La hostelería vallisoletana da el año por perdido como consecuencia de la crisis sanitaria. Gabriel Villamil / Ramón Gómez

La hostelería de Valladolid contiene el aliento y da el año por perdido

El sector estimaba ingresar en torno a 2,6 millones de euros en Semana Santa, cuantía que supone «entre el 20% y el 30%» de las ganancias de todo el año

Eva Esteban

Valladolid

Martes, 7 de abril 2020, 06:44

Día 1 d. C. (después del confinamiento). Los vallisoletanos regresan a la calle después de varias semanas encerrados en sus domicilios para protegerse del Covid-19. Los motores de la ciudad comienzan a arrancar y, con ellos, los de la hostelería. Sin embargo, el ... sector estima que, a juzgar por lo ocurrido «en otras partes», los bares y restaurantes serán los «últimos» en reabrir sus puertas. Pero, ¿cuándo será eso? «Por de pronto, yo creo que hasta finales de mayo o junio nada. Pero una cosa es abrir y otra recuperarse. Hasta que la hostelería arranque en la ciudad y comience a facturar va a pasar tiempo», afirma la presidenta de la Asociación Provincial de Empresarios de la Hostelería de Valladolid (Apehva), María José Hernández. «Con todo lo que hemos trabajado este tiempo por y para el turismo gastronómico, para aumentar la calidad, inventando de todo, y ahora tenemos que pelearnos para volver a la casilla de salida», continúa, al tiempo que avanza que queda aplazado «hasta que se normalice la situación» el Concurso Provincial de Pinchos, previsto para junio.

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La vuelta a la normalidad se antoja «lenta, complicada y progresiva». Nada de aglomeraciones ni grandes eventos –«es lógico, será algo que impongan a nivel nacional», asevera la dirigente–. La vida «no será la misma». La alerta sanitaria marcará un «antes y un después» en la hostelería vallisoletana. Traerá consigo, dice Hernández, un «cambio de hábitos y costumbres». «Pasaremos meses muy complicados, el verano va a ser duro, pero los españoles somos de salir, de ir a bares, y nuestro mejor psicólogo es irnos a tomar una caña o un café con los amigos, por lo que no creo que eso vaya a cambiar», sostiene. «Al principio saldremos con miedo, es lógico. Está siendo horrible, pero imagino que poco a poco volveremos a la normalidad», añade.

Los empresarios auguran, además, un «pésimo año» –que dan prácticamente por perdido– plagado de «miedos e incertidumbre» por saber qué será de ellos y de sus negocios. «El sector está muy dañado, vamos a necesitar todas las ayudas posibles de las instituciones», apunta. A las tres semanas de confinamiento (camino de cuatro), sin facturar ni un solo euro pero con los gastos «que aún están ahí», cabe añadir que los primeros meses del año no fueron «nada buenos» –las cifras de febrero son las más bajas de los dos últimos años, circunstancia que atribuyen a la expansión del virus en Italia– y, además, que la Semana Santa, una de las fechas marcadas en rojo en el calendario de los establecimientos, está ya aquí. «En estos días se recupera uno del parón que suele haber después de Reyes, pero ahora veremos cómo pasamos el año. Supone entre el 20 y el 30% de las ganancias totales de los hosteleros», explica Hernández, quien anticipa que este año estimaban ingresar en torno a 2,6 millones de euros, una cuantía similar a la del 2019.

Tienen el miedo en el cuerpo. El confinamiento ha sido la «puntilla» para un sector que en la provincia de Valladolid emplea a cerca de 10.000 personas entre empleados y autónomos. Los hosteleros visualizan unos primeros días tras retomar la rutina «muy raros». Con los clientes «muy distantes», en busca de espacios y establecimientos donde no se concentre un elevado número de personas. «Eso de tomarnos unas cañas y brindar va a estar complicado el primer mes. Esto no es decir abrimos y se ha acabado el Covid-19, no. La gente va a tener miedo de estar en sitios con otras personas, no se va a hacer tan rápido a la idea del contacto». Quien habla es el gerente del bar La Central, Pablo Pérez, pero su opinión la suscriben todos los nombres que comparecen bajo estas líneas y que han prestado su voz y rostro para evidenciar una realidad «que puede llevarse por delante a varios compañeros». «Este año lo doy por perdido, para aguantar y esperar al próximo y pensar que esto no volverá a resurgir más adelante, porque si no nos destroza totalmente», lamenta.

Otro establecimiento, Villa Paramesa Tapas, mira al futuro próximo con «miedo». Sus propietarios creen que el año será «nefasto» en cuanto a ingresos y clientela, pero ahora solo piensan en una cuestión:«Que no se lleve a nadie por delante». «Es una situación muy penosa de costes de cara al empresario. Nosotros tenemos una losa muy gorda encima, no sabemos cómo vamos a empezar con nuestros negocios. Muchos se van a quedar, o nos vamos a quedar, porque no sabemos lo que va a pasar», argumenta uno de sus dueños, José Ignacio Castrodeza.

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Considera que va a ser «insoportable soportar todo». Tienen que continuar pagando la cuota de autónomos, el alquiler del local y, además, tenían previsto abrir próximamente un establecimiento en la Plaza Martí y Monsó. «Nuestra previsión era meternos en una plantilla de veinte personas, pero ahora, ¿cómo podemos estimar cuánto personal coger? Vamos a esperar a ver cómo vienen las cosas. Es una situación muy compleja y de mucha incertidumbre, no podemos aventurarnos», subraya.

Meses «duros y difíciles»

Esta «inquietud» no le es ajena al gastrobar El Cerezal, situado en el Mercado del Val. Su gerente, Pablo Gómez, indica que, según los cálculos iniciales, este año percibirán «mucho menos de la mitad» que el anterior. Para su negocio, la Semana Santa representaba en torno al 25%de los ingresos anuales, por lo que «solo con eso el año ya de por sí será difícil». «Estos días eran tremendos para nosotros, y marzo también. Nos han quitado dos meses gordos, y ahora solo nos queda verano y Navidad, pero aunque salgamos y hagamos buenas cifras no va a ser lo mismo», incide.

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Albano Galán sabe que tanto él como el resto de empresarios de la noche vallisoletana tendrán que «esperar un poquito más» si cabe para poder volver a servir copas. El propietario del bar de copas OHM dice que no cuenta con «el copeteo, la noche pura y dura» hasta bien entrado el otoño. «Económicamente el año va a ser duro, claro que lo damos por perdido. Entre que podemos abrir y no. llega verano, que se lleva mucho el tema de terrazas, y nosotros somos locales cerrados que levantan la mano en junio», matiza. «En Ferias creo que empezaremos a trabajar, pero claro, llevamos cinco meses sin funcionar, a ver cómo se levanta eso», prosigue.

La hostelería vallisoletana contiene el aliento. Saben que serán meses «duros», pero solo piensan en remontar el vuelo y mantener al turismo gastronómico de la ciudad «en el lugar que merece».

«La repercusión será muy grande y negativa; estos días habría una ocupación que rozaría el 100%»

as previsiones de ocupación que la industria hotelera tenía en la provincia. Según asegura el presidente de la Asociación de Hoteles de Valladolid, Francisco Posada, los empresarios preveían una Semana Santa «muy buena», con niveles de ocupación que rozarían el 100% en fechas «clave» como el Viernes Santo. «Ahora mismo los hoteles tendrían una ocupación del 70%, hoy iría subiendo el miércoles, jueves y viernes estaría muy próximo al completo. Sí que es cierto que el fin de semana ya empezaría a bajar en torno al 80 o 90%, pero con todos los hoteles cerrados, la situación ahora mismo es dramática», lamenta.

Dice el representante de los hoteles que estos días de pasión permitía a los alojamientos «tomar bastante aire» y afrontar con relativa tranquilidad lo que resta de año. El motivo, según explica, es porque los precios medios «suelen estar por encima de la media de lo que están habitualmente», por lo que encaran la primavera –mayo y junio también son meses «bastante buenos»– «más calmados». «La cantidad que se ingresa es bastante elevada. A nosotros nos hace mucha mella, la repercusión será muy grande y negativa, pero hay otros sectores que están igual, no es una cosa que nos afecte solo a nosotros. Hace daño a la ciudad en general», apostilla.

A todo ello, además, hay que añadir que los primeros meses del año no fueron «nada buenos» en cuanto a ocupación se refiere. Marzo fue «dramático» y en febrero ya comenzaron a bajar los niveles. «Continuar en esta línea nos hace esta muy preocupados; el agujero va a ser muy grande para los hoteles de Valladolid», revela.

Los hoteles, como la hostelería, dan el año por «perdido». Posada estima que «como mínimo hasta bien entrado el otoño» los establecimientos no entrarán en una dinámica «más o menos habitual». «Lo ideal sería que sea para finales de septiembre, que es una época históricamente buena en Valladolid», sostiene. «Este año evidentemente no van a ser tan buenas, pero por lo menos que podamos maquillar un poquitín los datos», continúa.

Uno de los aspectos que «preocupa mucho» en el sector es cómo será el arranque una vez concluya el estado de alarma. «Casi todos los hoteles», apunta Posada, se han acogido a un expediente de regulación de empleo temporal (ERTE), por lo que cuando se retome la actividad «todas estas personas se incorporarán, pero con ocupación de cero». «Durante mucho tiempo vamos a tener que convivir los hoteles con el total de plantillas y con facturaciones muy pequeñas; espero que no se lleve por delante a ninguno», concluye el presidente.

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