«Hay sustancias que hacen efecto muy rápido y duran poco en el organismo»

Hasta ahora a las personas que llegaban con síntomas de sumisión, explica la profesional, se les hacía un 'chek list' o cuestionario para determinar fármacos o sustancias que podría haber ingerido que pudieran alterar los resultados de los análisis realizados.

Ahora, están trabajando además para establecer un procedimiento de actuación enfocado a los pinchazos. «Estamos trabajando en la posibilidad de incluir asesoramiento jurídico, con la intervención de los jueces de guardia y forenses para que no haya huecos legales a la hora de presentar los análisis como prueba ante los tribunales», explica Martín.

La médico pone de manifiesto la importancia de acudir cuanto antes tras un caso de sumisión, «hay sustancias como algunos tipos de benzodiacepinas, éxtasis líquido, (GHB), ketamina, burundanga (escopolamina) también el fentanilo, los cannabinoides o el LSD, que son muy potentes y más en contextos de ingesta de alcohol. Con muy poca dosis hacen efecto muy rápido y duran muy poco tiempo en el organismo; unas 6-8 horas en sangre y máximo 12 en orina», señala Martín. «El problema es que muchas veces han pasado más de esas horas y es muy complejo determinar lo que ha sucedido», puntualiza.

Este tipo de sustancias con las que los agresores atacan a sus víctimas no se analizan de forma habitual en los laboratorios, «en casos de sospecha tenemos que enviarlo a nuestro laboratorio de referencia en Barcelona, por eso es tan importante incidir en la custodia de estas pruebas como sucede en el caso de las agresiones sexuales», argumenta la sanitaria.

El problema de la sumisión química es que genera un estado de desinhibición en las víctimas y cuando llega el momento de explorar a las pacientes «es como si el sexo hubiera sido consentido, cuando obviamente no es así, pero no se detectan erosiones o lesiones [en los genitales] como sí se produce en caso de que la víctima tuviera plena conciencia en el momento de la agresión, algo que complica aún más desmostrar qué sucedió».

En Internet, en los medios de comunicación, en redes sociales, en panfletos…son muchos los canales que están advirtiendo de los síntomas que produce la sumisión. «Son muy parecidos a una borrachera, pero tiene una particularidad; es como si el cambio fuese muy brusco y las víctimas empiezan a sentir somnolencia, mala coordinación del cuerpo, alucinaciones, alteración de los sentidos, flashes, amnesia o descoordinación temporoespacial», afirma la médico.

Martín señala que el cambio con los pinchazos altera el 'modus operandi' con el que se han topado hasta la fecha. «Siempre ha sido mediante ingesta, de forma que la víctima no supiera ni cómo ni en qué momento se ha producido la intoxicación. Ahora, el método del pinchazo es más agresivo y las víctimas se dan cuenta al momento, pero hay que poner sobre la mesa otro hecho importante, el uso de las jeringuilla aumenta el riesgo de la transmisión de enfermedades como el VIH o Hepatitis y es algo muy a tener en cuenta», finaliza la profesional sanitaria de la Unidad funcional de Toxicología del Río Hortega.