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Vivir en un edificio sin ascensor es bastante común en el entorno de las calles Aaiun, Caamaño y Embajadores. «Aquí apenas un par de portales tienen», afirma desde la puerta del número 8 de Aaiun Bonifacio Rollán. Este jubilado de Fasa, que lleva viviendo 56 ... años en el edificio, explica que instalar un elevador en la vivienda es imposible por la falta de espacio. «Tenemos un patio de luces que da a dos escaleras. Un ascensor no entra, como mucho para una persona, pero hacerlo significaría tapar las ventanas de las viviendas que miran hacia el interior. Además del coste que acarrea», asegura. La falta de espacio también imposibilita la instalación de uno externo en la acera de la calle, de apenas dos metros de longitud.
A pesar de ello, él es uno de los afortunados, ya que vive en el bajo del edifico. «Apenas tengo que subir nueve escalones para llegar a casa», explica. Su caso contrasta con el de uno de sus vecinos, Abkhich Belaloua. Ambos se cruzan en el portal, con la diferencia de que este último vive en el cuarto piso. Además, lleva de la mano una bombona de butano. Vacía, eso sí, pero que adquiere un peso importante conforme se suman los peldaños a la espalda. «Llevo muy mal vivir sin ascensor. Subir con la compra y cargado con bolsas a veces es agotador. Ya no es solo eso, también se suma el camino desde el supermercado», comenta. Belaloua tiene 64 años y lleva dos años viviendo en este edificio de la calle Aaiun. En el portal espera su hija, quien le va a acompañar en coche para dejar la bombona en una gasolinera. «Bajarla vacía no es un problema, pero yo solo no puedo subir una llena», asegura.
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Sergio García
Mientras los dos se alejan, Deyanira Rodríguez carga con dos bolsas de la compra por la acera de enfrente. El peso hace que las lleve colgadas del brazo. «Cualquier día se me va a cortar la circulación», comenta antes de dejarlas en el suelo. La mujer también vive en un edificio sin ascensor, esta vez ubicado en la calle Embajadores. En su comunidad de vecinos se barajó la posibilidad de colocar un elevador en el edificio, pero al final se decidió no hacerlo. «Tenemos vecinos mayores y habría venido bien», comenta. A pesar de ello, la propia estructura del bloque también dificulta la instalación. De nuevo por la falta de espacio en el patio de luces. «Además se tendrían que colocar dos, ya que hay dos escaleras, uno para acceder a cada parte del edificio. Eso, o solo uno con pasarelas a cada una de las partes del edificio», explica Rodríguez.
En el bar California, donde ella trabaja con Rubén Saludes, el hombre añade que las propias escaleras que existen ya suponen un problema en sí. En concreto porque por cada piso hay un descansillo, que es donde desembocaría cada parada del hipotético ascensor. «El ascensor pararía, por así decirlo en un piso y medio, de manera que habría que subir o bajar alguna escalera sí o sí. Eso, para alguien que utilice silla de ruedas, no supondría ningún avance. Antes había un vecino en esa situación y puso el piso en alquiler para vivir en un edificio con ascensor», explica Saludes. Las fachadas de los edificios son además otro problema, ya que no existe un espacio para colocar un ascensor exterior. «Para ello los vecinos tendrían que estar dispuestos a quitar una habitación de sus viviendas, porque no hay ningún espacio de la fachada que no derive en una casa», comenta.
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