente algo nerviosos, una advertencia les saca de un tirón de ese aluvión de sentimientos: «¡Distancia de seguridad!». En seguida se colocan en círculo mientras escuchan las explicaciones del director del centro, Fernando García Duque, que ,termómetro-pistola en mano, empieza a colocarles -tanto a ellos como al resto de 87 estudiantes de 1º de la ESO citados a primera hora de la mañana para comenzar un nuevo curso escolar- en las cuatro filas (una por clase) que se han dibujado sobre el suelo con pintura azul para organizar la entrada a las aulas garantizando las medidas sanitarias.
A medida que las columnas de chavales se van completando (el primer día los cursos acceden al centro con dos horas de diferencia mientras que el resto del año lo harán cada cinco minutos), Fernando García les va explicando cómo será su rutina diaria, con los padres obligados a quedarse fuera de las instalaciones y los alumnos sometidos a mediciones aleatorias de temperatura y colocados en zigzag para distanciarse lo máximo posible de sus compañeros mientras aguardan a que el profesor con el que tendrán la primera clase del día les guíe hasta el aula y el pupitre que van a ocupar, si todo sigue según lo previsto, hasta el próximo mes de junio.
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Hoy el primer curso ha tardado en acceder uno doce minutos y repetirá la acción una vez más durante la jornada para lograr en los próximos días una velocidad de crucero que permita «perder el menor tiempo posible».
La organización no es sencilla y ha provocado durante largos meses los desvelos de unos profesionales de la enseñanza que «prácticamente no han tenido vacaciones», según asegura el director del IES Ribera de Castilla que reconoce que ha costado conseguir algunos elementos como los termómetros de pared y de pistola de los que, dice, hay cierto desabastecimiento. «Está todo listo, hemos pintado recorridos en los pasillos, colocado hidrogel, inutilizado uno de cada dos baños o reconvertido el salón de actos en aula y el lugar en el que se reunía el AMPA en la zona de aislamiento», describe tras un desembolso económico de unos 6.000 euros por parte del centro.
El refuerzo también ha sido de personal, pasando de 89 a 99 profesores para los aproximadamente 850 alumnos que completarán el curso en ESO, Bachillerato o FP en este instituto.
469 estudiantes son los que engrosan a partir de hoy las filas del IP Cristo Rey, que ya estaba en marcha desde la semana pasada cuando comenzaron las clases en Infantil y Primaria. Ese medio millar completa ahora dieciocho cursos de Secundaria y Bachillerato, además de los siete de Formación Profesional de Grado Superior. Su director, José Luis Muñoz, alude a la palabra más utilizada en las últimas semanas desde todo tipo de gremios: «incertidumbre»; aunque considera que es «la propia de cualquier comienzo de curso». «Los alumnos se están portando bastante bien, al menos desde la puerta hacia dentro, y llegan todos con mascarilla, aunque la preocupación es que llegan juntos al instituto», analiza, por lo que ha solicitado la ayuda de la Policía Municipal de Valladolid que hoy hizo acto de presencia coincidiendo con la llegada de los estudiantes.
Con todo, teniendo en cuenta que el centro ya celebró el pasado viernes una jornada de acogida y cuenta con una treintena de accesos a las aulas, la entrada de alumnos se ha desarrollado con «bastante fluidez» de cara a una jornada en la que las dos primeras horas se destinarán a repasar las medidas de higiene, los protocolos o los itinerarios que se deberán de seguir en el interior del centro.
En una segunda fase, que en función de los cursos durará entre una y dos semanas, llegará el momento de desarrollar el plan 'Acogerte' en el que primero se verá «como se encuentran emocionalmente» los jóvenes y después se irá «afrontando lo académico de forma progresiva», relata José Luis Muñoz mientras observa uno de los turnos de recreo de los alumnos. «Están cumpliendo las normas, charlando animadamente, aunque extraña un poco no verles jugar», describe. En el horizonte, quedan aún algunas mejoras que el centro considera que se pueden adoptar como la contratación de un profesional sanitario para «auxiliar al profesorado, dar seguridad a alumnos y familias y sobre todo proporcionar información», algo que se analizará en un consejo escolar extraordinario, o la contratación de una persona a media jornada que refuerce una limpieza ya exhaustiva después de que se incorporase ya a otro trabajador a jornada completa para este cometido.
Con todo, protocolos y normas aparte, los directores de ambos centros han coincidido en trasladar a los alumnos buena parte de la carga de la responsabilidad de que el virus no se expanda. «Creo que todos estamos bastante sensibilizados, aunque tenemos que concienciar aún más a los alumnos de que mantengan las medidas fuera del instituto», asegura el director del IES Ribera de Castilla, mientras que su homólogo al frente del IP Cristo Rey considera que «hay que dar un voto de confianza a los alumnos». «Nuestro modelo de educación les hace responsables para no estar permanentemente encima de ellos, así que vamos a ver si conseguir el crecimiento de la persona nos sirve para incorporar todas estas cuestiones».
Comisiones Obreras criticó esta mañana un inicio del curso en Valladolid con «improvisación, urgencia y precipitación» con problemas que han supuesto desdobles de aulas el día antes de empezar las clases, la masificación en algunas aulas o que se salten los procedimientos ordinarios a la hora de llamar a interinos.
Así lo han señalado, según recoge EFE, el secretario provincial de la Federación de Enseñanza de CCOO, Pablo Redondo, y la representante del personal laboral de Educación del sindicato, Ascensión Quintero.
Redondo ha señalado que el sindicato siempre ha defendido una vuelta al cole «de forma segura» para toda la comunidad educativa, pero para ello ha incidido en que hay que tomar unas medidas y ha criticado la «falta de responsabilidad» tanto de la Consejería de Educación como de la Dirección Provincial, que están demostrando con sus medidas que «se van improvisando, aplicando sobre la marcha, deprisa y corriendo» y con «efectos negativos» para toda la gente.
En cuanto al personal laboral, según recoge EFE, Ascensión Quintero ha apuntado falta de eficacia y agilidad con problemas que van desde la ubicación del personal subalterno o el personal de cocina que se ha incorporado «sin saber nada» porque es personal fijo discontinuo y se incorpora al tiempo que los alumnos a los trabajadores de servicios o limpieza, al que se ha declarado «esencial» durante la pandemia y del que había compromiso de refuerzo, pero sólo con 46 personas en Valladolid para más de un centenar de centros, por lo que el «refuerzo es relativo».
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